El 15 de marzo del 2006 el Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB) fue inaugurado con la prometida de convertirse en actor principal en la investigación biomédica al sur de Europa. Los políticos, los medios y los mismos investigadores estaban seguros que esta nueva infraestructura científica posicionaría Barcelona a la «Liga de Campeones» de la investigación biomédica, y esta inauguración se celebró con euforia. Aun así, nadie en Alemania, el Reino Unido, Francia o California no se enteró de este acontecimiento. La capital de Cataluña era una ciudad asociada con el arte, la arquitectura, el diseño, la alimentación y el mejor estilo de vida mediterráneo, pero las principales actividades en investigación biomédica no aparecían en el radar de la comunidad científica internacional en aquel momento. «Mis compañeros se reían de mí cuando el 2000 los dije que me mudaba en Barcelona», recuerda Reimund Fickert, alemán y director de proyectos al PRBB y su primer empleado. Hoy la gente ya no ríe cuando los científicos anuncian su traslado a uno de los centros del PRBB.
«Estamos comprometidos con una investigación que es útil para la salud de los ciudadanos y para producir una nueva generación de conocimiento, creado a partir de la interdisciplinariedad.»
Jordi Camí, PRBB
Esta iniciativa de la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y la Universidad Pompeu Fabra ha podido proporcionar una infraestructura científica abierta que permite a las instituciones del Parque llevar a cabo investigación biomédica competitiva de ámbito internacional. Los datos sobre la actividad científica, como por ejemplo publicaciones, conferencias o financiación de la UE, son excepcionales y similares a las de muchas universidades e instituciones de investigación en Europa. En sólo diez años, el PRBB ha demostrado ser capaz de jugar a la “Liga de Campeones” biomédica, compitiendo y atrayendo talento prometedor de todo el mundo y representando un punto sólido al mapa del mundo de la investigación biomédica.
El Parque representa hoy en día una masa crítica de 1.500 personas procedentes de 50 países, servicios técnicos y científicos de vanguardia, una gran diversidad de perspectivas de investigación, desde moléculas hasta poblaciones, y científicos premiados internacionalmente. La transformación de Barcelona también ha ayudado. Los nuevos centros de investigación e infraestructuras, como el Parco Científico de Barcelona (PCB), el superordenador MareNostrum, el sincrotrón ALBA y otras instalaciones de investigación a los hospitales universitarios locales, así como los contratos de investigación ICREA para los mejores investigadores, han dado en Barcelona un atractivo sólido para sobrevivir en la moderna economía del conocimiento.
Los años 80: los inicios de un sueño
Las primeras acciones para promover un parque de investigación biomédica junto al Hospital de Mar tuvieron lugar el 1985, cuando Jordi Camino, entonces director del IMIM, redactó la propuesta inicial. Encontró el apoyo inmediato de Joan Clos, regidor de salud al Ayuntamiento de la ciudad, que más tarde, el 1997, se hizo cargo de la alcaldía sustituyendo a Pasqual Maragall. Cuando a finales de 1987 Barcelona ganó ser la sede de los Juegos Olímpicos de verano de 1992 contra París y Amsterdam, toda la energía política se enfocó en la preparación de los Juegos y el parque de investigación biomédica se dejó en suspenso.
Sin embargo, un acontecimiento importante estableció la base para el éxito del PRBB en los tiempos pre-olímpicos. Un golpe aprobados los informes técnicos y de viabilidad sobre el parque de investigación, el Comité de Planificación Urbana de Barcelona clasificó el espacio que había junto al hospital como «parque biomédico» el 1991, hecho que significó que no se podía construir ninguna otra cosa. Otro efecto secundario de los Juegos Olímpicos fue la apertura de la ciudad al mar con playas artificiales, un paseo marítimo y un puerto olímpico, que se convirtió en el nuevo barrio «turístico» del PRBB. Además, el IMIM se hizo cargo de la creación del laboratorio oficial antidopaje para los Juegos en un edificio curvado de nueva construcción unido al Hospital del Mar, que fue inaugurado el 1992 y que fue la sede de la IMIM hasta su traslado al PRBB el 2006. A partir de 1997 el edificio alojó también los innovadores estudios en Biología Humana y el nuevo Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud de la Universidad Pompeu Fabra (CEXS-UPF), impulsados por Jordi Camí.
