El microscopio es una de las herramientas más utilizadas en los laboratorios de investigación en biomedicina de todo el mundo. Nos permite ver lo que es invisible a los ojos porque es demasiado pequeño para la visión humana, como los microorganismos, las células o los tejidos.
Esta imagen ha sido obtenida en el laboratorio de Thomas Surrey, en el Centro de Regulación Genómica (CRG), donde estudian cómo se autoorganiza el citoesqueleto de la célula durante la división celular, donde juega un papel clave separando los cromosomas entre las dos células resultantes. Los componentes del citoesqueleto son proteínas, demasiado pequeñas para poder verlas incluso con microscopia. Para poder visualizarlas, las marcan con unas etiquetas fluorescentes de diferentes colores, que permiten localizar las diferentes proteínas y ver cómo interactúan entre ellas, con la ayuda de unos microscopios muy potentes con láseres.
Los portaobjetos de vidrio que se necesitan para realizar estos experimentos son muy especiales y deben prepararse en el mismo laboratorio porque no hay ninguna empresa que los fabrique. Encima del cristal montan una pequeña «pecera», un micro-contenedor de líquido, donde se pueden añadir las diferentes proteínas que quieren ver en diferentes momentos y condiciones.
En el portaobjetos escriben qué proteínas han añadido a cada experimento (por ejemplo en la imagen han marcado Tub:, la Tubulina es la principal proteína de los microtúbulos que forman el citoesqueleto celular), así como las diferentes condiciones que se probarán.
De esta forma pueden ver en directo cómo se mueven las moléculas de tubulina, cómo se unen entre sí para formar los microtúbulos, etc. En definitiva, observan uno de los movimientos básicos de la vida en un portaobjetos.