Según un reciente análisis científico, más del 20% de la superficie terrestre podría sufrir alguno de los drásticos efectos de la aridificación antes del 2100.
Un equipo científico liderado desde la Universidad de Alicante y con la participación del Instituto de Biología Evolutiva (IBE: CSIC-UPF), ha generado un mapa global de áreas áridas (desiertas y semidesiertas) de todo el planeta.
Hablamos con Ricard Solé, líder del Laboratorio de Sistemas Complejos del IBE y co-autor del artículo en el que se explica este estudio.
¿Cuándo podemos decir que un área está en proceso de desertificación?
Hay tres umbrales de aridez, que se determinan según el tipo de vegetación presente en la zona:
- 5, cuando empezamos a ver un decrecimiento acelerado de la cobertura forestal.
- 7, cuando hay pérdida de las micorrizas (una simbiosis entre hongos y las raíces de los árboles) y por tanto de suelo fértil.
- 8, cuando empieza lo que conocemos por transición a desierto.
Este trabajo presenta un mapa de gran detalle, mirando 60.000 puntos de todo el planeta, donde se ha determinado qué áreas están en cada fase.
¿Y qué habéis encontrado?
Pues se trata de un mapa preocupante, que dibuja un escenario de desertificación de la Tierra con consecuencias catastróficas. Actualmente el 40% de la población mundial (unos 2.000 millones de personas) vive en zonas semidesérticas, y estimamos que el 20% de la superficie terrestre pasará por uno de estos tres umbrales de desertificación antes del 2100.
«Hemos generado un mapa de gran detalle, mirando 60.000 puntos de todo el planeta, que dibuja un escenario de desertificación de la Tierra con consecuencias catastróficas»
Ricard Solé (IBE)
¡Un desastre ecológico!
Y el problema no es solo a nivel ecológico. Cuando una zona se desertifica, la gente huye a otras ciudades o países, donde no hay trabajo para todo el mundo. ¡Las implicaciones sociales también son muy relevantes!
¿Qué se puede hacer?
La biología sintética podría ofrecer soluciones, por ejemplo, introduciendo en estos ambientes en riesgo microbios modificados que puedan retener más agua.
O, en vez de introducir microorganismos modificados genéticamente, se podría hacer una especie de ‘trasplante de microbioma‘ de un ecosistema a otro, como se hace por ejemplo con el microbioma intestinal en personas con enfermedad de Chron.
Es necesario pensar bien las soluciones. Por ejemplo, para evitar la desertificación se podrían plantar árboles. Pero si plantas muchos árboles resulta que absorben todo el agua, se secan los ríos, y los árboles se acaban muriendo. ¡Esto ha pasado!
Pero estas intervenciones que mencionas, ¿no serían peligrosas para el ambiente?
Hay mucho desconocimiento sobre la modificación de organismos. La gente tiene miedo porque se preguntan: ¿qué pasará?, ¿cómo podemos asegurar que estos organismos modificados no tendrán consecuencias desastrosas para el resto de organismos del ecosistema?
En realidad, la mayoría de especies invasoras fracasan, y las que consiguen funcionar, normalmente se integran en el ecosistema. Si el sistema no está degradado, la biodiversidad puede actuar como una barrera. Pero lo que sí es cierto es que la única manera de saber qué pasará, es hacerlo.
Pero da miedo…
Te pongo un ejemplo real. En China trajeron millones de balas de paja para hacer barreras y frenar unas zonas áridas que se extendían. Esta paja no estaba ‘modificada genéticamente’, pero venía de otros lugares lejanos y, por tanto, contenía centenares de bacterias exóticas… Y no pasó nada. Y no hay que olvidar que la transferencia horizontal entre bacterias (es decir, que se pasen genes de unas especies a otras), ¡es algo constante en la naturaleza!
«La biología sintética podría ofrecer soluciones, pero hay mucho desconocimiento sobre la modificación de organismos… () La gente no es consciente que la transferencia horizontal de genes entre bacterias es algo constante en la naturaleza»
¿Qué propones entonces?
Yo creo que debemos empezar a pensar en intervenciones concretas, como coger microorganismos del ecosistema en peligro y modificarlos para hacerlos, por ejemplo, más eficientes en mejorar la calidad del suelo.
Esto empezaría por un experimento piloto con microcosmos, que son ecosistemas artificiales simplificados que se usan para simular y predecir el comportamiento de los ecosistemas naturales en condiciones controladas. Esta y otras iniciativas similares se tienen que poner a punto lo antes posible. La ventana de acción se vuelve cada vez más pequeña.
¿Es la bioingeniería, y la tecnología en general, la solución para contrarrestar los efectos del cambio climático?
La tecnología es solo una parte. No lo conseguiremos si no hacemos más cosas; pero sin ella, tampoco.