“Mi trabajo es 80% pasión»

Salvador Carranza es el líder del grupo de Filogenia y Sistemática Animal del Instituto de Biología Evolutiva (IBE: CSIC-UPF), un referente europeo en su campo: la filogenia de los reptiles.

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Grupo de Filogenia y Sistemática Animal del Instituto de Biología Evolutiva (IBE) (CSIC-UPF).

A los catorce años, Salvador Carranza ya hacía expediciones para recoger serpientes y otras bestias. A día de hoy, el líder del grupo de Filogenia y Sistemática Animal del Instituto de Biología Evolutiva (IBE) (CSIC-UPF) ha hecho de su afición su profesión, y recoge reptiles para estudiar los procesos que generan y mantienen la diversidad animal. El grupo es muy dinámico, siempre con visitantes extranjeros. Es un referente europeo en su campo: la filogenia de los reptiles.

Islas y reptiles

“Como son de sangre fría, son muy sensibles a los factores ambientales, y a causa de su baja movilidad están muy afectados por las barreras físicas”, dice Carranza de sus objetos de estudio. Esto los hace buenos indicadores de eventos biogeográficos y climáticos. El biólogo ha trabajado con la mayoría de reptiles: serpientes, escíncidos, gecónidos (geckos)… “Los gecónidos ponen huevos calcáreos resistentes al agua salada, así que han colonizado la mayoría de islas del mundo”, explica el barcelonés. Las islas son, precisamente, la otra pata de su modelo: “Son ideales para estudiar la formación de diversidad, porque constituyen un ecosistema simplificado y contenido”.

«(Las islas) son ideales para estudiar la formación de diversidad, porque constituyen un ecosistema simplificado y contenido»

Salvador Carranza

Su proyecto principal es en la isla de Socotra, a 100 quilómetros de Somalia. “La flora es espectacular: hay bosques de árboles de la sangre de dragón, árboles del pepino (bilimbi)… Esto hace que los animales que llegan se tengan que reinventar; se adaptan y aparecen nuevas especies: la evolución en acción”.

Haemodracon riebeckii, especie de gecónido.
Haemodracon riebeckii, especie de gecónido.

También ha trabajado en Marruecos, las islas Canarias, Cabo Verde, Yemen y Arabia Saudí, además de por todo Europa y en Omán, donde trabajan desde 2004. Cuando llegan a un nuevo lugar, lo primero que hacen es averiguar qué especies hay y dónde se encuentran. “Podemos tardar dos años en encontrar esta información. Hacemos colecciones científicas de referencia si hay especies nuevas – hemos descubierto ocho especies de gecónidos en Omán – y descripciones morfológicas. Después analizamos marcadores genéticos para construir árboles filogenéticos”, explica Carranza. Es entonces cuando pueden hacerse preguntas: ¿cómo ha actuado la selección natural? ¿Son los cambios morfológicos en las islas más rápidos que en el continente? Mediante algoritmos que integran toda la información genética y geográfica, también hacen propuestas para identificar las áreas ecológicamente prioritarias de un país.

Árboles de la sangre de dragón
Árboles de la sangre de dragón.

Tecnología de papel y lápiz

El grupo suele hacer dos expediciones al año; en primavera y en otoño. En cada expedición pueden recoger hasta unas mil muestras, y necesitan permisos de recolección y exportación. El coste de una expedición de un mes a Omán, todo incluido, se acerca a los 1500 euros por persona. “Como es un país de beduinos, puedes acampar donde quieras; es su tradición”, dice el investigador.

A pesar de llevar tablets con conexión a internet y tecnologías punteras, los investigadores utilizan papel y lápiz para anotar los datos de lo que recogen. “En un lugar con tanto sol, no ves la pantalla del ordenador, y con la arena y el viento se puede estropear. El lápiz, en cambio, es infalible. Ni si quiera va bien el bolígrafo, porque se puede correr la tinta: lápiz”, sonríe el líder del grupo. Las tecnologías de información geográfica son, sin embargo, esenciales para preparar la expedición y también durante los viajes. Viajes en los cuales acumulan miles de anécdotas, algunas divertidas y otras peligrosas, como picaduras de serpientes venenosas.

“Nunca he trabajado en zonas tropicales, que son muy interesantes, porque para llegar al fondo de la cuestión necesitas un sistema rico, pero que puedas dominar. Tienes que poderlo convertir en un modelo para avanzar una vez has definido las especies. Omán es perfecto porque solo tiene 86 especies de reptiles: Méjico tiene más de 700”.

Carranza define el laboratorio como empírico y productor de nuevos datos. “Cada vez cuesta menos secuenciar, y se pueden analizar bases de datos más rápido… Pero siempre continuaremos necesitando las muestras iniciales, que es lo que nosotros recolectamos”, concluye.

 

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