Christiane Nüsslein-Volhard es una bióloga del desarrollo con un historial realmente largo de premios y reconocimientos, incluido el Premio Nobel. Recibió este galardón en 1995, junto con sus compañeros Eric Wieschaus y Edward B. Lewis, en reconocimiento a sus investigaciones sobre el control del desarrollo embrionario, que demostraron que se debía a la acción secuencial de varios genes.
El pasado 12 de julio de 2022, un nuevo reconocimiento se sumó a su lista: su nombramiento como Doctora Honoris Causa por la «joven, moderna e internacional Universidad Pompeu Fabra», según sus propias palabras. Recibió el honor en una ceremonia en el auditorio del Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB), acompañada de una Laudatio de Cristina Pujades (UPF) y de un pequeño concierto de piano, flauta y canto.
Aprovechamos la ocasión para entrevistar a Nüsslein-Volhard sobre su carrera.
Con una lista tan extensa de reconocimientos -¡hasta un asteroide con su nombre! – ¿qué es lo que más le enorgullece de su carrera?
Creo que lo que más me enorgullece es haber tenido el valor de elegir Drosophila como sistema experimental, porque eso significaba tener que desarrollar todo un campo nuevo. Y ahora, en parte gracias a mis primeros trabajos, ¡la mosca de la fruta es uno de los modelos más utilizados en la biología del desarrollo!
¿Y qué le impulsó a estudiar la Drosophila?
Cuando estudié biología, la biología molecular ocupaba un lugar destacado, pero solo con bacterias. Al final de mi tesis, me animaron a buscar organismos superiores. Así que busqué un organismo en el que pudiera combinar la biología del desarrollo y la genética, para desentrañar la lógica y los mecanismos de construcción de un embrión. Entender el desarrollo es muy difícil, así que pensé que ir a por los genes podría ayudar a diseccionar vías complejas.
Se habían hecho estudios con moscas, pero sobre todo con adultos porque la gente pensaba que los embriones eran demasiado complejos. Probablemente eso fue el gran salto: observar el embrión y los efectos de las mutaciones no en los adultos sino en las larvas, que tienen un patrón lo suficientemente rico como para permitirnos buscar mutaciones. Encontramos 130 genes cuya mutación afectaba a este patrón, y estos genes proporcionaron las bases para los posteriores trabajos en Drosophila.
No solo establecieron a Drosophila como modelo de desarrollo, sino también al pez cebra.
Las primeras investigaciones no dejaban claro hasta qué punto los trabajos con moscas se podrían aplicar a los vertebrados. Su desarrollo parece tan diferente que mucha gente pensaba que no podían tener procesos comunes; que no podíamos aprender de las moscas. Esto fue, de nuevo, un reto, encontrar un sistema vertebrado. Había grupos que trabajaban con peces mutantes, pero no podían cultivarlos eficazmente. Así que trabajamos durante tres o cuatro años para desarrollar métodos para cultivar peces cebra a gran escala.
Mirando hacia el pasado, ¿ha habido algún reto que haya tenido que superar?
No era fácil encontrar trabajo en aquella época… Pero tuve la suerte de conseguir un puesto en el EMBL; aunque en cierto modo fue un acto de discriminación, porque solo me ofrecieron el trabajo cuando encontraron a Eric Wieschaus para que se uniera a mí ¡no confiaban en que una mujer dirigiera sola un laboratorio! Pero, de nuevo, fue una suerte, porque Eric y yo trabajamos muy bien como equipo.
¿Se arrepiente de algo?
Creo que después del Premio Nobel cometí el error de involucrarme demasiado en otras actividades. Un gran error, por ejemplo, fue convertirme en cofundadora de una empresa dedicada a los peces cebra. Realmente no tengo olfato para estas cosas, y en cualquier caso no tuvo éxito.
Pero en general, formé parte de muchos comités, tuve que dar muchas charlas... Y aunque era desafiante y emocionante (formé parte, por ejemplo, del Consejo Nacional de Ética de Alemania), me distraían del trabajo de laboratorio. Mi laboratorio no tenía el mismo nivel que antes, cosa que le ocurre a mucha gente cuando está demasiado ocupada. Además, cuando se pasa demasiado tiempo en público haciendo este tipo de cosas, no se tiene tiempo para generar nuevas ideas, porque solo se repiten las viejas una y otra vez. Así que dejé de dar charlas, ¡ganándome una mala reputación! Y cuando me acerqué a la jubilación tuve un grupo más pequeño, del me podía encargar de veras, cancelé muchas obligaciones y tuve más tiempo para dedicar a la investigación. En los últimos 10 años hemos tenido mucho éxito con un grupo mucho más pequeño que antes. Estoy muy orgullosa de ello.
Hablando de formar parte de muchos comités; esto es algo que suele ocurrir a las investigadoras senior…
Siempre advierto a las mujeres que no asuman demasiadas responsabilidades de este tipo. Si te embarcas en una tarea de este tipo, debes asegurarte de que estar ahí marca una diferencia; si solo eres un número para aumentar el porcentaje de mujeres, entonces no deberías hacerlo, porque estás perdiendo el tiempo.
“A veces no sirve de nada tener mujeres en los comités porque se considera que son parciales y no se les escucha”
Christiane Nüsslein-Volhard
¿Qué consejo le daría a su yo más joven?
Definitivamente, después del doctorado deja a tu supervisor y, si es posible, cambia de campo para elegir tu propio proyecto. Mucha gente no cambia de campo porque siente que ya ha invertido mucho tiempo en él. Pero cuando empiezas un doctorado a menudo realmente no eliges el tema, es bastante aleatorio. Así que es importante que en algún momento des un paso atrás y te preguntes qué es lo que realmente quieres. Y tienes que elegir un tema que te fascine de verdad; no solo algo que te haya dicho otra persona, o que creas que te permitirá publicar muchos artículos.
“Elige tu propio proyecto; da un paso atrás y pregúntate qué es lo que realmente quieres”
Tampoco pases demasiado tiempo quejándote de la discriminación, limítate a hacer tu trabajo. Ten cuidado con el número de tareas profesionales que asumes más allá de tu propio trabajo. Ser científico es un trabajo que requiere esfuerzo. Hay mucha más gente que quiere ser científico que puestos. Hay mucha competencia, los demás son muy buenos, y hay que esforzarse mucho para tener éxito.
En 2004, usted puso en marcha la fundación Christiane Nüsslein-Volhard para ayudar a científicas alemanas prometedoras con hijos, pagándoles una ayuda para el cuidado de los niños y las tareas domésticas.
Sí, porque ¡todas las mujeres saben lo difícil que es llevar una casa! La sociedad espera que las mujeres se encarguen de ello. Y muchas mujeres tienen esta expectativa ellas mismas, y les cuesta dejar que otros (como sus maridos, por ejemplo) les ayuden. Pero la ciencia no es un trabajo a tiempo parcial…
¿A qué se hubiera dedicado si hubiera elegido una carrera diferente?
Probablemente sería música. De hecho, toco la flauta y voy a clases de canto, ¡y me las estoy tomando muy en serio!
Ya ha publicado algunos libros, ¿lo próximo será un CD?
En realidad… ¡Ya he grabado un CD! Cantando Brahms. Pero no es muy bueno…