Contaminación y densidad de población podrían aumentar el IMC y la presión arterial en los más pequeños

La contaminación atmosférica, los espacios verdes o la densidad de población podrían afectar al peso de los niños y su presión arterial, según dos recientes estudios de ISGlobal.

Los entornos más poblados y contaminados podrían aumentar el IMC en los primeros años de vida. Imagen de Vane Monte en Pixabay

Un estudio reciente del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) ha concluido que vivir en entornos urbanos con contaminación atmosférica y densidad de población elevadas podría aumentar el Índice de Masa Corporal (IMC) en los primeros años de vida, mientras que vivir en entornos verdes o con buenos usos del suelo (variedad de edificios y servicios) podría disminuirlo.

El estudio, que ha sido financiado por la Fundación la Marató de TV3, ha querido valorar de manera simultánea el efecto de múltiples exposiciones ambientales sobre el crecimiento y la obesidad infantil y para ello ha analizado los datos de 79.992 niños y niñas. La relación entre contaminación y aumento del IMC podría explicarse por el estrés oxidativo e inflamación causados por la contaminación, que a su vez afectarían al crecimiento fetal.

Los primeros años de vida son muy sensibles, representan ventanas de especial vulnerabilidad a las exposiciones ambientales que pueden afectar permanentemente la estructura, fisiología y metabolismo del cuerpo del niño o niña»
Martine Vrijheid, investigadora y coordinadora del estudio.

Desde el ISGlobal se ha apostado así por innovar y estudiar los efectos de todas las exposiciones manera conjunta (como ocurre en un entorno urbano), ya que “los estudios previos muestran resultados inconsistentes y no han evaluado las exposiciones de forma simultánea” tal y como indica Jeroen de Bont, primer autor del estudio.

Efectos sobre la presión arterial

Otro reciente estudio dirigido también por Vrijheid, ha analizado a 4.279 niñas y niños para mostrar que altos niveles de contaminación atmosférica y de ruido y una elevada densidad de edificios, durante el embarazo y después del parto, incrementan la presión arterial de las criaturas a los 5 años. «Los niños y niñas con la presión arterial elevada tienen más probabilidades de desarrollar hipertensión o enfermedades cardiovasculares cuando son adultos”, afirma la líder del estudio.

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