Investigadores e investigadoras del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) se encuentran entre los promotores y primeros firmantes de la «Declaración de la Comunidad Científica Global: Defendiendo la Ciencia, el Conocimiento y el Interés Público frente a la Supresión Política«, que ha sido suscrita hasta la fecha por más de 600 personas.
La declaración fue lanzada el 2 de abril por el consorcio SPHERA (Single Planet Health and Environmental Research Agenda), una red europea que reúne a destacadas instituciones de investigación en ciencias medioambientales, cambio climático, economía, ciencias sociales y salud mundial. Era una respuesta a las graves preocupaciones suscitadas por los «cambios de política en Estados Unidos en materia de independencia científica, protección del medio ambiente e iniciativas de salud pública», según afirman los promotores de la declaración.
Manolis Kogevinas y muchos otros investigadores e investigadoras de ISGlobal decidieron tomar partido, reconociendo la urgente necesidad de una respuesta unificada y proactiva. Investigadores e investigadoras de otros centros del Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB) también han firmado la declaración, que sigue abierta a las firmas en la página web de SPHERA.
Kogevinas y sus colegas también publicaron una Carta al Editor en la revista Nature en defensa de la integridad científica y la libertad académica. Y el pasado 22 de mayo organizaron un seminario web para abordar estos ataques a la ciencia, debatir sus raíces y sugerir una línea de actuación para adoptar una postura firme que proteja la libertad científica y abogue por políticas basadas en la evidencia.
Ataques políticos a la ciencia
Más de 170 personas participaron en el debate en línea, moderado por Roel Vermeulen (Universidad de Utrecht).
El seminario web comenzó con Francesco Barone Adesi (Universidad de Piamonte Oriental, Novara-Italia). Dio una visión general de los primeros 4 meses de la administración de Trump, empezando, ya desde su primer día en el cargo, por las órdenes ejecutivas relativas a la «existencia de sólo 2 sexos biológicos» y la posterior eliminación de toda referencia al género de las agencias federales, así como la prohibición de todas las actividades que promueven la DEI (Diversidad, Igualdad e Inclusión, por sus siglas en inglés). En respuesta, se retiraron sitios web para eliminar las referencias a la DEI o al género – e incluso después de que un tribunal ordenara la restauración de los sitios web, siguen faltando muchos datos. Barone Adesi destacó cómo la incertidumbre sobre lo que exigía la ley condujo a una «obediencia anticipada» por parte de los empleados, por miedo a perder la financiación o el empleo.
Más allá de las cuestiones de género, los despidos masivos de trabajadores federales también afectaron a la ciencia, con más de 280.000 personal científico despedido. A eso hay que añadir el recorte de los «overheads»s – el dinero de las becas de investigación que no se utiliza directamente para la investigación, sino para todo lo que la apoya – de alrededor del 50% al 15%; otra de las órdenes de la nueva administración estadounidense.
En sólo una semana, muchas agencias federales perdieron hasta el 10% de sus empleados, y algunas tuvieron que cerrar.
Francesco Barone Adesi (Universidad de Piamonte Oriental)
Las universidades – incluida la de Harvard, que a su vez ha demandado a la administración estadounidense en una batalla todavía en curso – también han sufrido recortes en su financiación, con diferentes pretextos.
No menos preocupante es el establecimiento de una nueva agenda de investigación, poniendo en puestos clave – desde el cambio climático hasta las vacunas – a aliados de la administración.
Como consecuencia de todo ello, cada vez más científicos estadounidenses buscan trabajo en Europa, y ha disminuido el número de estudiantes e investigadores internacionales que van a Estados Unidos. De hecho, las políticas estadounidenses también afectan al resto del mundo. «La desesperación no sirve de nada: tenemos que actuar. Protestar más enérgicamente, documentar todos los ataques, ayudar a salvar los datos», dijo Barone Adesi. Ese era uno de los objetivos de este seminario web.
