Manolis Kogevinas (ISGlobal): «Debemos reconstruir la confianza entre ciencia y sociedad»

Hablamos con uno de los promotores de la declaración en curso para la defensa de la ciencia frente a la represión política. Kogevinas hace un llamamiento a la acción, dentro y fuera de la comunidad científica.

Manolis Kogevinas es epidemiólogo en ISGlobal, y hace un llamamiento a la acción, a la comunidad científica y más allá, para restaurar la confianza en la ciencia y defender una investigación políticamente independiente y socialmente comprometida. Foto de Glòria Solsona/ISGlobal.

Hablamos con Manolis Kogevinas, epidemiólogo ambiental del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y uno de los promotores de la «Declaración de la Comunidad Científica Global: Defendiendo la ciencia, el conocimiento y el interés público frente a la supresión política«, lanzada el 2 de abril por el consorcio SPHERA.

Ante el aumento de la politización de la ciencia, Kogevinas hace un llamamiento a la acción, dentro y fuera de la comunidad científica.

Los recientes cambios políticos en Estados Unidos han impulsado la publicación de esta declaración. ¿Qué es lo que está en juego?

Aunque los recientes acontecimientos en Estados Unidos han motivado el momento de hacer la declaración, los problemas subyacentes son mundiales. Hemos visto ejemplos de supresión de la ciencia, campañas de desinformación y politización de la evidencia científicas en una amplia gama de países, ya sea en relación con el cambio climático, la protección del medio ambiente, las respuestas a las pandemias o la salud reproductiva y de género. El riesgo no es sólo para la ciencia como institución, sino para la propia sociedad democrática.

Cuando se elude o distorsiona el conocimiento científico, la formulación de políticas pierde su referencia a la evidencia y el público pierde la confianza tanto en la ciencia como en las instituciones. Lo que podemos perder es inmenso: salud pública, estabilidad medioambiental, una ciudadanía informada y la capacidad de responder a los grandes retos mundiales.

Dada la amplitud de los retos – desde la falta de financiación hasta la retórica anticientífica -, ¿cómo prioriza SPHERA las batallas a librar?

SPHERA es una red de centros de investigación y tenemos una capacidad de respuesta limitada. Es necesaria una movilización más amplia en defensa de la ciencia y eso es lo que intentamos conseguir. Nuestras prioridades se guían por tres principios: urgencia, daño y oportunidad de impacto. No las vemos como batallas separadas, sino como amenazas interconectadas al mismo valor fundamental: el derecho del público al conocimiento. En SPHERA, nuestro papel es fomentar el diálogo global, amplificar en la medida de lo posible las voces de los científicos y científicas que se enfrentan a la supresión y crear redes de debate y acción.

¿Cómo crees que ha respondido hasta ahora la comunidad científica a estas amenazas y por qué?

La respuesta ha sido variada. Muchas personas están preocupadas, algunas alzan la voz y unas pocas actúan con valentía, pero demasiadas permanecen en silencio, a menudo por miedo a consecuencias negativas, por presiones institucionales o por una sensación de impotencia. Además, en la ciencia existe desde hace tiempo una cultura que evita la política; algo que en el contexto actual puede ser útil inadvertidamente para quienes pretenden silenciar el discurso basado en la evidencia.

En la ciencia existe desde hace tiempo una cultura que evita la política; hoy en día, esto puede ser útil inadvertidamente para quienes pretenden silenciar el discurso basado en la evidencia.

Manolis Kogevinas (ISGlobal)

De cara al futuro, tenemos que crear alianzas que vayan más allá del mundo académico, trabajando con periodistas, educadores, la sociedad civil y expertos jurídicos. Debemos apoyar a los científicos y científicas que alzan la voz, defender a las instituciones que protegen la integridad de la investigación, como Harvard, y hacer que la ciencia sea más transparente e inclusiva.

¿Quiénes crees que son las partes interesadas que pueden hacer algo al respecto?

Hay muchas partes interesadas: gobiernos, universidades, organismos de financiación, sociedades científicas, revistas científicas, las plataformas de medios i la sociedad civil. Cada una tiene un papel distinto. Los financiadores y las instituciones deben garantizar la libertad académica y proteger al personal investigador de las injerencias políticas. Las sociedades científicas deben abogar públicamente y con claridad. Los gobiernos deben garantizar la transparencia y el respeto a la evidencia.

Para llegar a estos actores, no debemos plantear esta cuestión como un asunto partidista, sino democrático. Todo el mundo se beneficia de una sociedad en la que las decisiones se basan en la evidencia y en la que la ciencia puede desarrollarse libre y éticamente. Apelar a valores compartidos – salud pública, generaciones futuras, justicia – puede ayudar a salvar las diferencias.

«Todos – desde los gobiernos, las sociedades científicas o los medios de comunicación hasta la sociedad civil – deben desempeñar su papel, porque todos nos beneficiamos de una sociedad en la que las decisiones se basan en la evidencia»

Manolis Kogevinas (ISGlobal)

¿Cuál es el papel de la sociedad civil y cómo podemos involucrarla, teniendo en cuenta el actual escepticismo y desinformación?

La sociedad civil es esencial. La ciencia no existe en el vacío: debe rendir cuentas al público y dialogar con él. Mi investigación se financia con dinero público, así que debo retribuir a la sociedad. Para ser eficaces, los científicos y científicas debemos escuchar. Tenemos que entender las preocupaciones detrás del escepticismo, ya sean fruto de la inseguridad económica, de la alienación cultural o, incluso de pasados abusos de autoridad. Una implicación eficaz significa crear conocimientos conjuntamente con las comunidades, apoyar la educación científica a todos los niveles y establecer relaciones con voces locales de confianza. También debemos trabajar con artistas, comunicadores y educadores para traducir cuestiones complejas en conversaciones públicas significativas. Cuando la gente ve que la ciencia está en consonancia con sus experiencias y valores, puede recuperar la confianza.

En tu opinión, ¿cómo podemos conseguir un ecosistema científico resistente?

Un ecosistema científico resistente es aquel en el que la evidencia puede generarse, compartirse y aplicarse sin temor a la censura o las represalias. Es políticamente independiente, pero socialmente comprometido: responde a las necesidades públicas y es responsable ante las normas éticas. Es diverso, tanto en quién hace la ciencia como en qué voces se escuchan. Y es internacional, porque los grandes retos a los que nos enfrentamos – clima, pandemias, salud planetaria – no se detienen en las fronteras.

¿Parece esto ciencia ficción? Por desgracia, sí lo parece en el contexto político actual de los principales países. Pero no debería ser así y estoy seguro de que podemos reconstruir un nuevo «contrato social» entre ciencia y sociedad y conseguir lo que debería ser la norma y no la excepción. Las redes internacionales como SPHERA pueden desempeñar un papel vital en el fomento de la solidaridad y el aprendizaje mutuo entre sistemas. Todo esto no es fácil y nuestros institutos deben hacer un esfuerzo muy serio y constante para reajustar las prioridades. Así pues, ¡me alegro mucho de que El·lipse plantee estas cuestiones!

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