Un estudio dirigido desde el Centro de Regulación Genómica (CRG) ha usado la microscopía de superresolución para conseguir las imágenes más precisas hasta ahora de la transcripción. Para ello han colaborado con el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO), el Laboratorio Bioland del Instituto de Biomedicina y Salud de Guangzhou (GIBH), en China, y la Universidad de Pensilvania.
La transcripción es el paso de la información en forma de ADN al ARN, en su camino hacia la formación de proteínas. La técnica utilizada permite obtener la posición de moléculas individuales, lo que combinado con análisis computacionales, ha permitido obtener más información sobre cómo se dispone el ARN en una célula humana durante este proceso.
Los resultados, con una resolución hasta 10 veces mayor que la conseguida con microscopía de fluorescencia, muestran con precisión nanométrica que las moléculas de ARN recién transcritas se organizan en pequeños dominios. Además, se ha observado cómo estos nanodominios se relacionan físicamente con la cromatina y el resto de la maquinaria de la transcripción. Así, se ha demostrado que “la transcripción es un proceso más fino, preciso y regulado de lo que se pensaba hasta el momento”, según apunta Álvaro Castells, alumni del CRG y actual investigador del GIBH.
El uso de esta técnica de microscopía ha abierto la puerta a comprender mejor el funcionamiento de la transcripción y la organización de las moléculas durante este proceso. Tal y como dice Pia Cosma, investigadora principal del CRG y líder del estudio, “este estudio nos ha ayudado a visualizar y ubicar los ARN emergentes con una precisión sin precedentes”, y añade que “de cara al futuro se podrá usar este tipo de análisis para comprender la expresión genética con mayor precisión”.