Una vez firmados los acuerdos políticos finales entre la UPF y el Ayuntamiento de Barcelona, el proyecto se desarrolló también arquitectónicamente, conduciendo al inicio de la construcción el 2001. El 2005 el Consorcio PRBB fue fundado por la UPF (20%), el Ayuntamiento de Barcelona (30%) y la Generalitat (50%) con la misión de gestionar y mantener el Parque y sus instalaciones, así como de prepararlo para su inauguración el 2006. Las primeras entidades del Parque fueron el IMIM, el CEXS-UPF, el CRG, el CMRB, el IAT y el CREAL, que ocupaban el 100% del espacio de investigación de los 35.000 m2 iniciales del edificio.
2001-2006: un edificio de investigación «sexy»
Los arquitectos barceloneses Manuel Brullet y Albert de Pineda diseñaron una infraestructura científica donde los investigadores pudieran estar juntos, establecer conexiones y comunicarse entre ellos en una estructura flexible, alveolar. Todo y la complejidad tecnológica del edificio, en aquel momento presentó una nueva línea de austeridad. Los principales materiales utilizados fueron la madera, el acero, el hormigón y el vidrio. Esto fue compensado por la riqueza del espacio y su expresión urbanística del volumen. De hecho, el PRBB, con sus 55.000 m2, es uno de los edificios singulares más grandes de Barcelona y su superficie equivale a toda una manzana del Ensanche.
La construcción del edificio, que empezó en septiembre del 2001 y finalizó en octubre del 2006, tuvo un coste de 120 millones de euros, incluyendo la adquisición de todo el mobiliario de laboratorio y oficina, así como del equipamiento de las instalaciones dela animalario. Con su geometría fluida y la forma elíptica y cónica, el edificio no tiene vistas frontales clásicas y parece ingrávido. La fachada exterior de paneles de madera de cedro rojo controla la luz del solo y dibuja el contorno de la estructura. Cómo que no llega a tierra, se refuerza la sensación de estructura flotante.
«El edificio llama la atención por su belleza y su excelente ubicación junto al mar. Es una atracción estética que da dignidad a la actividad científica».
El Parque fue construido «de bajo arriba» por medio de estructuras verticales temporales hasta que se llegó a la estructura de suspensión al techo a una altura de 36,5 m. Después de esto, de una manera «de arriba abajo», una estructura metálica externa de tensores se conectó a abrazaderas de acero del techo. Un golpe se transfirió a la cubierta el 60% del peso de la construcción, esta suspensión permitió la eliminación de las estructuras temporales y que aumentaran los grandes espacios abiertos, con sólo algunas columnas en cada uno de los siete pisos por encima de la tierra. Esto proporcionó más flexibilidad en la adaptación de los laboratorios y las oficinas, que han sido siempre al 100% de ocupación, de acuerdo con las necesidades de los científicos.
Diez años conectando ciencia y diversidad en un espacio creativo único
El PRBB ha llegado dónde es gracias al esfuerzo de muchos, pero sobre todo gracias a la gente que lo conforma: una comunidad internacional -con una cincuentena de nacionalidades- y multidisciplinaria, con 100 grupos de investigación que estudian desde los aspectos más moleculares de la biomedicina hasta los más poblacionales, desde la biología experimental hasta la teórica y computacional, de la más básica a la más aplicada y translacional. En este singular edificio, grupos de investigación en cáncer interaccionan con otros en biología de sistemas y bioinformática, laboratorios de fisiología clínica comparten la hora de la comida con los de genómica o epidemiología, equipos de biólogos evolutivos juegan a vóley con neurocientíficos y con físicos que estudian sistemas complejos, psicólogos toman café con científicos expertos en células madre y con médicos.
Esta hibridación cruzada ayuda con hacer una investigación de excelencia. Son una prueba los más de 1.200 artículos publicados el año, las más de veinte becas del prestigioso European Research Council (ERC) para investigadores del parque, o las más de 300 conferencias científicas que tienen lugar anualmente.
El PRBB es una coalición de una universidad, un hospital y varios centros de investigación que han recibido los máximos reconocimientos nacionales en su categoría: el CEXS-UPF ha sido galardonado con la distinción Maria de Maeztu para universidades, el IMIM-Hospital del Mar ha sido nombrado Instituto de Investigación Sanitario y el CRG ha sido reconocido como un Centro de Excelencia Severo Ochoa.
