Hace ya 10 años que Elena Casacuberta (Barcelona, 1972) llegó al Instituto de Biología Evolutiva (IBE: CSIC-UPF), donde creó su grupo para estudiar elementos móviles en Drosophila. Después de 6 años, en plena crisis, tuvo que unir fuerzas con otro grupo del centro para trabajar en la metamorfosis de los insectos, y actualmente comparte un proyecto con otro líder de grupo estudiando microorganismos marinos. Hablamos con Casacuberta de su carrera científica, y de temas tan transversales y relevantes en ciencia como lo son la adaptabilidad, la financiación, la evaluación o el género.
¿Qué querías ser de pequeña?
Científica no era precisamente una profesión que tuviese en mente… Quería ser gimnasta; ¡era muy deportista! En 2º y 3º de BUP, una profesora de biología nos habló del virus del SIDA y me fascinó su biología. También me gustaba la formulación química… Y tengo un hermano mayor que es científico; ¡quizás me influenció en alguna cosa!
¿Qué estudiaste en la universidad?
Empecé química, y después bioquímica, en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Pero había muchas cosas que me gustaban… De hecho, al escoger la carrera, ¡puse en el listado desde matemáticas hasta filosofía!
Después hice la tesis en el Centro de Investigación en Desarrollo (CID) que es, de hecho, donde surgieron algunos de los grupos fundadores del IBE. Mi tesis estaba enmarcada dentro del primer proyecto de secuenciación de una planta, Arabidopsis. Participé en la secuenciación, ensamblaje y análisis del genoma.
A través del genoma de Arabidopsis descubrí los elementos móviles y quedé fascinada… Me fui al MIT (USA) a hacer un postdoc con Mary-Lou Pardue, donde estudié la evolución de un par de elementos móviles en Drosophila muy especiales, porque hacen una función esencial, la de la telomerasa. Después de 5 años y medio me reincorporé en el Instituto de Biología Molecular de Barcelona (IBMB) con un ICREA Junior y formé mi grupo.
Y en seguida viniste al IBE, que acababa de nacer…
Sí, conseguí plaza en 2008. Mi laboratorio se centró en el estudio funcional, regulador y epigenético de los telómeros en el modelo de Drosophila y los elementos móviles con el objetivo de entender esta inusual relación entre elementos móviles y su genoma huésped.
Entonces vino la crisis…
Sí, fue una época donde se juntaron muchas cosas; montar el laboratorio, proyecto personal con dos niños pequeños, el IBE empezaba y los inicios fueron exigentes y difíciles y, con los recortes, me quedé sin proyecto. Así que con dos compañeros del IBE, Xavier Franch y David Martín, decidimos hacer piña y juntarnos. Nuestro grupo duró 3 años y compartimos el proyecto del estudio de la evolución de la metamorfosis en insectos, centrándonos en los genes que regulan el paso a adulto. Usamos diferentes modelos de insectos además de Drosophila, como el escarabajo de la harina, Tribolium castaneum. Durante este tiempo dirigimos la tesis de Sílvia Chafino, una estudiante excepcional. Fue un proyecto bonito.
¿Y después?
Empecé a colaborar con Iñaki Ruiz-Trillo, otro Investigador Principal en el IBE, que estudia el origen de la multicelularidad en los animales. El MultiCellGenomeLab trabaja con organismos eucariotas unicelulares, para los cuales en aquel momento no había herramientas para manipularlos genéticamente. Aquí unimos fuerzas ya que yo, durante mi carrera, he trabajado con diferentes organismos no modelo y, por tanto, tenía experiencia en el desarrollo de estas herramientas. Iñaki me propuso pedir juntos un proyecto para desarrollar herramientas genéticas en algunos de estos organismos, y ya hace más de cuatro años que trabajamos juntos.
¿Cómo ha sido cambiar tanto de tema durante tu carrera?
Yo soy muy molecular; a pesar de trabajar en evolución, no soy bióloga de bota, sino de bata. Me llaman la atención diferentes temas y mi pericia se puede aplicar a diferentes sistemas y preguntas, por eso no me ha costado tanto cambiar de proyectos. Si algo caracteriza mi carrera es que he trabajado tanto con organismos modelo como con no modelo, para los cuales no hay herramientas genéticas; se trabaja de manera muy distinta…
Cambiar de tema no es fácil porque es necesario sumergirse en todo un nuevo mundo de conocimientos y en una comunidad científica nueva pero, a la vez, es estimulante. Echo de menos el estudio de los elementos móviles, a pesar de seguir revisando artículos sobre este tema. No descarto volver algún día.
