Un sensor que elimina las células con baja energía

Un equipo internacional con participación del MELIS-UPF muestra sobre cómo se decide qué células eliminar cuando se renuevan los epitelios

Fotogramas de un experimento de microscopia que muestran la progresiva despolarización (aumento de la señal verde) en una célula que acaba extrudida (foto derecha). Crédito: Carlos Pardo-Pastor.

Los epitelios de nuestro cuerpo (las capas de células que recubren nuestra piel, intestinos o pulmones y que funcionan como barrera y para la absorción de gases o nutrientes) se renuevan constantemente. Hasta ahora se sabía que cuando un epitelio está demasiado comprimido, las células sobrantes son expulsadas mediante un proceso de muerte controlada llamado extrusión celular; pero no se conocía qué hacía a una célula ser expulsada mientras su vecina no lo era. 

Un nuevo estudio demuestra que las fuerzas mecánicas derivadas de la compresión en el epitelio activan una corriente eléctrica que abre los canales de socio, y que la entrada de sodio despolariza la membrana celular. Las células con suficiente energía consiguen bombear el sodio hacia afuera y repolarizarse, pero las que presentan déficits energéticos no lo logran: pierden volumen y son expulsadas.

Este hallazgo, liderado por Jody Rosenblatt del The Francis Crick Institute y el King’s College de Londres, junto con la participación de Carlos Pardo-Pastor del Departamento de Medicina y Ciencias de la vida, Universidad Pompeu Fabra (MELIS-UPF), revela que los epitelios no solo dependen de señales mecánicas, sino también de un “control de calidad eléctrico” que actúa como un sensor capaz de identificar células débiles y eliminarlas.

La investigación es importante porque ofrece una posible explicación del vínculo entre malos hábitos alimentarios y mayor riesgo de cáncer. Si la ingesta calórica excesiva interfiere en este sensor de baja energía, podría dificultar la eliminación de células defectuosas y favorecer su acumulación, un fenómeno típico en tumores. Además, el mecanismo podría ayudar a entender otros procesos patológicos, como el daño tisular tras eventos de privación energética, por ejemplo en accidentes vasculares.

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