“Los científicos que estudiamos la evolución humana tenemos el deber moral de hablar de ello, para contrarrestar prejuicios»

Carles Lalueza-Fox es un apasionado del ADN antiguo y lo que éste nos puede enseñar sobre nuestra historia. En este artículo, el responsable del laboratorio de paleogenómica del IBE nos habla de su investigación.

Dos estudiantes de doctorado, dos de máster y un postdoc: los cinco miembros del grupo de paleo genómica de Carles Lalueza-Fox

Dos estudiantes de doctorado, dos de máster y un postdoc: los cinco miembros del grupo de paleo genómica de Carles Lalueza-Fox en el IBE (CSIC-UPF).

Carles Lalueza-Fox dirige el laboratorio de paleogenómica del Instituto de Biología Evolutiva (IBE: CSIC-UPF) desde el 2008. El objetivo del grupo es recuperar y analizar genomas del pasado para entender procesos evolutivos. Su definición de “pasado” es muy laxa: desde pocas décadas hasta decenas de miles de años. “Ahora mismo estamos estudiando un ejemplar de neandertal de unos 170.000 años”, explica.

 

El objetivo del laboratorio de paleogenómica dirigido por Carles Lalueza-Fox es recuperar y analizar genomas del pasado para entender procesos evolutivos.

 

Estudiar ADN antiguo presenta ciertas dificultades, como por ejemplo su degradación. El porcentaje de secuencias de ADN que realmente pertenecen a la muestra respecto al total de secuencias recuperadas (denominado «eficiencia» de la muestra) es muy bajo en el sur de Europa, en parte debido a las condiciones térmicas desfavorables. “En la mayoría de muestras de neandertales, neolíticos o de mamuts encontradas en la península Ibérica, las secuencias de ADN endógeno se encuentran por debajo del 1%. El resto pertenecen a bacterias”, explica Lalueza-Fox. Esto hace que sea complejo y caro recuperar ADN, porque hay que secuenciar mucha cantidad. “Siempre digo que he nacido en el lugar incorrecto. Siberia habría sido mejor”, bromea el científico.

Para sobreponerse a esta dificultad, el grupo intenta estudiar muestras con la mayor eficiencia posible. “Hace poco conseguimos recuperar un diente del primer cazador-recolector europeo que tenía un 50% de eficiencia. Esto nos facilitó el análisis y mostramos que, sorprendentemente, tenía la piel oscura y los ojos azules”, dice el jefe del grupo. Cuando a pesar de todo la eficiencia es baja, utilizan técnicas “de captura” que facilitan identificar este 1% de ADN endógeno.

 

La prehistoria más cercana

Las nuevas tecnologías de secuenciación masiva facilitan el control de la contaminación y han permitido recuperar genomas de nuestra prehistoria más cercana. “Mis intereses están cambiando hacia el mesolítico, la llegada de la agricultura, la edad del bronce… Curiosamente están menos explorados que los neandertales, a pesar de que son más recientes”, explica Lalueza-Fox.

 

Las nuevas tecnologías de secuenciación masiva facilitan el control de la contaminación y han permitido recuperar genomas de nuestra prehistoria más cercana.

 

Hay muchas culturas definidas arqueológicamente que no se han estudiado genéticamente. Hacerlo puede dar pistas sobre cómo han surgido. Por ejemplo, la cultura del vaso campaniforme — llamada así porque hacían cerámica en forma de campana— ha dejado su huella desde Alemania hasta Portugal. El grupo está analizando muestras de individuos enterrados en diferentes lugares de Europa donde se ha encontrado este tipo de cerámica. Si resulta que se asemejan más entre ellos que a las poblaciones actuales de estas zonas, esto indicaría que la aparición de esta cultura por toda Europa fue debida a movimientos migratorios, y no a una expansión de ideas.

 

Diversidad de proyectos

Recientemente el laboratorio ha desmentido con sus análisis que una mancha de sangre de 200 años perteneciera a Luís XVI. Ahora están analizando huesos de un cementerio del Quebec que podrían ser parte de la pequeña población de fundadores que llegaron en el siglo XVII. El análisis de este genoma es interesante desde el punto de vista biomédico, porque hay enfermedades mendelianas graves presentes en Quebec que son muy poco frecuentes en otros lugares del mundo.

Según este investigador, sólo la imaginación es el límite de lo que se puede estudiar. “Hace unas semanas fui a la cueva de El Castillo para secuenciar una pintura rupestre de hace 45.000 años. Se hizo soplando el pigmento desde la boca y pensé que, si quedaba saliva, podría encontrar ADN y podríamos saber quién la hizo. Hay gente que cree que la habrían hecho los neandertales, y no los humanos. Es una locura, ¡pero tengo curiosidad!”, confiesa.

 

El grupo es uno de los cuatro laboratorios en el mundo que ha secuenciado genomas antiguos enteros.

 

El grupo del IBE es uno de los cuatro laboratorios en el mundo que ha secuenciado genomas antiguos enteros. Lalueza-Fox, además, ha escrito varios libros de divulgación. Al investigador le apasiona su trabajo y por eso escribe, pero tiene otras razones: “Creo que hay un cierto deber moral por parte de los científicos que trabajamos en diversidad y evolución humana de hablar de estos temas, por la cantidad y fuerza de los estereotipos y prejuicios que hay”.

 

Podéis escuchar a Lalueza-Fox hablar de su investigación en aquest video (en inglés):

 

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