Los ‘iconos’ de pandemia: ¿dónde están las mujeres?

Las personas con mayor visibilidad en 16 países como expertas en cuestiones científicas o sanitarias durante la pandemia comparten mayoritariamente ocho rasgos socioculturales. Una de ellos es ser un hombre. Hablamos con Gema Revuelta de este estudio.

Un estudio ha analizado las características de las personas más icónicas de la comunicación durante la pandemia. Imagen de recurso (banco de imágenes pexels) de la UPF.

El Informe Quiral de 2018 «Mujer, salud y comunicación» mostró hace ya 5 años el gran sesgo de género existente en el uso en los medios de comunicación de voces expertas y de referencia en el campo sanitario. Éstas eran mayoritariamente de hombres, a pesar de ser unas profesiones cada vez más feminizadas. Después de 5 años, y una pandemia que ha revolucionado la sociedad entera, ¿hemos mejorado en este aspecto?

Un reciente trabajo, en el que ha participado el Centro de Estudios de Ciencia, Comunicación y Sociedad (CCS), ha analizado las características de los “iconos de la pandemia”, aquellas personas que se convirtieron durante la pandemia creada por el coronavirus en la cara pública de la ciencia, explicando lo que se iba conociendo y las medidas que se iban implementando. El estudio se ha realizado en 16 países, donde las explicaciones y opiniones de estos «pandem-icons» tuvieron mucho poder en la esfera pública e influyeron en la propia comunidad científica y sanitaria – y muestra que no hemos avanzado mucho.

Hablamos con Gema Revuelta, directora del CCS, sobre los resultados de este estudio, especialmente desde un punto de vista de género, con motivo del día internacional de la mujer y la niña en la ciencia, que se celebra este sábado 11 de febrero.

Sólo 3 de las 16 personas que se han convertido en ‘iconos’ de la pandemia en diferentes países eran mujeres. ¿Os ha sorprendido?

Teniendo en cuenta que la mayor parte del personal sanitario y de investigación biomédica está formado por mujeres, realmente debería chocarnos. Sin embargo, nos lo esperábamos.

Lo que hemos visto es que estos ‘iconos’ poseían una combinación de características personales y profesionales que coincidían en buena parte con lo que ya se había estudiado antes para definir lo que se había llamado “científicos visibles” o “célebres”. Y muchas de estas características tienen una clara desviación de género.

Por ejemplo, una característica era la ocupación de un cargo de alto nivel y sabemos que el poder es algo que tiene un sesgo de género claro. Pero hay otros rasgos que explican el sesgo de género. Por ejemplo, algunas características se relacionan con la capacidad de los iconos para utilizar (para bien o para mal) los medios de comunicación y las redes, o con saber convertirse en protagonistas. Y hasta ahora, estos rasgos son más frecuentes entre los hombres que entre las mujeres. Incluso el solo hecho de ser hombre se ha asociado a tener más probabilidades de convertirse en un científico más visible. Obviamente, muchas de estas características están interrelacionadas.

¿Qué hace que una persona gane visibilidad como experta en una cuestión relacionada con la ciencia?

Antes de nuestro estudio, se habían identificado en los científicos visibles y célebres 12 características. Nosotras hemos visto que los iconos mundiales de la pandemia tenían en común al menos 8 de estas características.

Algunas características tienen que ver con cuestiones sociodemográficas, tales como ser hombre, de cierta edad (a partir de 60 años, por lo general) y tener una buena imagen pública – no sólo a nivel de aspecto físico, sino también comunicativo. En este sentido, los iconos son claros e interesantes y saben tocar la fibra sensible de su audiencia. Un claro ejemplo es Anthony Fauci – el ‘pandem-icon’ de Estados Unidos: habla un inglés fácilmente comprensible, llega a los distintos públicos (desde el más sencillo al más experto), es atractivo y elegante y, en conjunto, genera una excelente primera impresión.

Otro grupo de características tiene que ver con sus relaciones con los medios y sus dotes de comunicación. Así, en general asumen que la comunicación pública y la presencia en los medios y en redes sociales es parte de su responsabilidad. Conocen la lógica de los medios, las necesidades y limitaciones de los periodistas, y la usan para conseguir sus propios objetivos comunicativos. Toleran mejor los errores de los periodistas, les dedican tiempo y llegan a tener relaciones de amistad con ellos.  Por lo general, son bastante activos en redes sociales. Saben llevar la conversación hacia el lado más humano, ayudando a dar sentido a conceptos demasiado técnicos o científicos. 

Tienen, por lo general, una buena reputación científica (entre los 16 iconos estudiados hay incluso un Premio Nobel) o reconocida experiencia como gestores o profesionales sanitarios, lo que les da mayor credibilidad y una cierta protección ante las críticas, que saben manejar. En este sentido, se trata de “seniors” en su mayoría. Saben estar en el centro de la atención y no huyen de la controversia. De hecho, la controversia es a menudo el detonante que los hace saltar a la celebridad. 

¿Por qué, a pesar de los esfuerzos para tener más mujeres en posiciones de liderazgo en ciencia y retener talento femenino, las científicas todavía no tienen suficiente voz?

Se trata de una combinación de factores que interactúan entre sí.

Por una parte, muchos profesionales de la comunicación aún no son conscientes de que la poca visibilidad de las científicas como fuente de información es un problema real que tiene consecuencias muy negativas desde todos los puntos de vista.

Por otra parte, aquellos que sí buscan activamente mujeres expertas para entrevistar, a menudo explican que esto les lleva un tiempo extra e incluso se encuentran con barreras:

  • cuando intentan entrevistar a científicas que son primeras autoras de una investigación, a menudo ésta les remite al director de su unidad, algo que entre los hombres no se da tanto.

Si ni siquiera una situación excepcional como la pandemia ha cambiado la invisibilidad de las científicas, ¿qué debe pasar para cambiar esto?

Efectivamente, varias investigaciones han confirmado que la pandemia no ha reducido este sesgo e incluso en muchos casos lo ha incrementado.

En otro estudio que realizamos en nuestro centro, en el marco del Proyecto Quiral, analizamos los científicos que habían sido más populares a la hora de hablar de la pandemia en España, mirando la cantidad de veces que se habían buscado sus nombres en Google. La lista de «científicos populares en la pandemia» incluyó 26 nombres. De estos, solo 6 eran mujeres. Y sólo una, Margarita del Val, se situó en el top 5 de los más populares. De hecho, la Dra. del Val constituye un caso digno de admirar, pues mientras su presencia en los medios no fue muy notable en los primeros meses, poco a poco se fue convirtiendo en una de las voces más presentes para hablar de la pandemia y más buscada en Google.

El ejemplo de Margarita del Val y de otras científicas que han tomado un papel muy activo durante la pandemia, comprendiendo la necesidad de participar en la comunicación pública de esta cuestión, nos sirve para afirmar que se puede.

Todo esto no se solucionará sólo con el tiempo, eso está claro. Y el cambio no puede descansar en las propias científicas, sino que deben ser las instituciones – a través de políticas de gobernanza, reclutamiento, promoción, apoyo, evaluación, autoría y comunicación -, las personas con capacidad de decisión, los comunicadores – con una mayor conciencia de su rol para ayudar a cambiar las cosas – y la propia sociedad quienes lo exijan y trabajen activamente para ello.

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