Hoy, 31 de marzo, se celebra el día internacional de la visibilidad trans. No hay muchos datos, y quizás no son muy visibles, pero las personas transgénero en ciencia existen.
Como Brigitte Baptiste, experta en biodiversidad, que fue la directora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt en Colombia, y actualmente es rectora de la Universidad EAN, también en Bogotá.
O Ben Barres, neurobiólogo de la Universidad de Stanford, quien en 2013 se convirtió en el primer científico abiertamente transgénero de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
O Marta Román, investigadora del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y miembro del grupo LGTBIAQ+ del Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB).
Marta llegó al PRBB cuando el PRBB ni siquiera existía. “Desde el mismo día en que se inauguró, empecé a trabajar en el edificio”, recuerda. Estuvo en el parque, donde hizo su tesis doctoral en el Servicio de Epidemiología y Evaluación del IMIM-Hospital del Mar, hasta el 2013, cuando fue a Noruega por 3 años. A su vuelta, Marta se incorporó de nuevo al servicio de epidemiología, donde actualmente compagina su actividad de investigación – supervisando a estudiantes de doctorado en la detección precoz del cáncer de mama – con su actividad asistencial en el Hospital del Mar.
“A nivel asistencial, en el Servicio de Epidemiología hacemos el registro de tumores, gestionamos los programas de detección precoz de cáncer de mama y de colon, control de infecciosas, control de calidad asistencial, etc. Y, durante la pandemia hicimos el seguimiento diario de casos de Covid-19, ingresos, altas, tasas de mortalidad,…”, recuerda Román. “De hecho, cuando se declaró la pandemia, yo (y mis compañeras) estuvimos 100 días seguidos trabajando, sin un solo día de descanso, generando informes diarios, a las 12h de la mañana y a las 18h de la tarde, para enviar al Ministerio de Sanidad y a la Agencia de Salud Pública”.
Transición
No tan solo la vida profesional de Marta está muy ligada al centro, sino también una parte importante de su vida personal, ya que hizo su transición mientras trabajaba en el PRBB. Hoy en día se habla mucho sobre la transexualidad, y existe un imaginario común debido a la gran exposición mediática. Pero cuando Marta transitó esto no era así, y recuerda que “a mis compañeros y compañeras les chocó, claro”. Ella fue la primera persona abiertamente trans en el contexto del IMIM y el PRBB, y no había protocolos preparados. Aún así, tuvo una experiencia muy positiva. “El PRBB es un lugar puntero, y no sólo quiere serlo a nivel científico, sinó también en otros temas: en inclusividad, en captación de talento… Me lo pusieron muy fácil. Fuimos aprendiendo sobre la marcha, pidiéndome consejo para hacerlo bien… Tengo un maravilloso recuerdo de Balbina, la entonces gestora del IMIM, que fue muy cercana y me ayudó muchísimo”.
Marta había empezado su relación laboral con el IMIM con otra identidad, así que su contrato y toda la documentación legal llevaba otro nombre, que tardó más en cambiarse. Pero “me ayudaron a arreglar mi nombre en tarjetas, el correo electrónico, lo que usaba a diario; con todo lo que implicaba de traspasos, de vincular datos,… Se adaptaron muy bien, aunque no tenían ninguna obligación de hacerlo hasta que cambiase mi nombre legalmente”.
“La transición es un proceso que dura años, o toda una vida”
Marta nos cuenta que su transición en el trabajo tuvo lugar mucho, mucho después de la que tuvo que hacer ella internamente, y luego en su círculo social y familiar; un trabajo de años para alinear toda su vida y darle una coherencia. “Me hace gracia cuando la gente que está en contra de la Ley Trans trivializa diciendo que ‘ahora cualquiera puede hacerse trans’… Os aseguro que absolutamente nadie hace un tránsito de género por diversión, o por aburrimiento, o por curiosidad, o por fastidiar. Viene de una necesidad muy profunda, y tiene un impacto enorme a nivel social, emocional, personal, físico… No es algo trivial, son muchas batallas abiertas. Pero el mayor tránsito es el personal, y es esencial tener apoyo de tu entorno más cercano. Si no, es increíblemente duro”.
