La contaminación atmosférica, un factor en la persistencia de la COVID y otros retos para la salud pública

Un nuevo estudio de ISGlobal sobre la COVID persistente destaca de nuevo el papel de la contaminación del aire en nuestra salud. Los expertos instan a los políticos a tomar acciones decididas para combatir la contaminación del aire y los efectos del cambio climático sobre la salud humana.

Press release of the presentation of the Manifesto for Air Quality. Photo by Èlia Pons (ISGlobal).

Un estudio liderado por Manolis Kogevinas en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) ha identificado una relación entre la contaminación atmosférica, en particular la exposición a partículas finas (PM2,5 y PM10), y una mayor duración de los síntomas de la COVID persistente. El equipo investigador señala que, aunque la contaminación del aire podría no ser una causa directa de la COVID persistente, sí podría aumentar la gravedad de la infección inicial, lo que a su vez eleva el riesgo de desarrollar esta condición.

La investigación, que ha seguido a más de 2.800 participantes de entre 40 y 65 años de la cohorte COVICAT en Cataluña, también indica que otros factores, como los espacios verdes o el ruido del tráfico, tienen un impacto menor en la duración de la COVID persistente. El estudio resalta la necesidad de comprender mejor los mecanismos que conectan los contaminantes con esta afección, que afecta a millones de personas en todo el mundo.

Una señal de alerta sobre la calidad del aire

Esta investigación es sólo una prueba más del profundo impacto que la calidad del aire tiene sobre la salud humana, más allá de las enfermedades respiratorias tradicionales. Por ello, ISGlobal, junto con el Colegio de Médicos de Barcelona, la Sociedad Catalana de Pediatría y los colectivos Revolta Escolar y Eixample Respira, ha impulsado el Manifiesto por la calidad del aire, una llamada urgente a la acción política para mejorar los niveles de contaminación.

Este manifiesto, presentado en rueda de prensa ayer 28 de noviembre, recuerda que más de 8 millones de muertes prematuras cada año están relacionadas con la contaminación del aire, con efectos especialmente devastadores en niños y comunidades vulnerables. Propone medidas ambiciosas, como fomentar el transporte sostenible, reducir los combustibles fósiles y mejorar la planificación urbana para combatir esta crisis sanitaria y medioambiental.

Las instituciones y personas que deseen adherirse a este manifiesto pueden hacerlo a través de este formulario.

Clima y salud: un reto de salud y justicia social

En paralelo, ISGlobal también ha alertado sobre la falta de inversión en la investigación sobre clima y salud a nivel europeo a través de un manifiesto conjunto del consorcio europeo SPHERA, que reúne a las principales instituciones europeas de investigación sobre medio ambiente, clima y salud. Han denunciado lo que consideran una “decepcionante omisión” en el borrador del programa Horizon Europe 2025. Según el borrador, el programa no destinará fondos específicos para estudiar las conexiones entre el cambio climático y la salud humana, a pesar de la creciente evidencia de su impacto. Un ejemplo es el incremento de las temperaturas, que volverán a batir récords, junto con estudios que cuantifican en unas 70.000 y 47.000, respectivamente, las muertes atribuibles al calor en los veranos de 2022 y 2023.

Eventos extremos como olas de calor, incendios forestales e inundaciones han puesto de manifiesto las graves amenazas climáticas para la salud. Estos factores se combinan con otras amenazas, como la contaminación o el aumento de enfermedades alérgicas, generando una carga sanitaria cada vez más preocupante. Los expertos reclaman acciones decididas por parte de la UE para abordar estos desafíos y evitar consecuencias devastadoras a largo plazo.

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