«Soy muy molecular, y mi pericia se puede aplicar a diferentes sistemas y preguntas; por eso no me ha costado tanto cambiar de proyectos»
Elena Casacuberta
¿Cómo ves el tema de la financiación en España?
La tendencia en toda Europa es financiar cosas que tengan transferibilidad… La ciencia básica cada vez está peor. Los ejes del proyecto marco europeo H2020 ya eran bastante aplicados, y los que vienen lo serán más. Y en España, y Cataluña – incluso en el Ayuntamiento de Barcelona – se centran en los mismos ejes. Todo el mundo financia lo mismo, y eso para mí no tiene sentido. Incluso cuando evalúan a los centros de investigación, dentro de la productividad hay una parte obligatoria de transferencia. Y hay centros – como el IBE – que llevan a cabo investigación muy básica, sin una transferibilidad evidente… La ciencia necesita estudiar muchísimas cosas, y si no promueves la ciencia básica, llega un momento en el que te quedas vacío.
«Todo el mundo financia lo mismo… Pero la ciencia necesita estudiar muchísimas cosas, y si no promueves la ciencia básica, llega un momento en el que te quedas vacío»
Hablamos de género…
Creamos el comité de género del IBE hace 4 años, con Iñaki. En aquel momento en el IBE éramos 4 mujeres y 20 hombres como Investigadores Principales – pensamos que era muy necesario enderezar esta relación y otros aspectos en los que no había equidad. Desde entonces han venido dos nuevos líderes de grupo; un hombre y una mujer. Poco a poco… Creo que hemos mejorado mucho a nivel de concienciación. Una iniciativa que funcionó muy bien fue la jornada «Women in evolution» – una mañana científica con investigadoras que lideran proyectos de investigación dentro del campo de la evolución. Buscamos investigadoras que estuviesen en momentos distintos de sus carreras y que trabajasen en diferentes países y pudiesen ser buenas referentes para el IBE. Dedicamos la mañana a la ciencia, seguido de un debate sobre género en diferentes ámbitos de la ciencia por la tarde. Tuvimos una asistencia muy elevada de miembros del IBE, así como de algunos otros institutos del Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB).
¿Habéis conseguido cambiar cosas?
Creo que hemos incidido a la hora de invitar más mujeres para dar charlas – ahora constituyen el 50% de los conferenciantes. También hemos conseguido la paridad en nuestra comisión evaluadora externa, que inicialmente era de seis personas, todas hombres, y ahora son tres hombres y tres mujeres. Nuestro objetivo para el 2019 es llevar a cabo una formación dirigida a todos los Investigadores e Investigadoras Principales sobre equidad en género.
Y tú, ¿has sufrido alguna vez discriminación por motivos de género?
La verdad es que he ido despertando en este tema… Hay muchas cosas que me han sucedido y que, en su momento, no las percibí desde el punto de vista del género pero, en retrospectiva, claramente lo eran. Ahora llevo las «gafas de equidad de género» siempre puestas, y veo cosas continuamente, actitudes del día a día que aún sufro. Algunas ya no las dejo pasar, otras depende del día, porque al final debes escoger tus batallas… Realmente es un tema complicado, porque hay inercias a nivel social que hemos tenido siempre, tanto hombres como mujeres. Si no quieres ser consciente y pro-activo en el tema, es muy fácil caer.
«(En la cuestión de género) Hay inercias a nivel social que hemos tenido siempre, tanto hombres como mujeres. Si no quieres ser consciente y pro-activo en el tema, es muy fácil caer en ellas»
De hecho, yo sufrí un caso de ‘casi acoso’ en un congreso. Alguien en situación de poder intentó aprovecharse para insinuarse y conseguir otras cosas. Me afectó mucho, incluso me sentí avergonzada. Tenía un artículo que estaba escribiendo con él y lo guardé en un cajón durante meses, no podía afrontarlo. En este sentido, me ayudó muchísimo el grupo de ‘peer mentoring’ de mujeres del PRBB. Ellas me apoyaron, diciendo que yo tenía todo el derecho a publicar el artículo y ánimándome a que siguiese adelante. Es la única vez que me ha pasado algo así – y he ido a muchas conferencias y conocido gente maravillosa – pero es muy, muy grave que suceda.
