A Ester Rodríguez le apasiona la gestión de la investigación. Ella misma lo dice y, cuando habla de su trabajo, se le nota en la cara y en la voz. Biotecnóloga de formación, es doctora en Bioquímica y Biología Molecular, pero hace más de quince años que se dedica a la gestión de proyectos científicos. Actualmente, trabaja de promotora de proyectos europeos e internacionales en la Universitat Pompeu Fabra. Es parte del equipo de “preaward” que ayuda al personal investigador en las solicitudes de proyectos.
En este campo, que considera clave para hacer avanzar la investigación, es esencial conocer dos lenguajes tan diferentes como el científico y el administrativo. Recientemente, en esta mezcla se está añadiendo el empresarial porque también hace falta justificar el beneficio económico. Por eso, Ester ha acabado un Executive MBA hace poco.
En esta segunda entrevista del Career Month organizado por el Programa Intervals del PRBB y los centros del parque, hablamos con Ester sobre la promoción de proyectos europeos y el futuro de esta profesión.
¿En qué consiste tu trabajo?
Se podría decir que es una rama o especialización dentro de la gestión de proyectos. Consiste en identificar convocatorias europeas y ayudar al personal investigador a presentar propuestas competitivas. Nos encargamos de hacer el match, o la unión, entre las ideas de investigación y las oportunidades de financiación.
¿Cómo funciona este match?
Estamos en contacto directo tanto con el personal investigador como con las agencias de financiación. Cuando detectamos una convocatoria interesante o recibimos una propuesta inicial de un investigador o investigadora, analizamos la viabilidad, los requisitos y las oportunidades. El trabajo a menudo empieza antes de que se abran oficialmente las convocatorias, lo que nos permite preparar las propuestas con tiempos y estrategia.
¿Escribís vosotros las solicitudes?
Las solicitudes las escriben los investigadores e investigadoras. Nosotros les apoyamos en los aspectos transversales como la comunicación, las cuestiones de género, la gestión de datos o la propiedad intelectual, así como la parte administrativa.
¿De qué otras maneras ayudáis al personal investigador?
También ofrecemos una especie de coaching para los investigadores, porque es difícil que los proyectos se concedan a la primera. Esta es una de las desventajas que tiene la ciencia y que puede crear frustración; se piden muchos proyectos y se conceden pocos, ¡aunque los proyectos son excelentes! Por eso, es importante este acompañamiento, para ayudar a los investigadores e investigadoras a ver que escribir proyectos les ayuda a ordenar las ideas y a prepararse mejor para oportunidades futuras.
Escribir proyectos europeos es una carrera de fondo que vale la pena correr.
¿Cómo es tu día a día?
Es muy dinámico. Es un trabajo que me gusta mucho. Se puede tener la percepción de que estamos todo el día llenando formularios en el ordenador, pero eso solo es una parte. Nuestro día a día incluye también reuniones con los investigadores e investigadoras, asistencia a congresos y jornadas de formación. Particularmente, intento estar al día de la actualidad europea y de las tendencias de financiación. Los cambios políticos a nivel mundial y, en concreto, en el parlamento europeo afectan a la financiación y a las convocatorias rápidamente. En este sentido, ahora mismo se está trabajando el nuevo programa marco europeo que definirá los próximos diez años de la investigación.
¿Qué tipo de perfiles profesionales hay en el equipo?
La Universitat Pompeu Fabra tiene una oficina de proyectos en cada campus. En la del Campus Mar, hay dos miembros en la parte “preaward”, la que busca y ayuda a hacer las solicitudes y de la que formo parte, y tres más en la parte “postaward”, que gestionan los proyectos una vez aprobados.
Los que estamos en “preaward”, aunque no es imprescindible, acostumbramos a tener formación más de acuerdo con la temática para entender los proyectos, interpretar las convocatorias, etc. En el caso de la oficina donde trabajo, donde gestionamos los proyectos de medicina y ciencias de la vida, tenemos un perfil científico. En la parte “postaward” hay más variedad de perfiles, por ejemplo de administración o de ciencias políticas.
Tú, personalmente, ¿cómo acabaste trabajando de gestora de proyectos?
Aunque me gusta mucho la ciencia, una vez acabé el doctorado, no tenía muy claro si continuar en el laboratorio. Mientras hacía la tesis, había ayudado a mis compañeros a pedir diferentes becas. Así que decidí explorar este campo y descubrí qué era la gestión de proyectos que justo empezaba a emerger en Cataluña. De hecho, ¡nunca había pensado que acabaría haciendo un trabajo como este!
“Haber vivido la experiencia del doctorado me permitió entender mejor a los investigadores y me hace más fácil ayudarles”
¿Qué le dirías a alguien que se quiera dedicar a esto?
Es un trabajo para que gente a la que le gusta ayudar. Se tiene que saber escuchar, tener empatía, saberse comunicar, resolver problemas, saber qué se tiene que priorizar y ser muy creativo. Es un trabajo vocacional y lo disfrutas mucho cuando ves cómo estás contribuyendo a la ciencia y a la sociedad.
A las personas que están ahora haciendo la tesis o un posdoc, siempre les digo que aprovechen para formarse más allá de su campo, para tocar el máximo de teclas: hacer un curso de innovación o de comunicación, ayudar a su supervisor o supervisora a escribir un proyecto… Es un momento para evaluar qué te interesa. ¡Y siempre se pueden acercar a la oficina de proyectos y preguntar!
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Lo que más me gusta es ayudar al personal investigador a hacer realidad sus proyectos. Cuando un proyecto se materializa y te dicen que se ha conseguido la financiación es un momento muy satisfactorio porque sientes que tu trabajo tiene un impacto real en la investigación y en la sociedad.
¿Cuáles son los principales retos hoy en día en la gestión de proyectos?
Para mí, hay dos grandes retos. El primero es conseguir que más gente se dedique a la gestión. Se ha demostrado el éxito que tiene esta figura en el campo de la investigación, pero muchas veces nos quedamos cortos porque somos pocos. Y, en segundo lugar, el reto al que nos enfrentamos todos y todas es la incorporación de la inteligencia artificial, en nuestro caso, para mejorar la eficiencia y la calidad de la gestión.
¿Qué futuro ves a la profesión?
Veo mucho potencial de crecimiento. Cada vez hay más demanda de gestores. Ya no es solo para los laboratorios, sino también para las start-ups, spin-offs y otras empresas que piden financiación pública. Cuando empecé en este sector, éramos muy poquitos. Ahora ha crecido, se está trabajando para homogeneizar la profesión a nivel europeo y se está profesionalizando. Aunque es una profesión que nació dentro de la administración de los centros, ahora hay másters específicos como el de la Universitat Autònoma de Barcelona y formación transversal a nivel catalán, nacional y europeo.
