En esta imagen, del grupo de investigación de Diversidad y Evolución de las Mariposas liderado por Roger Vila, vemos la mariposa chupaleches que hasta ahora se creía que era una subespecie de la podalirio. Para el ojo humano estas dos especies parecían casi idénticas, pero los científicos han descubierto que a “ojos de las mariposas” hay diferencias.
Las mariposas hembra son muy exigentes a la hora de escoger pareja, puesto que buscan aquellos machos de su especie con una apariencia más saludable. La intensidad del color de las alas de los machos que las hembras pueden ver, determinaría la elección de un cierto macho para aparejarse.
Esta coloración nosotros solo la podemos ver bajo luz ultravioleta pero investigadores del Instituto de Biología Evolutiva (IBE: CSIC-UPF) han podido fotografiarla. Los machos de la especie chupaleches (Iphiclides feisthamelii) muestran en sus alas un patrón de reflectancia a la luz más intenso que la especie podalirio (Iphiclides podalirius). Este descubrimiento ha permitido describir las dos especies como distintas, después de años de confusión.
Hasta ahora se creía que la mariposa chupaleches era una subespecie de la podalirio, puesto que a pesar de haber sutiles diferencias morfológicas no habían demasiadas a nivel genético. La confusión taxonómica resulta ser debida a una bacteria parásito llamada Wolbachia. La bacteria vive dentro de las células de los insectos y se transmite por vía materna a los descendientes, del mismo modo que el ADN mitocondrial.
El grupo de investigación del IBE ha descubierto que una transferencia de ADN mitocondrial de la mariposa chupaleches a la podalirio, mediada por la bacteria Wolbachia, ha sido la causante de la confusión que ha despistado a la comunidad científica durante tantos años. La bacteria Wolbachia habría infectado primero la mariposa podalirio, y en un cruce con la chupaleches, habría transmitido el material genético de un individuo al otro. De este modo, el estudio proporciona estas especies como modelo animal para estudiar los efectos de las bacterias parásitas en la evolución de los insectos.
«Estamos empezando a entender como las mariposas perciben el mundo y no dejan de sorprendernos sus superpoders: ven más colores que nosotros, pueden detectar la luz polarizada y sentir el norte magnético, sin mencionar sus refinados sentidos químicos», añade Vila.
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