Háblanos de este grupo de ‘peer mentoring’…
Fue una inciativa de Intervals como grupo experimental, peer mentoring exclusivo para mujeres. Desde hace seis años, investigadoras de los diferentes centros del parque hemos estado encontrándonos cada seis semanas… Ha habido bajas y altas de nuevas investigadoras que han querido entrar. Para mí ha sido básico para superar momentos difíciles, para creer en mí misma como científica, incluso para enderezar algunas actitudes propias – ayuda mucho que alguien externo que te mira desde fuera y puede ver cosas que tú no ves te las pueda decir de una forma más aséptica y siempre pensando en cómo mejorar tu rendimiento como científica.
«Para mí, la evaluación de la ciencia no debería recaer tanto de manera individual sino a nivel de grupo. En ciencia, no puedes hacer las cosas tú solo»
¿Cómo se evalúan los científicos?
Se miran, sobre todo, las publicaciones y la capacidad de conseguir proyectos, dos cosas que van siempre muy ligadas. Para mi la evaluación de la ciencia no debería recaer tanto de manera individual, sino a nivel de grupo. En ciencia no puedes hacer las cosas tú solo. Pero cada vez se tiene más en cuenta la divulgación, la actividad docente, si tienes estudiantes de máster o de final de grado en el laboratorio… Yo participo cada año en el programa Jóvenes y Ciencia. Es exigente, pero también muy reconfortante. Ver la emoción de estos jóvenes, que es la primera vez que entran en un laboratorio de verdad… De algún modo te devuelve a la época en la que tú sentías lo mismo y te ayuda a renovar esta ilusión. Y es importante renovarla de vez en cuando, porque esta emoción de entender qué hay tras un fenómeno, es la esencia de ser científicos; y, a veces, cuando las cosas no salen, es fácil perderla…
«La emoción de entender lo que hay tras un fenómeno es la esencia de ser científicos»
¿Qué es lo mejor de la investigación?
Esta sensación de incertidumbre de no saber nunca dónde acabará tu investigación… ¡Cada puerta que abres te abre tres o cuatro más! Y la tecnología avanza muy rápido, por eso me gusta seguir en la poyata, ponerme al día con las últimas técnicas… Podríamos decir que, a pesar de tener una plaza de funcionaria, mi trabajo es muy variado; ¡lo que hago ahora no tiene nada que ver con lo que hacía hace cinco años! También es fantástico estar en contacto con gente de todo el mundo, la colaboración…
¿Y lo más difícil?
Hacerlo con pocos recursos. La competencia. Ambas cosas juntas… Es difícil soportarlo, y hace falta mucha resiliencia.
¿Crees que hay demasiada competencia en investigación?
¡Sí! Creo que se está perdiendo la esencia de la ciencia. Antes lo que se buscaba era avanzar en el campo; se compartían cosas, había más confianza, más generosidad… Ahora estamos más preocupados por quién publica antes.
También creo que es un gran error evaluar a las personas como si los artículos fuesen solo suyos. La ciencia no se hace de manera individual, el equipo es básico. Pero si tu nombre no aparece ni el primero ni el último en un artículo, si está en medio, casi ni se tiene en cuenta… Creo que esto debería cambiar ya.
«Creo que es un gran error evaluar a las personas como si los artículos fuesen solo suyos. La ciencia se hace en equipo»
¿Qué aconsejarías a los y las jóvenes que se plantean una carrera en investigación?
Que lo prueben, y que lo hagan en más de un sitio; que no tomen una decisión precipitada. Que intenten disfrutar del camino. Que no se fijen solo en el resultado final, porque puede ser muy frustrante. Ser científico consiste en muchas cosas: pensar, analizar, proyectar, crear, documentar… No todos somos buenos en todo, y hay que ser consciente de las debilidades de uno mismo y buscar aliados. Como he dicho ya, el equipo es básico en ciencia.