“Crear espacios verdes puede ser negativo socialmente”

Mejorar un barrio deprimido con infraestructuras verdes puede incrementar el precio de los alquileres y que los residentes originales tengan que abandonar su barrio.

El equipo de Anguelovski trabaja en lo que se conoce como “justicia ambiental urbana”, estudiando cómo el hecho de crear ciudades verdes tiene un impacto diferente en diversos grupos de la población.

El equipo de Anguelovski trabaja en lo que se conoce como “justicia ambiental urbana”, estudiando cómo el hecho de crear ciudades verdes tiene un impacto diferente en diversos grupos de la población.

El grupo de Isabelle Anguelovski podría considerarse una “súper-isla – un concepto muy de moda en Barcelona – dentro del Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB). Ellos, al contrario que la mayoría de investigadores del Parque, pertenecen a las ciencias sociales: geografía, economía, sociología y planificación urbana y ambiental, aunque dos de sus investigadores provienen de la salud pública. Esto, que podría verse como una desventaja, es en realidad todo lo contrario. Su incorporación al PRBB en el año 2016, viniendo del ICTA de la UAB, universidad a la cual el grupo continúa afiliado, ha servido para establecer lazos con los investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM). “Ellos trabajan, como nosotros, para conseguir ciudades saludables, verdes, de baja contaminación ambiental, con acceso a comida sana, con menos desigualdades en salud, pero desde puntos de vista diferentes, ya que son cardiólogos, epidemiólogos, etc. Además, estar en el PRBB nos permite captar más fácilmente investigadores expertos en ciencias de la salud”, explica Anguelovski.

«Trabajamos para conseguir ciudades saludables (…) y con menos desigualdades en salud»

Isabelle Anguelovski

 

La gentrificación verde

El equipo de Anguelovski, afiliado al IMIM, trabaja en lo que se conoce como “justicia ambiental urbana”, estudiando cómo el hecho de crear ciudades verdes tiene un impacto diferente en diversos grupos de la población y evaluando, concretamente, si los bienes medioambientales benefician a los residentes más marginados de una ciudad. “Crear espacios o infraestructuras verdes puede ser negativo socialmente. Podría darse la paradoja de que, al mejorar un barrio deprimido con infraestructuras verdes, este pase a ser una zona atractiva para las clases medias y altas, por la cual cosa los alquileres suban y los residentes originales no puedan pagarlos y tengan que abandonar su barrio. Es lo que se conoce como gentrificación verde”, explica la jefa del grupo.

Por eso estos nuevos espacios reciben el nombre de espacios verdes no deseados (GreenLULUS, del inglés Green Locally Unwanted Land Uses). Para evitarlos, hace falta promover políticas de igualdad y no solamente de equidad, “es decir, cubrir todo el territorio, como se ha hecho en Nantes y Valencia, con espacios verdes, incluso con micro-espacios, evitando la aparición de puntos focales donde la gente quiera irse a vivir, como ha sido el caso del parque de Diagonal Mar en Barcelona, con la consecuente subida del precio de la vivienda”, aclara la profesora ICREA.

«Hay otras alternativas para evitar la gentrificación verde, pero todas convergen en ofrecer viviendas a precios asequibles o controlar mejor el uso del suelo urbano»

 

Las súper-islas de Barcelona

Una actuación interesante para transformar Barcelona en una ciudad verde es el proyecto de las súper-islas del Ayuntamiento. Este proyecto, la implementación del cual está siendo asesorada por el equipo de Anguelovski, busca reconfigurar el tráfico de automóviles para reducir dicho tráfico dentro de un radio de nueve islas, con la finalidad de crear espacios públicos y verdes que puedan disfrutar los peatones.

Para el 2018 hay planeadas 5 súper-islas, aunque el objetivo final es que haya 503, ya que también se busca reducir la altísima contaminación de Barcelona. Pero este objetivo no se alcanzará solo con súper-islas. “Su implantación tiene que estar asociada a una red de trenes de cercanías más densa, que funcione mejor porque, como han visto investigadores de ISGlobal, la mayoría de los coches que circulan en Barcelona son de gente que viene de fuera, a la cual le parece que la manera más eficiente para venir a Barcelona es el coche”, explica Anguelovski.

“Las súper-islas son una idea muy original que ciudades como Nueva York o Londres están intentando replicar. Pero hace falta desarrollar en paralelo medidas que eviten que de aquí a diez años haya un encarecimiento elevado de la vivienda en las calles de alrededor de las súper-islas, como ya está pasando en Sant Antoni con la combinación de la reforma del mercado y la creación de la súper-isla”, concluye Anguelovski.

Imágen del Plan Urbano de Mobilidad de Barcelona (PMU 2013-2018) - Ayuntamiento de Barcelona.
Imágen del Plan Urbano de Mobilidad de Barcelona (PMU 2013-2018) – Ayuntamiento de Barcelona.

 

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