«He visto el PRBB crecer desde que nació. Para mí, ser parte de la comunidad del Parque ha significado colaboraciones e intercambios científicos en un entorno multidisciplinario, uno de los valores más importantes del PRBB. ¡La comunicación es fácil, aquí!»
Fátima Gebauer, jefa de grupo en el CRG
Los servicios científico-técnicos compartidos entre los centros del Parque son una clave importante de este éxito y un aliciente a la hora de captar talento. Tener al alcance uno de los dos espectrómetros de masas más precisos del mundo, una de las unidades de citometría de flujo tecnológicamente más avanzado de Europa o uno de los animalarios europeos más complejos y robotizados no pasa desapercibido entre los aspirantes a venir a trabajar aquí.
2016 y más allá
No es poco el que se ha conseguido en esta década. La prueba que se está haciendo bien es el hecho que otros que ahora empiezan a seguir estrategias parecidas. El nuevo Francis Crick Institute, que se inaugurará en Londres este año y que incluso estéticamente tiene un cierto parecido al PRBB, también apuesta para reunir una masa crítica en un solo edificio para trabajar en temas bien variados dentro de la biomedicina. Cómo dice su director, Paul Nurse, “crear puentes entre las disciplinas necesita su tiempo, pero los beneficios son enormes. En las fronteras entre diferentes áreas científicas pasan cosas interesantes, porque hay estimulación entre personas que piensan de forma diferente”.
El PRBB ha sido y es un espacio de encuentro de disciplinas diversas, y así lo atestiguan los excelentes científicos que trabajan. Y pretende continuar siendo un destino deseable para las nuevas incorporaciones que de seguro llegarán. Por eso, hace falta no pararse y seguir apostando para mantener esta investigación de vanguardia.
En los próximos años tendrán lugar nuevos cambios. Unos institutos marchan, otros vendrán. Los nuevos retos de la biomedicina requerirán nuevas tecnologías, más recursos y formas imaginativas de hacer investigación transdisciplinaria y cooperativa. Cómo dice Iain Mattaj, director del EMBL a Heidelberg: “El Parque funciona gracias a su gran masa crítica. Pero para tener un ambiente de investigación exitoso es esencial, además, la voluntad de colaborar”. Se ha demostrado que esta voluntad está y que ya ha dado sus frutos. Ahora hay que seguir sembrando.
Una comunidad que late
Actividades sociales: La comunidad del PRBB es joven, dinámica y social. Cada año más de 500 personas participan en el Campeonato de Vóley Playa, con partidos diarios durante cuatro meses. Este acontecimiento deportivo, junto con una orquesta, una coral, clases de yoga o los almuerzos solidarios organizados por los Incubakers -todas actividades surgidas de los mismos residentes- ayudan a crear conexiones y sinergias, así como a cohesionar la comunidad tan diversa que tenemos en el Parque.
Divulgación: La investigación de excelencia que tiene lugar al PRBB no se queda paredes adentro. La jornada de puertas abiertas es una cita anual con los ciudadanos de Barcelona, donde más de 3.500 personas vienen a conocer de primera mano la investigación que tiene lugar en los centros del PRBB. El resto del año, casi 12.000 personas pasan por las instalaciones del Parque y más de 200 estudiantes de bachillerato participan al Premio PRBB al mejor trabajo de investigación. Pero también se puede estar al día de las actividades del Parque a través de la revista mensual Elipse o siguiéndolo a las redes sociales, como ya hacen más de 8.500 personas.
Formación y buenas prácticas: Para poder hacer la mejor investigación no sólo hay que saber de ciencia. El liderazgo, el buen desarrollo profesional o la comunicación son habilidades que no se aprenden tradicionalmente en las carreras técnicas, y el programa “Intervals” al PRBB se encarga de llenar este vacío. Unas 400 personas, tanto científicos como personal administrativo, aprovechan cada año uno de los 30 cursos gratuitos de formación continuada. Al PRBB también se hace énfasis en las buenas prácticas científicas, a través de un código común a todos los centros, un curso en integridad en la investigación para los estudiantes de doctorado y varias actividades organizadas por un grupo de trabajo inter-institucional.
Más información: Presentación actual del PRBB – bit.ly/PRBB-Presentation