La teoría de la evolución siempre ha sido predominantemente gradualista; es decir, sostiene que los cambios evolutivos se dan de forma suave, no repentina. Aun así, el propio Darwin ya se dio cuenta de que había ‘saltos’ evolutivos no explicados. «Él no pudo encontrar una explicación satisfactoria dentro de la teoría de la selección natural, y por eso no lo mencionó en sus libros; pero esta preocupación sí aparece en sus notas», nos dice Sergi Valverde, investigador en el Instituto de Biología Evolutiva (IBE: CSIC-UPF) y jefe del laboratorio de Evolución de Redes.
«La visión ‘saltacionista’ de la evolución siempre ha tenido mala fama. Dada su aparente oposición a la teoría Darwinista, defender los saltos se ha relacionado con el creacionismo o intervencionismo de lo sobrenatural, visiones no científicas», sostiene su compañero Blai Vidiella, quien actualmente trabaja en el CNRS, Francia.
Pero las cosas no están tan claras. Ya en los años 70, los paleobiólogos Niles Eldredge y Stephen Jay Gould observaron en el registro fósil que había períodos en los que no se veían cambios en la morfología de una especie, seguidos de episodios de mucha variación. Para explicar este patrón propusieron la teoría del equilibrio puntuado. Esta sostiene que, en los cambios morfológicos de una especie, hay períodos estables muy largos combinados con otros de cambio muy rápido en poco tiempo. Poco se imaginaban Eldredge y Gould que, 50 años más tarde, la controversia que generó su teoría aún continuaría.
De equilibrio puntuado a evolución puntuada
El grupo dirigido por Valverde ha indagado recientemente en esta teoría, estudiando cómo ha variado el concepto de evolución puntuada a lo largo del tiempo, y aplicándolo a diferentes campos. “En 2022, junto con antropólogos de Estados Unidos, encontramos que la evolución cultural puede pasar de gradual a puntuada por mecanismos internos. Después de este hallazgo, queríamos explorar cómo este concepto podría tener implicaciones en otras áreas, como la propia antropología o la biología», explica el jefe del grupo.
Estos estudios les han llevado a proponer un nuevo término: ‘evolución puntuada’.
«El término original, ‘equilibrio puntuado’ ha estado históricamente ligado a cambios repentinos debidos a una causa externa drástica que hacía cambiar el patrón morfológico; por ejemplo, un meteorito que hace desaparecer algunas especies o una barrera geográfica que separa permanentemente individuos de la misma especie de forma que eventualmente se convierten en dos diferentes», explica Salva Duran Nebreda, investigador postdoctoral en el laboratorio. «Pero este concepto ha dado lugar a grandes discusiones en el campo, porque es muy restrictivo».
El equipo del IBE observó que estos cambios podían deberse no solo a efectos externos sino a la propia dinámica interna de la evolución. Así, lo que proponen Valverde y sus colaboradores –entre los cuales se incluye uno de los autores iniciales del concepto ‘equilibrio puntuado’, Niles Eldredge– es utilizar el término ‘evolución puntuada’, porque el mismo mecanismo evolutivo que conduce a cambios sutiles, puede llevar a cambios drásticos, sin necesidad de efectos externos.
El mismo mecanismo evolutivo que conduce a cambios sutiles, puede llevar a cambios drásticos. Es lo que hemos llamado evolución puntual.
Sergi Valverde
Algunos ejemplos en el ámbito biológico serían la evolución del coronavirus causante de la Covid, donde las variantes muy frecuentes parecen aparecer de repente –pero en realidad son fruto de mutaciones, igual que las variantes más leves; o el cáncer, donde una persona puede parecer estar perfectamente bien y de repente tener una metástasis muy avanzada, fruto de una acumulación de mutaciones y cambios en las células a lo largo del tiempo que no son visibles– hasta que cruzan este umbral de la metástasis.
Evolución cultural
Cuando hablamos de evolución cultural, hasta ahora se asumía lo mismo que con el equilibrio puntuado –que hay un cambio drástico (por ejemplo la adopción del ordenador personal por miles de personas) porque de repente llega alguien, «un genio como Steve Jobs, que inventa Apple y revoluciona el mundo. Pero esto, este mito de la excepcionalidad, es falso«, asegura Valverde.
Las obras culturales o las nuevas tecnologías, son fruto del trabajo acumulado de muchas personas a lo largo de mucho tiempo. Cuando hay ‘estabilidad’ no significa que no pase nada; la gente sigue trabajando, y aquello que aparece y funciona se va copiando… No vemos la innovación en un mar de copias, pero sí que hay innovación, dicen los investigadores. Cuando suficiente gente adopta algo nuevo, cuando este producto es lo suficientemente bueno para captar la atención de muchas personas, es cuando vemos la innovación. “Llamamos a este punto ‘barrera de adopción’, y podemos calcular matemáticamente cuándo se alcanzará”, añade Vidiella. Continuando con el ejemplo del ordenador personal: más de una década antes de que Steve Jobs comenzara a comercializar el primer prototipo, ya los tenían parecidos en Xerox Parc, donde muchas personas desconocidas habían trabajado durante años y habían logrado crearlos. Pero ellos no pensaron que se pudieran comercializar.
