El Proyecto BiSC liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) está realizando las primeras resonancias magnéticas a los participantes, en el Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC) de la Fundación Pasqual Maragall. Se trata de una prueba clave para entender cómo afecta la contaminación atmosférica en la salud de los bebés y su desarrollo cerebral.
Este proyecto – Barcelona Life Study Cohort – pretende reclutar 1200 mujeres embarazadas para estudiar el papel de la placenta frente a los contaminantes del aire en el desarrollo del cerebro de los niños y niñas antes y después del parto.
A las mujeres se les hace un seguimiento a las semanas 12, 20 y 32 del embarazo, midiendo su exposición a la contaminación ambiental. Esto incluye no sólo los principales contaminantes atmosféricos, sino también la contaminación acústica y el estrés, así como la importancia de la actividad física y los espacios verdes.
Después, una vez han nacido los hijos e hijas, a las madres se les sigue haciendo un seguimiento, y a los niños (de forma optativa) se les hace una resonancia magnética a los 15 días. Más adelante, a los 6 y 18 meses, se les hacen otras pruebas de neurodesarrollo.
Todo esto es para analizar si hay efectos en la estructura de su cerebro, ya que los principales hallazgos realizados hasta ahora apuntan a la existencia de efectos perjudiciales de la contaminación del aire sobre las funciones cognitivas de niños y niñas en edad escolar y también a cambios funcionales en este órgano. Recientemente, se ha demostrado en niños de 7-9 años, que la exposición prenatal a la polución puede provocar una reducción del cuerpo calloso, una región del cerebro.
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