La relación de la inmunoglobulina A con la microbiota potencia las vacunas de la neumonía

Un equipo del Hospital del Mar Research Institute descubre que la deficiencia de inmunoglobulina A limita el efecto de la vacuna de neumococo a través de su impacto en la microbiota intestinal.

Representación de un virus rodeado de inmunoglobulina

Todavía no se conoce el origen de la deficiencia de inmunoglobulina A. Sin embargo, todo indica a que tiene un componente genético. Ilustración diseñada por Freepik

Un estudio liderado por Andrea Cerutti (Hospital del Mar Research Institute) ha encontrado que la inmunoglobulina A del intestino potencia la respuesta del cuerpo ante las vacunas de la neumonía. El estudio se ha hecho en colaboración con el Instituto de Investigaciones Biomédicas de Sant Pau (IIB-Sant Pau), el Hospital Vall d’Hebron, la Universidad Weill Cornell y el Hospital Monte Sinaí de Nueva York y la Universidad de Boston.

La investigación, llevada a cabo en ratones y seres humanos, ha visto que los ratones que tenían una deficiencia de inmunoglobulina A no respondían a las vacunas contra el neumococo o lo hacían pobremente. Estas vacunas no están relacionadas directamente con la inmunoglobulina A, sino que activan la respuesta de la inmunoglobulina G que genera los anticuerpos correspondientes. Sin embargo, este estudio pone de manifiesto que la inmunoglobulina A es necesaria para que la vacuna sea totalmente eficaz.

Esto es consistente con el hecho de que, en humanos, la deficiencia en inmunoglobulina A conlleva una respuesta más ineficiente no sólo contra la vacuna del neumococo, sino también la del tétanos o la difteria.

La deficiencia de inmunoglobulina A afecta a 1 de cada 160 personas en España.

La hipótesis que manejan los investigadores e investigadoras es que la deficiencia de la inmunoglobulina A hace que la microbiota intestinal esté desregulada. Como consecuencia, el sistema inmunitario se ve sobreestimulado y no puede generar los anticuerpos contra la neumonía.

Además, la investigación sugiere que tratar la deficiencia de inmunoglobulina A con dosis de ese anticuerpo de manera oral puede estimular la respuesta del cuerpo ante la vacuna.

Parece que los efectos de la deficiencia de inmunoglobulina A en el sistema inmunológico empiezan al poco de nacer. Entonces, se tendría que empezar la terapia en niños para que fuera efectiva.

Andrea Cerutti (Hospital del Mar Research Institute)

La relación de la microbiota con la inmunoglobulina G ya se había observado anteriormente. En cambio, hasta ahora no se había asociado la tríada inmunoglobulina A-microbiota-inmunoglobulina G. “Sabiendo que una buena respuesta de la inmunoglobulina G a las vacunas dependía de una microbiota intestinal sana, pensamos que la inmunoglobulina A, que cubre el 30% de las bacterias del intestino, podía jugar un papel importante en este ecosistema. La inmunoglobulina A maximiza la diversidad de la microbiota y promueve funciones inmunometabólicas beneficiosas,” cuenta Andrea Cerutti.

El equipo investigador recomienda, a partir de ahora, incluir el efecto de la inmunoglobulina A en los estudios sobre la relación entre la microbiota intestinal y la respuesta inmunitaria por el claro enlace funcional encontrado entre las dos inmunoglobulinas.

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