Persiguiendo mariposas: un viaje transcontinental

Hablamos con Roger Vila, investigador del IBE que ha coliderado una investigación que ha permitido describir la ruta migratoria de la mariposa Vanessa cardui; la ruta más larga conocida en insectos hasta hoy en día.

De derecha izquierda: Gerard Talavera, Eude Goudégnon, Roger Vila y Martial Kiki en una expedición para encontrar a V. cardui en Benin en el año 2014. Foto: Roger Vila.

La  mariposa vanesa de los cardos, Vanessa cardui, busca «la eterna primavera» y migra intentando encontrar las condiciones óptimas para completar su ciclo vital. Hasta hace poco, se sabía que este lepidóptero habitaba Europa durante el verano y primavera, pero que en épocas más frías marchaba hacia África. Y, aunque se tenían indicios de su presencia en Marruecos, la complejidad logística de monitorizar el recorrido de unos organismos tan pequeños hacía que no se supiera con exactitud dónde pasaban el invierno europeo.

Recientemente, una investigación ha realizado estudios de campo durante 2 años en diferentes lugares de África y ha documentado 280 nuevos lugares de cría que no se conocían. Este hallazgo ha permitido completar la ruta migratoria de este lepidóptero, que aunque vive tan solo un mes, recorre 15.000 km desde Europa hasta África sub-Sahariana, atravesando el desierto del Sáhara. Así, se ha descubierto la ruta migratoria más larga conocida en insectos hasta hoy en día.

El estudio ha contado con colaboradores de todo el continente africano y ha sido coliderado por Roger Vila, investigador principal del Laboratorio de Diversidad y Evolución de las Mariposas del Instituto de Biología Evolutiva (IBE: CSIC-UPF), y su ex-doctorando y ahora compañero y amigo, Gerard Talavera, investigador del Instituto Botánico de Barcelona (IBB, CSIC-Ayuntamiento de Barcelona). En El·lipse hemos hablado con Roger para conocer mejor cómo han desarrollado el proyecto.


¿Cómo surgió la idea de muestrear África en la búsqueda de V. cardui?

Ya hacía muchos años que teníamos esta idea en la cabeza. En el año 2009 a raíz de una migración masiva de mariposas Vanessa cardui aquí en Cataluña empezamos a darle vueltas a cómo, sin muestrear el continente, podríamos demostrar que sobrevuelan África. Fue entonces cuando consideramos secuenciarlas y analizar el polen de sus alas. El problema fue que, cuando nos dispusimos a recolectar individuos, la ola ya había pasado y tuvimos que esperar hasta la siguiente migración masiva, en el año 2012. Recuerdo que llegaban por el mar a la playa de Gavà, y llegaban tan agotadas que se paraban en la arena o en la primera flor que encontraban.

Cogimos algunas para secuenciar y fue un momento increíble cuando comprobamos que las V. cardui llevaban las alas cargadas de polen africano. Gracias a ello pudimos validar el uso del metabarcoding en polen – esto es, el análisis genético del ADN de una muestra que permite identificar las especies que hay en ella – como herramienta para reconstruir las migraciones.

¿Cómo ha sido organizar la primera red de monitorización a gran escala de un insecto en África?

La verdad es que ha sido un proyecto bastante complejo. Hemos contado con colaboradores y colaboradoras de 17 instituciones – muchas africanas, de Kenya, Benin, Camerún, Etiopía o Senegal, pero también de Polonia, Inglaterra, Italia e incluso Canadá – que nos han ayudado a hacer la monitorización. Personal investigador y estudiantes con mucha energía y muy interesados que han tenido la voluntad de formarse y aprender los protocolos y han permitido hacer posible este estudio.

Pero además de los nuevos contactos que hemos hecho, hemos contado con la financiación del National Geographic, el Zoo de Barcelona, la British Ecological Society, el CSIC, el Ministerio de Ciencia e Innovación y el Gobierno de Canadá. Gracias a ello hemos podido sufragar los costes de una investigación tan grande como esta.

¿Qué implica el nuevo hallazgo?

De esta especie teníamos muy estudiado su comportamiento en Europa y sabíamos que llegaba al norte de África siempre buscando el momento después de las lluvias más fuertes, pero desconocíamos qué pasaba más al sur durante los inviernos europeos. Teníamos modelos que habíamos construido a partir de algunas expediciones, pero eran muy limitados. Ahora, por fin hemos conseguido completar la ruta migratoria más larga que se conoce hasta ahora en insectos.

Hemos conseguido completar la ruta migratoria más larga que se conoce hasta ahora en insectos; unos 15.000 km desde Europa hasta el África sub-Sahariana.

La extensa monitorización que hemos llevado a cabo en los últimos años nos ha permitido comprobar que la mariposa Vanessa cardui atraviesa el desierto del Sáhara. También hemos podido documentar cerca de 300 lugares de cría que no conocíamos. Con estos datos podemos ajustar los modelos anteriores y obtener modelos más potentes que nos permitan detectar potenciales lugares de cría en regiones similares.

¿Alguna anécdota curiosa de este estudio?

Algo que nos pasó es que, según nuestros modelos, V. cardui cría en el Sáhara occidental en febrero. Pero eso no cuadraba, porque aquello es todo desierto y no crecen plantas en esa época. Además, cuando mirábamos las bases de datos, efectivamente no había indicios de que hubiera ninguna planta, ni cardos, ni nada. Mirando mapas satélites vimos unas manchas verdosas… así que decidimos ir, y vimos que efectivamente hay unas pequeñas depresiones donde se acumula la humedad, hasta el punto que se crean incluso balsas. Duran tan sólo 4-5 días, pero es suficiente para que crezcan las plantas y efectivamente ¡encontramos V. cardui poniendo huevos!

¿Por qué son importantes estos resultados que habéis encontrado?

Con los nuevos modelos podemos estudiar cómo el cambio climático puede afectar a las rutas migratorias de este lepidóptero, así como las implicaciones ambientales que podría tener un cambio en las mismas.

Asimismo gracias a estas expediciones hemos podido ver migraciones muy bonitas que ya hacía tiempo que buscábamos. Por un lado, la de una mariposa nocturna y por otro, la de la libélula emperador errante. Aunque ya sabíamos que migraba (de ahí su nombre), no sabíamos muy bien por qué zonas de África se movía. Y fue increíble ver tantos ejemplares volando juntos. Esto también nos permitió poder coger individuos que luego en el laboratorio analizaremos para estudiar mejor su ruta migratoria.

Algo curioso que nos sorprendió de estas libélulas fue que al principio nos costaba mucho reconocer la especie. En África, el emperador divagante no tiene los colores azules llamativos que tiene aquí en Cataluña. Esto es porque las que están en África acaban de emerger, no han madurado sexualmente y tienen el síndrome migratorio; una fase donde sólo piensan y dedican toda su energía a volar. En cambio, cuando llegan a la península, donde hay unas condiciones ambientales más favorables, maduran sexualmente y buscan a su compañero reproductor.

Roger, muchas gracias por recibirnos y ¡seguimos atentas a tus investigaciones!

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