¿Qué piensan tus células de que fumes marihuana?

El grupo de bioinformática del ISGlobal trata de investigar qué cambios se producen en la metilación del ADN tras el consumo de marihuana. Natàlia Carreras, estudiante de doctorado, nos lo cuenta.

El consumo de marihuana ha aumentado drásticamente en los últimos años. Crédito: Foto de Elsa Olofsson en Unsplash

Este post ha sido escrito por Natàlia Carreras sobre su tesis doctoral. Natàlia fue una de las ganadoras de los premios Rin’4 (Explica tu tesis en 4 minutos).


En los últimos años, el consumo de marihuana o cannabis ha incrementado drásticamente, sobre todo entre los jóvenes. En 2019, el Ministerio de Salud hizo una encuesta a la población española donde el 37,5% de la población aceptó haber consumido cannabis alguna vez y el 2,9% diariamente. Además, la misma encuesta estimó 18 años como la edad media en la que se empieza a consumir esta droga.

Este alto número de consumidores se explica, en parte, por los efectos a corto plazo. El cannabis es capaz de generar una sensación de euforia, relajación, incremento de la percepción sensorial o, en ciertas ocasiones, alivio del dolor. Sin embargo, no podemos dejar de lado los efectos neurotóxicos a largo plazo cuando el consumo es elevado o constante a lo largo del tiempo. Una incógnita que sigue pendiente de resolver es a través de qué mecanismos moleculares la marihuana llega a afectar al cerebro.

Mi nombre es Natàlia y soy estudiante de doctorado en el grupo de bioinformática del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). El objetivo de mi tesis es investigar cómo cambia la molécula de ADN tras el consumo de Cannabis y a qué genes afecta, para poder entender cómo afecta posteriormente al cerebro.

Para llevar a cabo este estudio, usamos un grupo de 3,600 individuos de EEUU, de los cuales conocemos su historial clínico y sus hábitos. Entre las preguntas del cuestionario, los participantes tienen que responder qué tipos de drogas recreacionales usan y con cuanta frecuencia. En cuanto al consumo de marihuana, el 85% de los participantes no han consumido nunca, el 6% en ocasiones especiales, el 1,4% una vez a la semana, el 2,1% entre 3 y 5 veces a la semana y el 2% a diario.

Durante el reclutamiento, de cada participante se obtiene una muestra de sangre de la cual separamos las células sanguíneas y luego extraemos el ADN. El ADN es una molécula muy compleja que depende de muchos factores para poder expresar los genes contenidos en ella. En concreto, nosotros nos centramos en la metilación, la adición de un grupo metilo a la secuencia de ADN. La metilación hace de interruptor de los genes: mientras que un gen metilado normalmente va a estar desactivado, un gen no metilado va a poder llevar a cabo su función. Precisamente, la metilación es la que permite que en cada tejido se expresen unos genes distintos, ya que la secuencia del ADN es la misma en todas las células, pero la metilación es distinta según el tejido.

Otro factor que hace cambiar la metilación del ADN es nuestro comportamiento y el ambiente al que estamos expuestos. Por ejemplo, se conoce el gran impacto que tiene el tabaco en la metilación del ADN. Y lo que es más curioso, el efecto del tabaco en la metilación se ha llegado a ver en niños y niñas durante la infancia en casos donde la madre ha fumado durante el embarazo. Por lo tanto, hay exposiciones que dejan una huella en el ADN años más tarde de haber dejado de estar expuestos.

En nuestro caso, nos centramos en los cambios en la metilación en el tejido sanguíneo debidos al consumo de marihuana. Hasta el momento, hemos encontrado pequeños cambios en la metilación del ADN que afectan a genes relacionados con el equilibrio neuromuscular. Observamos que, a medida que el consumo es mayor, los cambios en la metilación también son mayores proporcionalmente. De este modo, los individuos que fuman diariamente presentan cambios más significativos que los que fuman una vez a la semana, por ejemplo. Esto podría explicar, en parte, la asociación entre consumo de marihuana y efectos neurotóxicos en el cerebro a largo plazo.

Sin embargo, somos conscientes que haría falta estudiar los cambios en la metilación en el cerebro para validar estos resultados, ya que es el tejido más afectado. Lamentablemente, es casi imposible obtener muestras de cerebro de personas fumadoras de marihuana. No obstante, si en pocos individuos ya hemos encontrado algunos pequeños cambios en sangre, es posible que un mayor número de participantes y mayor porcentaje de consumidores ayude a validar nuestros resultados.

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