Un testimonio de primera mano
En el seminario web también participó Beate Ritz, de la Escuela de Salud Pública de la UCLA, en EEUU, que habló en primera persona de su universidad y de sus propias experiencias: desde las respuestas a las protestas de Gaza en el campus hasta la orden de «suspensión de trabajo» que recibió para una de sus subvenciones. «Estas órdenes de “suspensión del trabajo” están llegando para cualquier subvención que mencione la DEI o el cambio climático, incluidas subvenciones muy importantes, como una de la NASA que había recibido apoyo durante 45 años… Ahora ya no están», lamentó. Dio una visión real de los efectos de las acciones de la administración estadounidense mencionadas anteriormente. Habló del miedo a estas órdenes de suspensión de los trabajos, del vocabulario que deben revisar o que no pueden utilizar si quieren obtener una subvención, de cómo esto les está haciendo perder plazos para otros fondos. Y de cómo, aunque consigan nuevos fondos, no tienen el personal necesario para gestionarlos, porque la contratación también está restringida y controlada.
«La comunidad científica de EE.UU. teme – y está sufriendo – la pérdida de financiación, pero también nos mantenemos unidos y nos manifestamos».
Beate Ritz (Escuela de Salud Pública de UCLA)
Efectos que van más allá de EE.UU.
A continuación, Michelle Turner, investigadora de ISGlobal, compartió ejemplos de experiencias recientes en su campo, la epidemiología ambiental. El hecho de que tres expertos estadounidenses se retiraran oficialmente de una reunión de la OMS en febrero, debido a las restricciones de su gobierno. O que uno de sus artículos fuera rechazado por la revista estadounidense Environmental Health Perspectives, justificandolo en «acontecimientos recientes». Unos meses después, esta revista ya no acepta nuevos artículos, debido a «cambios en los recursos operativos».
Las revistas también están recibiendo solicitudes de cambio de nombre de autores de artículos ya publicados, ya que los investigadores estadounidenses temen perder su trabajo si se publica con su nombre un artículo sobre un tema ahora «prohibido»… ¿Qué deben hacer los editores en estos casos? Las respuestas no son obvias, aunque la postura oficial del ICMJE (Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas por sus siglas en inglés) es que deben decir no a estas peticiones que tienen una orientación política.
La influencia de las decisiones políticas se observa también en las conferencias, o en el sistema editorial.
Michelle Turner (ISGlobal)
Turner lanzó otras preguntas abiertas al público: ¿Es seguro viajar a conferencias que llevan ciertas palabras en el título? ¿Debe uno censurar su propio trabajo para que sea aceptado? ¿Debería cambiarse la sede de la conferencia a un lugar fuera de EE.UU. para evitar problemas a la hora de asistir y presentar?
Las raíces de todo… y el futuro que debemos crear
Por último, Paolo Vineis, del Imperial College de Londres, habló de las raíces ideológicas de lo que está ocurriendo, y Kogevinas dirigió un debate sobre qué se puede hacer ante los ataques a la investigación para el cambio climático y la salud.
«Hablar de ello, que la gente lo sepa», fue el consenso. «Pero el público en general y los responsables políticos no leen revistas especializadas como Nature, así que tenemos que comunicarnos mejor para llegar también a los jóvenes, utilizando su lenguaje, acudiendo incluso a Tik Tok y similares – porque otros lo hacen enviando mensajes equivocados», señaló Barone Adesi.
Los participantes señalaron la necesidad de llegar al público y a los responsables políticos y hacerles ver los efectos negativos de estos ataques y la importancia de la ciencia.
Aunque algunos argumentaron que la ciencia es «demasiado compleja para Tik Tok», otros coincidieron en que hay que hacer lo necesario para que el público tome conciencia y actúe para mover la política, para presionar a los gobiernos. Y Ritz instó a la comunidad investigadora a hablar con todo el mundo (asociaciones de pacientes, periodistas, financiadores…) para explicar por qué necesitamos defender la ciencia. «Necesitamos confianza, que la gente nos crea», afirmó.
Kogevinas clausuró el acto advirtiendo también sobre el futuro de la financiación de la investigación en la UE y la necesidad de presionar para garantizar aquí la financiación futura de la investigación sobre salud medioambiental climática. Ya sea en Estados Unidos, en Europa o en cualquier otro lugar, «tenemos que permanecer unidos y cubrirnos las espaldas mutuamente», concluyó.