Ser trans vs ser mujer
Dice Marta que “como persona trans, me siento querida y acogida por mi equipo”. Aunque admite que, fuera del contexto de trabajo, en la calle o en el metro, tiene que lidiar a menudo con comentarios, faltas de respeto y asunciones equivocadas. “Además, no me hace falta ir gritando que soy trans, porque a diferencia de algunos hombres trans, que son socialmente invisibles, a las mujeres trans se nos suele detectar más fácilmente”. Aún así, y a pesar de que todavía tenemos mucho que avanzar como sociedad, se considera afortunada, no sólo por el apoyo que ha tenido siempre, sinó por haber nacido en Europa. “En otros lugares, como en países de Sudamérica o Centroamérica, por ejemplo, o en países donde está incluso prohibida la homosexualidad y no existen derechos LGTBIAQ+, ni siquiera hay espacio para el debate”.
Pero un problema mayor, que sí ve Marta en su trabajo diario, así como muchas otras mujeres, es el gap de género. El techo de cristal. El hecho de que la mayoría de los jefes de grupo en ciencia sean todavía hombres – incluso en el campo de la biomedicina, donde hay una mayor proporción de chicas que estudian estas carreras. Las causas son muchas y diversas, pero una de ellas viene de raíz, y está relacionada con la percepción social y la forma de educar según el género.
Marta tiene quizás una visión más agudizada sobre este tema, porque fue educada como varón. “Yo cuando llegué aquí me comía el mundo, si hacía falta, porque es como me habían educado. A los chicos se les educa diciendo ‘adelante, a por todas, si te caes vuelve a levantarte, innova…’, mientras que a las chicas se las educa en parte, en el miedo a todo lo que hay fuera de casa: ‘ten cuidado, sé prudente, no llames la atención’…», dice Marta. Y añade: «Me he dado cuenta al transitar, y compartir experiencias con otras mujeres cis. En determinadas situaciones noto que tengo más aplomo, y menos miedos, y esto indudablemente es debido a la educación social” , nos cuenta.
La necesidad de una ciencia más inclusiva
Y esta baja proporción de mujeres en posiciones de liderazgo en la ciencia hace que siga existiendo todavía una perspectiva muy heteropatriarcal en la investigación. Hace falta ir cambiando algunas cosas, dice Marta, mirar las mismas preguntas desde diferentes perspectivas: feminista, LGTBIAQ+,…“ Si la mayoría de la ciencia está liderada por varones, blancos, de más de 55 años de edad, de posición económica social alta,… Falta diversidad, así es complicado formular las preguntas desde una perspectiva adecuada, pero sobre todo, será difícil responder estas preguntas desde un posicionamiento diverso e inclusivo, y con maneras de hacer diferentes”.
“Falta diversidad en la ciencia para poder responder las preguntas científicas desde un posicionamiento diverso e inclusivo”
Marta usa como ejemplo un proyecto europeo sobre personalización del cribado de cáncer de mama en el que participa como investigadora principal en España. “El criterio de inclusión es ser ‘mujer, nacida biológicamente mujer o no’. Es decir, desde fuera parece muy inclusivo, porque incluye a mujeres cis y trans. Pero en realidad, a quien se debería incluir aquí es a los hombres trans, porque ¡tienen tejido mamario y han estado expuestos a hormonas femeninas durante muchos años!”, admite. Y, de hecho, desde el Hospital del Mar han incluido a un hombre trans interesado en el estudio, pero “tuvimos que avisarle que toda la información y comunicación del estudio estaba redactada en femenino…”. Son pequeños detalles, pero de gran importancia. A nivel personal de los implicados, de los profesionales, y a nivel científico, porque la mejor ciencia se hace cuando se tienen en cuenta distintos puntos de vista.
Necesitamos gente joven, y más mujeres, liderando la ciencia. Necesitamos diferentes formas de relacionarse con el entorno y de hacer preguntas. Diferentes perspectivas: de orientación sexual, o identidad de género, de etnia u origen, estratos sociales, cultura, de (dis)capacidad…
Y el primer paso es darles visibilidad.
¡Gracias por este artículo, Marta y Maruxa! Muy necesario, estas cosas me hacen sentirme un poco orgulloso de trabajar en el PRBB.