El pasado 17 de noviembre, los participantes del «EMBO Practical Course on Targeted Proteomics» celebraron el final del curso con una gran tarta. Esta celebración tenía un motivo especial: el servicio de protéomica en el Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB) – una unidad mixta del Centro de Regulación Genómica (CRG) y el Departamento de Medicina y Ciencias de la vida, Universidad Pompeu Fabra (MELIS-UPF) – celebraba 10 años de sus cursos anuales de proteómica, por donde ya han pasado unas 500 personas.
“Iniciamos los cursos porque contábamos con un profundo know how y experiencia en optimizar los resultados de los experimentos de proteómica. Nuestro objetivo era compartir ese conocimiento a los investigadores e investigadoras. Creemos que con una formación adecuada se pueden plantear preguntas más incisivas, saber cuáles son los experimentos más apropiados y, en definitiva, maximizar los beneficios de las técnicas de proteómica para la investigación biomédica”, dice Eduard Sabidó, jefe del servicio.
Desarrollar y ofrecer estas formaciones ha permitido al equipo la capacidad de atraer a formadores y estudiantes de todo el mundo fomentando el networking, la interacción mutua, y estableciendo un epicentro de conocimiento en proteómica a nivel local, nacional e internacional.
El servicio organiza dos cursos anuales:
- El curso “Courses@CRG: Advanced Proteomics Course”, parte de la serie Courses@CRG y con una acogida de 16 a 20 participantes, atrae a profesionales de toda Europa.
- El curso “EMBO Practical Course on Targeted Proteomics”, organizado inicialmente en colaboración con la Universidad Politécnica de Zúrich (ETH Zúrich) y ahora con la Universidad de Washington (UW, Seattle), goza de un carácter decididamente internacional, con unos 25 estudiantes por edición provenientes no sólo de Europa sino de distintos países de África, América y Oceanía.
El primer curso está diseñado para profesionales en el campo de la investigación biomédica que deseen incorporar las técnicas de proteómica en sus proyectos. “Nuestro objetivo principal es proporcionar una revisión exhaustiva de estas técnicas y sus aplicaciones en la investigación biomédica. Guiamos a los y las estudiantes a través de todo el proceso: desde la selección de los experimentos más pertinentes y la identificación de las preguntas clave, hasta la correcta preparación de las muestras”, señala Sabidó.
El segundo curso, dedicado específicamente a las últimas innovaciones en el campo de la proteómica dirigida, está enfocado a expertos e investigadores con previa experiencia en este ámbito. No sólo los participantes provienen de todo el mundo, sino también los y las formadoras son de carácter internacional. “Gracias a la financiación de la EMBO, a la que debemos aplicar cada año de forma competitiva, tenemos la oportunidad de invitar a especialistas de todas partes que han sido pioneros en las novedades más relevantes en proteómica de los últimos años”, dice el jefe de la unidad. «Es una prioridad para nosotros diversificar e invitar a diferentes expertos y expertas en cada edición».
Unos cursos muy intensivos
Estos cursos son una gran oportunidad y están muy bien valorados por los participantes; pero también son exigentes. Duran una semana entera, de 9 de la mañana a 6 de la tarde. «Por la mañana reciben las lecciones teóricas, y por las tardes están con sus ordenadores, analizando los datos que les damos», explica Guadalupe Espadas, miembro del servicio de proteómica implicada en el desarrollo de estas formaciones.
“Por poner un ejemplo del grado de dedicación e interés de nuestros estudiantes, recuerdo que durante la edición online de 2021, adaptada a causa de la pandemia, teníamos una estudiante de Australia. Por la diferencia horaria, ella hacía el curso durante la noche: veíamos cómo se iba haciendo de noche cuando empezábamos las sesiones de la mañana, y al finalizar el día veíamos la salida del sol por su pantalla!”, recuerda Sabidó.
A lo largo de estos 10 años, casi 500 estudiantes y entre 50 y 75 instructores han formado parte de estos cursos de proteómica. Esto ha supuesto también un valor añadido para la propia unidad. “Estos cursos nos ha permitido consolidar una comunidad de expertos y expertas en proteómica, facilitando el intercambio de conocimientos con investigadores clave en el campo, así como el establecer nuevas colaboraciones y potenciar la visibilidad de nuestro servicio en el campo de la proteómica y las disciplinas en las que se implementan estas técnicas”, concluye Sabidó.
La proteómica, clave en la biomedicina actual
Y es que esta disciplina tiene una amplia gama de aplicaciones en biomedicina. Al fin y al cabo, la proteómica se centra en el estudio del conjunto de proteínas de un organismo: su localización, abundancia, sus modificaciones y las interacciones con otras proteínas. Cabe recordar que las proteínas son componentes fundamentales de la célula. “Son los bloques de construcción, los interruptores de las funciones celulares, y muchas de ellas son dianas de fármacos – o actúan como fármacos ellas mismas, como los anticuerpos monoclonales”, ejemplifica Eva Borràs, miembro del servicio de proteómica y profesora de los cursos. «Por eso, el estudio de las proteínas tiene un impacto muy importante en la investigación biomédica y traslacional», continúa.
La proteómica se centra en el estudio del conjunto de proteínas de un organismo: su localización, abundancia, sus modificaciones y las interacciones con otras proteínas.
También es un campo en continuo desarrollo. “En estos últimos diez años de formación nos hemos ido adaptando a las novedades del campo. El temario de este año poco tiene que ver con el del primer año. Hemos introducido las nuevas tecnologías que han ido apareciendo y perfeccionado los materiales docentes, sobre todo los tutoriales, que son muy detallados y una gran herramienta educativa”, explica Cristina Chiva, otra de las miembros del servicio de proteómica encargada de los cursos y la generación de los materiales.
Aunque no ha sido ni mucho menos el único cambio, la irrupción de la inteligencia artificial también ha tenido un impacto importante en el campo. “Hace un par de años, hablando del proyecto PROTrEIN que coordinamos – un proyecto de formación en algoritmos de aprendizaje automático y proteómica que terminará en 2024 – comentamos que las tecnologías de aprendizaje automático serían de uso común en ciencia. De hecho, en el terreno de la interpretación de datos, hemos visto una proliferación de algoritmos basados en IA. Éstas son herramientas muy importantes, por ejemplo, para predecir ciertas propiedades de los péptidos y las proteínas, y anticipar cómo se comportarán dentro del espectrómetro de masas para mejorar su detección”, explica Sabidó. “¡Pero no me imaginaba la rápida adopción y expansión que han tenido estas técnicas también fuera del mundo especializado de la investigación, y que aparecerían herramientas como el chatGPT donde cualquiera puede plantear una pregunta y obtener una respuesta coherente!”, confiesa el investigador.
Son tiempos emocionantes, y es probable que algunas de las tecnologías que se presentarán en los cursos del servicio de proteómica en 10 años sean ahora impensables. De momento, disfrutamos de la tarta mientras celebramos estos primeros y exitosos 10 años.