Esta fotografía de la serie «vida de laboratorio» se tomó a través de un microscopio vertical en el laboratorio dirigido por Maria Bernabeu, en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular – Barcelona (EMBL Barcelona).
Como nos cuenta François Korbmacher, postdoc del laboratorio que preparó esta muestra, el grupo estudia la interacción de los parásitos de la malaria con los vasos sanguíneos del cerebro in vitro para comprender mejor los mecanismos patogénicos de las infecciones de malaria. Los parásitos de la malaria pueden crecer in vitro infectando glóbulos rojos, que el laboratorio recibe periódicamente del banco de sangre. Para observar el crecimiento del parásito, los miembros del laboratorio fijan y tiñen frotis de sangre, uno de los métodos más rápidos para evaluar el desarrollo del parásito y que se emplea ampliamente para el diagnóstico en países endémicos.
El parásito de la malaria, Plasmodium, infecta los glóbulos rojos humanos en un ciclo asexual de unas 48 horas. Dado que son principalmente los parásitos maduros los que muestran efectos patológicos, el laboratorio está interesado en los parásitos de más de 24 horas tras la infección de los glóbulos rojos. Por lo tanto, los parásitos se cultivan de forma sincronizada, para lo cual es necesario evaluar el momento adecuado mediante tinciones de frotis sanguíneo. Por eso, necesitan hacer un seguimiento diario del crecimiento en el laboratorio, como hace María Gestal Mato en esta foto de abajo.
Cuando los parásitos están listos, pueden utilizarse para la perfusión de microvasos cerebrales in vitro, generados por bioingeniería. De este modo, el laboratorio puede estudiar la interacción del parásito con los vasos sanguíneos y su impacto en su salud y función.