«Somos lo que comemos»

El grupo de Jordi Júlvez al ISGlobal analiza el desarrollo neuropsicológico de las poblaciones, centrándose en cómo la nutrición puede contrarrestar otros factores que afectan negativamente el neurodesarrollo, como por ejemplo la contaminación.

El equipo de Júlvez en ISGlobal estudia los beneficios de una dieta correcta

El equipo de Júlvez en ISGlobal estudia los beneficios de una dieta correcta

Cuando Jordi Júlvez comenzó su doctorado, era uno de los primeros neuropsicólogos en el campo de la epidemiología y la salud pública. Después de tres años en la Harvard’s T.H. Chan School of Public Health, volvió a Barcelona, y desde el 2015 es investigador principal en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), donde estudia qué factores ambientales afectan el neurodesarrollo a nivel poblacional.

Neuroepidemiologia

«Los psicólogos suelen estudiar un solo individuo. Yo estudio el desarrollo neuropsicológico de las poblaciones, desde el inicio de la vida hasta la senectud», explica. En efecto, la plasticidad del cerebro nunca se pierde por completo. Sin embargo, el grueso del desarrollo cerebral tiene lugar de forma intrauterina. Por eso muchos de los proyectos de Júlvez se centran en esta fase, como el estudio del efecto del consumo de pescado en mujeres embarazadas sobre el desarrollo cognitivo de sus hijos.

«Yo estudio el desarrollo neuropsicológico de las poblaciones, desde el inicio de la vida hasta la senectud»
Jordi Júlvez

El pescado azul grande, como el pez espada o el atún, contiene el neurotóxico metilmercurio, pero Júlvez encontró que el efecto beneficioso de comer pescado de forma periódica era mucho más potente que el neurotóxico. Esto es debido a sus altos niveles de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, como el DHA. «Puestos a elegir, yo recomendaría a las mujeres embarazadas que coman pescado blanco o pescado azul pequeño, como las sardinas. Pero cualquiera que sea, ¡que coman pescado!», aconseja.

 

Efectos beneficiosos de la dieta

El grupo de Júlvez estudia principalmente cómo la nutrición puede contrarrestar otros factores que afectan negativamente el neurodesarrollo, como la polución.

«El efecto de la dieta es importantísimo, sobre todo en el cerebro. En el proyecto europeo HELIX se miró cuáles de los más de 100 factores ambientales analizados eran los 10 más relevantes estadísticamente, y 2 o 3 de ellos estaban relacionados con la dieta. Es cierto lo que se dice que somos lo que comemos», reconoce el investigador.

Aparte de la vida intrauterina, hay dos momentos más donde el desarrollo neuronal tiene lugar exponencialmente. Uno es hasta los dos o tres años; a partir de ahí se va desacelerando de forma muy gradual. La adolescencia vuelve a ser una etapa muy intensa del neurodesarrollo; hay una reactivación debida a las hormonas y se crean muchas sinapsis, sobre todo en el área prefrontal, para enriquecer el comportamiento complejo, como la planificación o el control de las emociones. «Es cuando hacemos el salto de un cerebro de niño a un adulto», explica el psicólogo.

Por ello, uno de los proyectos en los que trabajan actualmente, «Smart Snack», se centra en esta fase. Es un estudio de intervención nutricional a nivel poblacional donde comparan 350 adolescentes que comieron 30 g de nueces al día durante seis meses con un grupo control también de 350 chicos y chicas que no recibieron la dosis de nueces extra.

Los estudiantes venían de doce centros de secundaria de toda Barcelona. Les hicieron tests cognitivos antes y después de la intervención para medir la atención, la memoria de trabajo o la función ejecutiva, y tomaron muestras de sangre a un subgrupo. Algunos adolescentes dejaron de comer las nueces después de unos meses ( «las intervenciones largas son difíciles de seguir para los niños y adolescentes»). Los que ingirieron nueces durante más de 100 días tenían unos niveles mucho más altos de ácidos grasos omega 3 en sangre. Lo que ahora analizan es si este efecto fisiológico se traslada o no a nivel cognitivo.

Júlvez, que además de este proyecto coordina los grupos de trabajo de neurodesarrollo de INMA y HELIX, mantiene una segunda afiliación con la Harvard T.H. Chan School of Public Health, donde hace estancias de vez en cuando. Actualmente también mantiene una colaboración abierta con el Barcelona Beta Brain Research Center de la Fundación Pasqual Maragall, enfocado en el Alzheimer. «Nos gusta hacer estudios longitudinales, para estudiar cómo cosas que te pasan al principio de la vida te pueden seguir afectando con los años», concluye.

 

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