Nerea Montedeoca Vázquez es investigadora doctoral en el grupo de Morfogénesis y Señalización en los Sistemas Sensoriales que dirige Berta Alsina en el Departamento de Medicina y Ciencias de la Vida de la Universidad Pompeu Fabra (MELIS-UPF). El primer contacto con el equipo fue durante sus prácticas de máster. Le interesó mucho la biología del desarrollo y cuando Berta le ofreció hacer el doctorado con ella no lo dudó. Ahora, acaba de empezar su tercer año.
El trabajo de Nerea consiste en entender el desarrollo del oído interno. Para hacerlo, usan como modelo de estudio el pez cebra que, tanto a nivel de morfología embrionaria como a nivel genético, es muy similar a los humanos. Y actualmente trabaja para obtener un modelo de sordera basado en la enfermedad minoritaria Townes-Brocks.
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Graduada en ciencias biomédicas, su relación con las enfermedades raras comenzó en su Erasmus, que realizó en Ámsterdam y donde trabajó con la enfermedad adrenoleucodistrófia. Ahí ratificó su interés por la investigación.
Nerea nos explica que hay días que se pasa “hasta las tantas” trabajando en el laboratorio, pero que, en cambio, hay otros que se limita el tiempo que pasa allí. Eso sí, le es difícil dejar de lado la ciencia y muchas veces se encuentra en casa pensando en qué puede hacer para mejorar un experimento al día siguiente.
Durante su tiempo libre, aparte de descansar leyendo o escuchando música, practica kendo, un arte marcial japonés que usa espadas de bambú. Así como también, a menudo, sale con los compañeros y compañeras del laboratorio y hacen actividades juntos como calçotades o excursiones, entre otras.
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¿Una científica nace o se hace?
Depende. Creo que, de alguna manera, en el fondo, todas somos científicas cuando somos pequeñas. Los niños y niñas tienen una curiosidad innata que les hace probar cosas nuevas para testar hipótesis. Imagina un bebé cuando le das un juguete. Lo observará, lo tocará, lo olerá e incluso la probará y lo morderá. Después de esto, seguramente lo tirará al suelo una y otra vez. Aunque no sea un proceso que hagan conscientemente, los bebés empiezan a adquirir conocimientos de lo que les rodea de esta manera; en el fondo, ¡lo mismo que hacemos las científicas! Pero también es verdad que las científicas se hacen trabajando duro y aprendiendo cosas nuevas a diario. Creo que las capacidades innatas y las capacidades adquiridas son esenciales para una buena científica.
¿Cómo explicarías tu campo de estudio?
Mi campo de estudio es la biología del desarrollo. No es muy fácil encontrar una metáfora que describa la complejidad del campo, pero diría que estudiar el desarrollo me recuerda un montón a una escena concreta de la película ‘El curioso caso de Benjamin Button’, la escena ‘del taxi’. Sin hacer ningún spoiler, la escena nos enseña cómo una serie de pequeños e insignificantes eventos concatenados acaban causando un accidente más grande: “Si A se hubiera levantado 5 minutos antes, si B no se hubiera olvidado la chaqueta… el resultado hubiera sido completamente diferente”.
Esto es exactamente lo que pasa en biología del desarrollo, ya que el dónde y el cuándo un cierto evento ocurre puede afectar la formación de un ojo, una oreja, el cerebro o la del embrión entero. Una pequeña desviación del alud de eventos estándar durante el desarrollo puede provocar consecuencias significativas, normalmente, negativas.
¿Qué despertó tu interés por la ciencia y por tu campo concretamente?
Siempre fui una niña curiosa que tenía montones de preguntas casi sobre todo. Cuando era pequeña, me planteé cursar muchas carreras científicas: astronauta, astrónoma, espeleóloga, bióloga marina… Y he acabado trabajando en el campo de la biología del desarrollo. Pero no fue hasta el trabajo final de máster, que al llegar al laboratorio donde aún trabajo, me di cuenta de su belleza.
¿Qué tipo de estudiante eras de pequeña?
Yo diría que era la típica alumna de excelentes que todo el mundo conocía por ser una sabelotodo, aunque, siendo sincera, siempre he estudiado el día antes de un examen, incluso en la universidad. Nunca he suspendido un examen usando esta estrategia, ¡pero no se la recomendaría a nadie!
¿Qué harías si no fueras científica?
Probablemente diseñadora gráfica, cocinera o profesora.
Si pudieras viajar en el tiempo y trabajar en la ciencia pasada o futura, ¿qué elegirías?
Aunque me encantaría trabajar con algunos de los científicos y científicas más destacados del pasado, elegiría el futuro por muchas razones. Primero de todo, me encantaría saber cómo de lejos ha llegado la ciencia y poder aportar mi granito de arena. Y segundo, me gustaría pensar que en el futuro la ciencia se ha liberado de los sesgos que arrastramos hoy: género, etnia, poder adquisitivo, etc. Ojalá todo aquel que quisiera ser científico tuviera la oportunidad de serlo independientemente de su origen.
¿Cómo te describirían tus compañeros y compañeras?
Creo que me describirían como una persona callada y reservada. A veces un poco excéntrica, pero amigable y ¡siempre dispuesta ayudar!
¿Qué te gustaría añadir a la frase “finalmente se ha resuelto…”?
Hasta que nos hagamos la próxima pregunta.
¿Qué idea preconcebida sobre el personal investigador crees que tiene cierta verdad? ¿Cuál es totalmente errónea?
Creo que la idea de que los científicos están un poco locos tiene cierta verdad. Hay muchos descubrimientos que no hubieran sido posibles sin alguien no se hubiera puesto a comprobar sus teorías e ideas locas. Por otro lado, creo que el pensamiento de que los científicos son serios y aburridos es totalmente falso. ¡Tengo un montón de pruebas que lo demuestran!
¿Cuál ha sido tu mayor fracaso o error?
No aprender a decir que no a los otros por miedo a decepcionarlos.
El mejor consejo que te han dado nunca
No dejes que los otros decidan lo que es mejor para ti. Debes escribir tu propio destino.
¿Cuál ha sido tu cita científica o chiste científico preferido?
Me gusta mucho una cita de Lewis Wolpert, bastante conocida entre la gente que nos dedicamos a la biología del desarrollo: “Ni el nacimiento, ni el matrimonio, ni la muerte; la gastrulación es el momento más importante de tu vida”.
¿Cuál es tu científica preferida y por qué?
Lynn Margulis. Propuso la teoría de la endosimbiosis, que en aquel momento era una idea muy radical que muchos científicos rechazaron e incluso hubo quienes se burlaron de ella. La admiro por su perseverancia, fuerza de voluntad y por luchar por sus ideas a pesar de las duras críticas que recibió. Creo que el mundo necesita más gente como ella, que no tenga miedo de tener ideas ‘locas’, tanto en la ciencia como en cualquier otra disciplina.
Nos recomendarías…
Libro:
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo de Haruki Murakami.
Música:
Cualquier canción de Blaumut.
Artista:
Frida Kahlo y Buster Keaton.
Una película o documental:
Milennium Actress de Satoshi Kon.
Un canal de YouTube:
Un medio digital sobre cualquier tema:
El podcast ‘El descampao‘.
¡Muchas gracias Nerea y suerte con el doctorado!