Se sabe que la agricultura urbana, una práctica no muy conocida por la sociedad, favorece la salud de quien la practica, promoviendo la actividad física y el establecimiento de vínculos interpersonales. Tal y como su nombre indica, consiste en actividades de jardinería en diferentes lugares de una ciudad: desde cultivos en el interior de edificios, hasta paredes verdes y jardines en las azoteas de los edificios.
Sobre esta última actividad han basado su estudio las investigadoras Isabelle Anguelovski del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), Margarita Triguero-Mas y Carolyn Dahe, ambas del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). Las científicas se encuentran sumergidas en un proyecto sobre inclusión, salud y bienestar en individuos socialmente vulnerables en Barcelona.
El estudio trata los aspectos sociales de la jardinería en azoteas de edificios. Concretamente, las investigadoras han querido estudiar los beneficios que conlleva esta actividad en individuos con discapacidades, ya que la práctica de la agricultura urbana es especialmente positiva para las personas que pertenecen a grupos sociales vulnerables.
El proyecto se está llevando a cabo en dos jardines pilotos: uno ubicado en el Distrito del Eixample y el otro en el de Sants. Para evaluar los beneficios, se está entrevistando a todo el personal implicado (familiares, trabajadores sociales y los propios participantes). El objetivo es demostrar, cuantitativa y cualitativamente, los beneficios que obtienen los participantes al practicar la agricultura urbana. En efecto, las personas que han trabajado en los jardines puntúan su calidad de vida por encima de las que no lo han hecho.
Los beneficios específicos que se han determinado hasta el momento son:
- Integración social, desarrollo personal y cambio de roles. Para poder llegar a los jardines urbanos, la mayoría de los participantes tienen que coger el transporte público y esto les proporciona autonomía. Por otro lado, la jardinería consiste en ensayo-error, de modo que deben lidiar con la sensación de frustración y, consecuentemente, superarse.
- Soporte mutuo entre los participantes. Fuera de estos espacios, las personas con discapacidad suelen presentar dificultades a la hora de relacionarse. No obstante, se ha observado que la jardinería fortalece los vínculos entre los participantes.
- Los jardines son espacios de descubrimiento, libertad y paz. Ver tu ciudad desde un punto de vista diferente, descubrir nuevas maneras de aprender… Proporciona a los participantes sensación de paz y libertad.
- Sentimiento de relevancia, confianza y autonomía. Los individuos se sienten productivos realizando las tareas de jardinería de manera autónoma.
- Aprendizaje personal y pérdida del miedo. La segunda característica es muy importante. Normalmente, los participantes son tan conscientes del estigma que acarrean que ellos mismos se boicotean pensando que fracasarán. Gracias a la jardinería, se ha visto cómo los individuos pierden el miedo y empiezan a tomar la iniciativa.
- Bienestar emocional, físico y social. Los participantes no solo se sienten mejor anímicamente sino que, a consecuencia de practicar la jardinería, empiezan a alimentarse mejor.
Las investigadoras están estudiando las posibilidades de replicar, en un futuro, estos dos jardines piloto a nuevos espacios de la ciudad de Barcelona.