La contaminación atmosférica, el tabaco y características del entorno construido influyen en la obesidad infantil

ISGlobal lidera el primer gran estudio que evalúa un total de 173 exposiciones ambientales distintas, en su conjunto, con el riesgo de obesidad infantil.

El nuevo estudio demuestra que la modificación de las exposiciones ambientales a principios de la vida puede limitar el riesgo de obesidad y sus complicaciones asociadas. | Imagen de Mohamed Hassan en Pixabay.

El nuevo estudio demuestra que la modificación de las exposiciones ambientales a principios de la vida puede limitar el riesgo de obesidad y sus complicaciones asociadas. | Imagen de Mohamed Hassan en Pixabay.

Hasta el momento, varios estudios han analizado el efecto de diversas exposiciones — contaminantes ambientales, estilo de vida, características del entorno urbano — en la obesidad infantil. No obstante, se había estudiado el efecto de cada exposición individual por separado, y nunca en su conjunto.

Ahora, el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y la Universidad del Sur de California han liderado el primer gran estudio que relaciona un conjunto de contaminantes y factores ambientales — 77 exposiciones prenatales y 96 postnatales — con el riesgo de obesidad infantil. La totalidad de las exposiciones ambientales que afectan a las personas desde la concepción en adelante, complementando el genoma, es lo que se conoce como exposoma.

Los resultados muestran el papel destacado que podrían jugar la contaminación atmosférica, el tabaco y algunas características del entorno construido, en el desarrollo de este problema de salud infantil.

La nueva investigación partió de los datos de más de 1300 niños y niñas de 6 a 11 años de cohortes de nacimiento de seis países europeos, entre ellos España. De todos ellos se recogieron datos relacionados con el sobrepeso y la obesidad. También se realizaron análisis de sangre y orina, tanto a los niños y niñas como a las madres durante el embarazo.

Las conclusiones mostraron que la exposición al tabaco — al humo materno durante el embarazo y al pasivo durante la infancia —, a la contaminación atmosférica — partículas PM2.5 y PM10 y dióxido de nitrógeno (NO2), tanto en el interior como en el exterior de las viviendas — y a características del entorno construido como vivir en áreas densamente pobladas, se asociaban con un IMC más elevado en la infancia. El estudio no encontró que las diferencias en el nivel socioeconómico de los y las participantes influyesen en los resultados.

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