Aquí tenéis una imagen de un geco, un dragón del desierto de Arabia, hecha por Bernat Burriel, actualmente investigador en el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona (MCNB). Y es que hace poco ha publicado un estudio, mientras aún investigaba en el Instituto de Biología Evolutiva (IBE: CSIC-UPF), donde hicieron un gran hallazgo: ¡tres especies de gecos que brillan por la noche!
Eso sí, esta biofluorescencia no es visible a los ojos humanos (solo se ve bajo luz ultravioleta), pero se cree que sería naturalmente visible para los dragones, cuya visión cubre un espectro de luz más amplio que el nuestro.
Además, la biofluorescencia que han encontrado en el Dragón de Arena de Arabia de Manos Palmeadas (Trigonodactylus arabicus), concretamente, es muy especial, ya que la mayoría de dragones que brillan lo hacen por los huesos, mientras que este geco lo hace a nivel cutáneo. Esto parece estar relacionado con el apareamiento y las interacciones sociales entre las especies del desierto. De hecho, la parte más brillante es la barriga, que pueden presionar contra el suelo en caso de que venga un depredador, mientras que, fuera de peligro, la pueden mostrar para comunicarse con otros gecos.
La investigación no solo aporta luz sobre la singularidad ecológica del desierto árabe, sino que también destaca la importancia de su biodiversidad y abre las puertas hacia futuros estudios sobre las interacciones ecológicas y la evolución de estos pequeños dragones nocturnos del desierto.
Burriel-Carranza, B., Talavera, A., Mochales-Riaño, G., Al Hashmi, S., Al Busaidi, A., Els, J., & Carranza, S. (2024). First record of dermal fluorescence in the desert-adapted Stenodactylus and Trigonodactylus geckos. Journal of Arid Environments. DOI:10.1016/j.jaridenv.2024.105161