El 8 de marzo es el día internacional de la mujer.
Este es un día especial para reivindicar algo que no habría que reivindicar, porque debería ser obvio que una sociedad moderna no debe de prescindir de nadie y debe de aprovechar el talento y la experiencia allí donde estén, independientemente de ninguna otra consideración. Desgraciadamente, algo que es obvio no se cumple. Esto es así especialmente en un colectivo que engloba el 50% de la población.
Uno esperaría que en un ámbito como la ciencia fuese donde más igualdad hubiese, y donde el número de mujeres en las diferentes disciplinas y puestos de diferente responsabilidad fuese igual que el número de hombres. Desafortunadamente, este no es el caso y nos encontramos áreas de conocimiento en que el número de mujeres es muy bajo como, por ejemplo, las ingenierías. En estos casos, quizás el problema radique en ciertos estereotipos sociales, en la educación de nuestros y nuestras jóvenes, y en la falta de modelos de éxito femeninos en esos campos. Estos son temas que hay que corregir a nivel de la sociedad.
Mucho más preocupante es el hecho de las carreras en que suele haber más mujeres que hombres y, a medida que ascendemos en la escala de responsabilidad, el número de mujeres va descendiendo progresivamente hasta llegar a ser mínimo en los puestos directivos (el famoso efecto tijera). Este es un aspecto que denota claramente que existe un problema.
¿Por qué hay que resolverlo? Evidentemente, hay un aspecto de igualdad al que toda sociedad debe de aspirar, pero, además, en mi opinión, nos estamos perdiendo muchas cosas por no tener un mayor número de mujeres en puestos de responsabilidad.
“Nos estamos perdiendo muchas cosas por no tener un mayor número de mujeres en puestos de responsabilidad”
La ciencia, tal y como la practicamos, es el resultado de 300 años de investigación realizados fundamentalmente por hombres. Por tanto, la ciencia actual refleja una visión del mundo masculina, y no hay forma de justificar que dicha visión sea la forma idónea de llevarla a cabo. La inclusión de ese 50% de la sociedad en todos los niveles puede cambiar la forma en cómo hacemos ciencia. Ofrecer otra perspectiva nos permitirá que la ciencia sea mejor.
Así pues, con el objetivo de mejorar la forma en que trabajamos, es importante alcanzar esa igualdad. Es importante en este punto destacar que, aunque todavía estamos lejos de ese objetivo, la situación ha mejorado en muchos aspectos. Hay una concienciación entre la comunidad científica de la importancia de eliminar los sesgos inconscientes. Cada vez hay más mujeres que se postulan a plazas de investigadoras principales y que escalan a puestos de mayor responsabilidad. Muchos de los centros de investigación, aunque no todos, han desarrollado planes de igualdad y comités de género. Es cierto que existen muy pocas mujeres directoras de centros o de departamentos de investigación, pero esta situación cambiará en los próximos años, a medida que se vaya retirando una generación donde la mayor parte de los investigadores principales son hombres.
“Es cierto que existen muy pocas mujeres directoras de centros o de departamentos de investigación, pero esta situación cambiará en los próximos años”
No obstante, para conseguir el cambio, también hay que aplicar medidas específicas en el momento en que se abre una oportunidad para contratar a un director o una directora o a líderes de un programa de investigación. Esto implica buscar mujeres candidatas competitivas. No podemos excusarnos aduciendo que no se han presentado candidatas, hay que establecer una política que indique claramente que en el caso de no existir mujeres candidatas excelentes para el puesto, no será posible contratar a nadie.
“Cuando se abre una oportunidad para contratar a un director o una directora (…) no podemos excusarnos aduciendo que no se han presentado candidatas”
Ello no implica el establecimiento de cuotas, o el reclutamiento de un candidato o candidata menos competente; se trata garantizar que el proceso de selección cuente con candidatas excelentes. Esta es la política que ha seguido el Centro de Regulación Genómica (CRG) en los últimos años y que ha producido excelentes resultados: 4 mujeres contratadas como investigadoras principales, de las 6 plazas de jefes de grupo junior abiertas.
Además de todas estas medidas, los centros de investigación deben apoyar a las mujeres en otros niveles como, por ejemplo, a las estudiantes de doctorado o investigadoras postdoctorales que tengan hijos e hijas. Es necesario poner en marcha acciones para que las jóvenes investigadoras puedan conocer a mujeres que hayan triunfado en sus campos sin sacrificar su vida personal. Hay que asegurarse de eliminar los sesgos inconscientes en los paneles de selección de candidatos/as, y en dichos paneles debe haber un número significativo de mujeres. El lenguaje de los anuncios para ofertar plazas de jefes o jefas de grupo debe ser inclusivo para evitar que candidatas potenciales desestimen presentarse.
“Lo más importante es que los rectorados de las universidades y las direcciones de los centros de investigación crean de verdad en las ventajas de la inclusión de mujeres en puestos de responsabilidad”
Independientemente de todo ello, lo más importante es que los rectorados de las universidades y las direcciones de los centros de investigación crean de verdad en las ventajas de la inclusión de mujeres en puestos de responsabilidad, que no se trate de medidas adoptadas para ser políticamente correctos, sino porque es importante y porque las mujeres contribuyen a mejorar la ciencia y sus instituciones.