Ya hace años que diversos estudios muestran que el microbioma tiene un impacto en la salud humana: en la capacidad cognitiva, en la prevención a la adicción al alcohol o en la respuesta a las vacunas, entre otros. Es por ello que dentro de la comunidad científica hay muchos grupos que se dedican a investigar las bacterias que nos habitan. Pero, ¿cómo las adquirimos?
Esto es lo que ha buscado explicar un estudio reciente de colaboración internacional que ha liderado la Universidad de Trento. Allí trabaja Mireia Vallès-Colomer, primera autora del estudio que próximamente se unirá al Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB) como investigadora principal del Departamento de Medicina y Ciencias de la Vida de la Universidad Pompeu Fabra (MELIS-UPF), donde continuará investigando el microbioma.
Estudiando la transmisión del microbioma
A diferencia del virus del COVID-19, del cual en un tiempo récord conocimos cómo se transmitía, no sabemos demasiado sobre cómo se transmiten las bacterias de nuestro microbioma. A pesar de ello, la importancia del microbioma es tal, que sin él no podríamos vivir.
Para realizar este estudio el equipo investigador ha tenido acceso a datos públicos que contemplan más de 9.700 muestras orales y fecales de individuos de más de 20 países de 5 continentes. Además, algunas de estas muestras son de familiares, lo que ha permitido a las cient´íficas y científicos estudiar la transmisión en este tipo de relaciones. Y gracias a las nuevas herramientas metagenómicas de alta resolución, han sido capaces de realizar un estudio preciso de la transmisión de la microbiota.
La transmisión vertical, la transferencia de bacterias entre madre e hijo o hija en el nacimiento, ya se había estudiado con anterioridad – y el equipo ha podido observar cómo los diferentes tipos de parto (natural o cesárea), afectan a esta transmisión, con la cesárea vinculada a una menor transmisión. Pero los bebés no presentan muchas de las bacterias típicas de los adultos, cosa que les hacía pensar que debía haber también una transmisión horizontal más tarde. Con este estudio han podido comprobarlo.
Microbioma intestinal y oral
El microbioma intestinal es más complejo que el oral (el que se encuentra en nuestra boca) y ya hace tiempo que se conoce su influencia en enfermedades intestinales e incluso en la salud mental. En comparación con el oral está más densamente poblado, y ya se conocen más de 1.000 especies que lo forman – ¡y las que quedan por descubrir!
Gracias a este estudio se ha visto que, al nacer, los bebes comparten hasta un 50% de las cepas bacterianas con sus madres. Pero a partir del primer año, este porcentaje empieza a disminuir hasta el 34% y se va reduciendo aún más con la edad.
En cuanto a los adultos, parece que el microbioma intestinal está influenciado por la cohabitación (las personas de la misma casa comparten un 12% de las cepas, independientemente de su relación) y por las interacciones sociales del individuo (las personas de un mismo pueblo, por ejemplo, comparten un 8%). Así, explica Mireia Vallès-Colomer, “la transmisión de las cepas bacterianas intestinales parece darse también entre individuos que viven cerca pero que no cohabitan, representando las relaciones sociales de la población huésped”.
Las especies que forman parte del microbioma oral son diferentes a las intestinales. Como utilizan la saliva como vehículo de transmisión, acostumbran a ser más aerotolerantes. A pesar de ello, no todas las bacterias orales se transmiten igual y se ha observado que la transmisión tampoco está ligada a su prevalencia o abundancia. No se ha observado, tampoco, que launa fuerte transmisión madre-bebé en el caso del microbioma oral. Pero sí que se ha podido concluir que el intercambio de cepas depende principalmente de la duración del contacto.
“Nuestro estudio muestra que la interacción social promueve el intercambio del microbioma entre adultos”
El peso de las interacciones sociales en la transmisión de la microbiota
Aunque aún queda mucho por descubrir sobre el microbioma y su transmisión, la comunidad científica apuesta por hipotetizar que un microbioma más diverso es bueno, ya que, a más diversidad, más resiliencia a las perturbaciones que podamos padecer.
Esta investigación ha mostrado que los individuos adultos que tienen un contacto estrecho, comparten parte del microbioma, reforzando la hipótesis que “las enfermedades que hasta ahora hemos considerado no transmisibles como el cáncer o las enfermedades cardíacas, podrían tener un componente microbiano transmisible”, explica Vallès-Colomer. Asimismo, abre puertas a nuevos estudios que analicen las redes de interacción social de los pacientes para conocer el grado de transmisibilidad de su microbioma y de las enfermedades que padecen.
Valles-Colomer, M., Blanco-Míguez, A., Manghi, P. et al. The person-to-person transmission landscape of the gut and oral microbiomes. Nature 614, 125–135 (2023). doi.org/10.1038/s41586-022-05620-1