La bióloga evolutiva Rosa Fernández (Madrid, 1983) es una apasionada de viajar y descubrir mundo. Algo que, en cierta medida, puede hacer gracias a su trabajo. Desde diciembre de 2019 dirige el grupo de grupo de investigación de filogenómica de los metazoos en el Instituto de Biología Evolutiva (IBE: CSIC-UPF). Reconoce que empezar un grupo de investigación en plena pandemia no ha sido fácil. Pero a ella, el reto no la ha asustado. Cuando habla de su trabajo, Rosa desprende energía y muchísima pasión y se nota que está gozando de haber conseguido lo que durante muchos años había sido su sueño: dirigir su propio grupo de investigación y hacerlo a su manera.
Al empezar a dirigir el grupo Rosa creó una página web para presentar a los miembros, contar sus hitos y algo innovador y muy interesante: explicar su filosofía de trabajo. Entre otras cosas, Rosa cuenta que huye de la jerarquía, valora el sentido del humor y, por encima de todo, quiere hacer ciencia de una forma que esté en línea con sus valores.
“Mi equipo es mi absoluta prioridad. Esto es porque si tienes éxito, yo triunfo contigo, y si fracasas, yo también lo hago”
Rosa Fernández (IBE:CSIC-UPF)
¿Por qué es importante para tí dejar escrito cómo quieres que sea tu laboratorio?
Yo siempre he estado en laboratorios muy grandes y he visto cosas que me han gustado y cosas que no. Además, siempre he tenido muy claro que quería ser investigadora principal (IP) y le he dado muchas vueltas a cómo quería que fuera mi grupo. Con los años, te das cuenta que la carrera investigadora es muy dura porque estás evaluada constantemente y el rechazo es constante ya sea porque no te aceptan un artículo, no te dan una beca, etc. Esto, sumado a la falta de estabilidad, hace que mucha gente acabe muy quemada. Y, sinceramente, creo que no hace falta meter más presión para tener mejores resultados científicos.
En los últimos años, he hecho distintos cursos de liderazgo de equipos para aprender cómo motivar a la gente, porque en este trabajo no puedes trabajar sola. Todos tenemos cosas buenas y malas y todos sabemos cosas que los otros no saben. Y yo quiero adaptarme a cada miembro de mi equipo para sacar lo mejor de cada uno. Además, en nuestro laboratorio todos los proyectos están muy solapados y así podemos interactuar y ayudarnos mutuamente. Y esto me parece importante, porque nos permite interaccionar más.
Hablas mucho en plural. ¿Nada de jerarquía?
Quizás es porque acabo de empezar y no me gusta que me vean como la jefa, pero quiero que todo el mundo tenga el mismo peso. Hay veces que un estudiante de máster puede saber más de un tema que de cualquier otro miembro del laboratorio, incluso que el o la Investigadora Principal, y esto hay que tenerlo en cuenta.
En España hay mucha jerarquía. En la universidad yo no preguntaba mucho. Los estudiantes no acostumbran a mandar un correo electrónico a un IP, y me parece importante que aparquemos la jerarquía y podamos trabajar juntos para resolver las preguntas científicas, que es lo que importa al fin y al cabo.
«Es hora de que aparquemos la jerarquía y podamos trabajar juntos para resolver las preguntas científicas, que es lo que importa»
Rosa Fernández (IBE:CSIC-UPF)
No puedo evitar la pregunta. ¿Esta inquietud de liderar de una forma distinta viene de que has tenido buenos mentores o todo lo contrario?
Yo he tenido muy buenos mentores. Tanto en el laboratorio de Zoología del Suelo de la Universidad Complutense de Madrid, donde hice mi doctorado, como en los laboratorios de Gonzalo Giribet en la Universidad de Harvard y de Toni Gabaldón en el Centro de Regulación Genómica (CRG), donde hice mis estancias como postdoc, me han dado mucho apoyo. Pero muchos amigos y amigas cercanos se han quedado por el camino y esto me ha hecho reflexionar. Yo he tenido la suerte de encontrarme con gente que daba crédito a lo que yo hacía. Si ayudaba en la dirección de un trabajo de máster, yo aparecía como directora. Y cuando te evalúan para una beca, hay mucha gente que no puede demostrar el trabajo que ha hecho.
Justamente, creo que este contraste de la suerte que yo he tenido con lo que he visto a mi alrededor, me ha hecho reivindicar cómo quiero que sea mi laboratorio y además, hacérselo saber a la gente. Quiero que los nuevos miembros que lleguen, sepan dónde van porque muchas veces, como estudiante, no sabes dónde te metes.
¡Ojalá todo el mundo hubiera reflexionado sobre como quiere construir su equipo!
De hecho, yo la idea la saqué de un taller de liderazgo femenino que organizó el programa libra del CRG. A mí, este taller me iluminó a la hora de decidir y desarrollar cómo quería que fuera mi estilo de liderazgo. Recuerdo que una instructora nos mostró páginas web de IPs que explicaban cómo querían liderar sus equipos. Y a partir de aquí, estuve mirando webs para inspirarme y me puse a escribir esta definición.
Al fin y al cabo, empezar un grupo de investigación es como entrar en una casa nueva. Quieres arreglarla a tu gusto para sentirte bien en ella.
Hablemos un poco del trabajo que ya habéis hecho para construir el grupo. ¿Cómo ha sido arrancar un laboratorio el año de la pandemia? A juzgar por las becas que habéis recibido, ¡no os ha afectado mucho!
Conseguir financiación lleva mucho tiempo y en nuestro caso ha salido bien porque hemos trabajado duro y hemos tenido mucha suerte. Cuando pides becas nunca sabes si te las van a dar, y ¡conseguir la ERC nos cambió la vida totalmente!
Al empezar el grupo a finales de diciembre de 2019, pudimos aplicar a las convocatorias de 2019 y 2020, y esto nos ha dado más oportunidades. Y la pandemia… nos ha retrasado un poco, pero como casi no habíamos empezado a trabajar, no nos paró tanto.
Tu laboratorio es muy joven, pero ya sois nueve personas. Y además, ¡abundan las mujeres! ¿Te has esforzado para atraer a científicas?
No, la verdad es que no he hecho ninguna distinción a la hora de seleccionar a los candidatos. Creo que ver una investigadora principal, ya inspira mucho. Para muchas mujeres que hacen ciencia, trabajar en un grupo liderado por una mujer es una motivación. Pero si todas las aplicaciones hubieran sido de hombres, obviamente hubiera puesto algún tipo de filtro.
¿Por qué?
Porque somos muy pocas mujeres en ciencia y no puede ser. No es justo ni tiene sentido. Si no nos esforzamos en dar oportunidades por igual a todo el mundo nos estamos perdiendo muchísimos cerebros brillantes. Fíjate, en el IBE solo somos 5 mujeres investigadoras principales. Y, sobre todo, faltan mujeres jóvenes porque se junta el momento de arrancar un grupo con la maternidad y es complicado.