Así, el mecanismo por el cual la evolución cultural puede dar saltos gigantes, en lugar de ser gradual, es la copia social. “Se puede entender de forma muy clara en el ámbito sociológico. Tú puedes tener tu propia opinión sobre a qué partido votar en unas elecciones, por ejemplo: te has informado en diferentes sitios y has elegido la opción que te parece mejor. O puedes ir con la opinión de la mayoría, elegir la opción que elige la mayor parte de tu comunidad o la gente que te rodea», explica Valverde. «Si muchísima gente elige esta segunda opción, se puede ver un cambio radical, de repente, en la opinión global. Pero en realidad es un cambio gradual de algunas personas que han logrado ‘arrastrar’ al resto por su popularidad, por ejemplo, y uniformizar la opinión. Existe este fenómeno, en el que es más probable elegir la opción más elegida«, concluye.
El mito de la excepcionalidad – llega un genio y revoluciona el mundo – es falso. Las obras culturales o nuevas tecnologías, son fruto del trabajo acumulado de muchas personas y mucho tiempo. Los grandes saltos en la evolución cultural se deben a la copia social.
De este modo, un menor o mayor peso de la elección social versus la elección pensada a nivel individual, es suficiente para ver este cambio de evolución continua a evolución puntual.
Copia social: ¿peligro u oportunidad?
Si creemos, como dicen las simulaciones del grupo, que la evolución puntual puede venir por esta copia social, ¿cuáles son las implicaciones en cuanto a la evolución de las decisiones que tomamos?
“Cada vez es más fácil uniformar las opiniones, sobre todo con comunidades que son cada día más grandes. Las redes sociales son una plataforma que permite hacer copia social a una escala inimaginable. Y lamentablemente, esto nos puede frenar a la hora de escoger las mejores opciones para enfrentarnos a retos como el cambio climático, porque puedes terminar eligiendo la opción que no es la mejor, sino la que muchas otras personas han elegido. Las redes sociales explotaron como una herramienta para democratizar y posibilitar la paz y justicia social… pero ha sido lo contrario”, lamenta Valverde.
“Además, las ideas innovadoras siempre han venido de gente ‘rara’, que va en contra de la conformidad social. No tenemos manera de impulsar la innovación si solo se refuerzan las opiniones del statu quo”, apunta Vidiella.
“No podemos impulsar la innovación si solo se refuerzan las opiniones del statu quo”
Blai Vidiella, investigador en el IBE
Entonces, ¿es mala la copia social? “Es como un yin-yang – nos ha permitido llegar a donde estamos, hace que no tengamos que reinventar la rueda todo el tiempo, y en ese sentido juega un papel clave. Pero si es excesiva, puede tener efectos negativos si copiamos lo que es malo, y puede llevar a la desinformación, cuando se prioriza lo que es reciente y popular en lugar de lo que es válido. También puede reducir la innovación”, dice Valverde. Un peligro que ahora mismo no parece inminente en la ciencia, según un estudio del mismo grupo que muestra que la disrupción científica (el abandono de antiguas ideas y la adopción de nuevas) habría aumentado en los últimos 20 años. El mismo estudio indica que podría aumentar aún más gracias a la inteligencia artificial y su capacidad para recuperar estudios disruptivos o innovadores que han pasado desapercibidos para la comunidad científica, por ejemplo, por ser de autores no reconocidos o ‘populares’.
Predecir la evolución: aprender del pasado para mejorar el futuro
Volviendo a la evolución puntual y la copia social, el grupo publicó hace un tiempo un artículo donde proponían cómo predecir el ritmo y el modo de evolución cultural en función de tres parámetros: el aprendizaje o copia social, es decir, esa tendencia a imitar a los demás; el acceso que cada individuo tiene a información verídica; y el tamaño de la población.
Así, para predecir si una nueva tecnología será adoptada o predecir su evolución (como hizo el grupo con el invento de las tijeras), habría que ver cuál es la barrera de utilidad que debe superar para ser socialmente aceptada, cuál es el nivel de transparencia necesario y cuánta gente debería adoptarla para provocar un cambio global.
En definitiva, la evolución puntual (largos períodos de estabilidad intercalados con cambios rápidos) puede ayudar a explicar las causas detrás del surgimiento y la caída repentina no solo de especies, sino también de culturas y tecnologías. Y, quizás más importante, puede ofrecernos un marco para entender las implicaciones de nuestras decisiones, prepararnos mejor e influir en el futuro del planeta y de nuestra propia historia.
Duran-Nebreda, S., Bentley, R. A., Vidiella, B., Spiridonov, A., Eldredge, N., O’Brien, M. J., & Valverde, S. (2024). On the multiscale dynamics of punctuated evolution. Trends in Ecology & Evolution. DOI: https://doi.org/10.1016/j.tree.2024.05.003