La exposición a la contaminación atmosférica puede provocar cambios en las estructuras cerebrales de los fetos

Un equipo investigador de ISGlobal ha visto que los cambios son más significativos cuando la exposición es en el segundo y tercer trimestre de embarazo.

neurosonografía transvaginal

Las estructuras cerebrales de los fetos se examinaron con la neurosonografía transvaginal. Fotografía de ISGlobal

La exposición a la contaminación atmosférica afecta al desarrollo fetal. Así lo ha mostrado por primera vez un estudio liderado por investigadores e investigadoras del Instituto de Salud Global Barcelona (ISGlobal) y en el que han participado el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, así como el centro de medicina fetal BCNatal (Hospital Sant Joan de Déu, Hospital Clínic y la Universidad de Barcelona). En concreto, han visto que los fetos más expuestos presentaban cambios en el tamaño de algunas de las estructuras del cerebro.

El estudio se llevó a cabo con la cohorte BISC (Barcelona Life Study Cohort) y en él participaron 754 mujeres embarazadas entre 2018 y 2021. Los investigadores e investigadoras analizaron la exposición al dióxido de nitrógeno (NO2), a las partículas aéreas de 2,5 micras (PM2.5) y al carbono negro u hollín en tres microambientes diferentes: el hogar, el lugar de trabajo y durante el desplazamiento. Recogieron los datos de actividad a través de una aplicación móvil con geolocalización.  Los cambios en las estructuras cerebrales de los fetos se detectaron mediante la técnica ecográfica neurosonografía transvaginal, realizada a las mujeres en el tercer trimestre de embarazo.

El equipo investigador vio que una mayor exposición a los contaminantes en cualquiera de los microambientes estaba asociada a un mayor volumen de los ventrículos laterales, una dilatación de la cisterna magna y un mayor grosor del vermis cerebeloso. Tanto los ventrículos laterales como la cisterna magna contienen el líquido cefalorraquídeo, mientras que el vermis cerebeloso está relacionado con el equilibrio y la coordinación motora. Además, detectaron una relación entre la exposición al hollín y una menor profundidad del surco lateral que podría sugerir una menor maduración cerebral. Todos los cambios fueron más significativos durante el segundo y tercer trimestre del embarazo, cuando “el cerebro fetal entra en una fase clave de su desarrollo, lo que lo hace particularmente vulnerable a factores externos”, dice Payam Dadvand (ISGlobal), autor sénior del artículo.

Cabe destacar que, a pesar de los cambios, todas las estructuras cerebrales analizadas están dentro de los límites normales establecidos y no tienen por qué comportar el desarrollo de patologías. Además, el estudio no ha analizado los efectos de los cambios cerebrales a largo plazo.

Sin embargo, Laura Gómez-Herrera (ISGlobal), coautora principal del artículo, advierte de que “las diferencias son relevantes desde una perspectiva poblacional, ya que nos informan sobre cómo la contaminación afecta al cerebro fetal y de su vulnerabilidad ante exposiciones ambientales”.  Asimismo, la también coautora principal Yu Zhao (ISGlobal) añade que “los resultados refuerzan la evidencia sobre la necesidad de minimizar la exposición de las mujeres embarazadas a la contaminación del aire, especialmente en entornos urbanos”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *