Esta imagen, de Gabriele Zaffagnini del Centro de Regulación Genómica (CRG), muestra un ovocito humano fijado e inmunoteñido. Las mitocondrias se muestran en naranja y el citoesqueleto de actina se muestra en verde. El ADN se muestra en azul claro.
La imagen es parte de un estudio reciente realizado por el laboratorio de Elvan Böke que mostró que los óvulos humanos ralentizan la actividad de sus sistemas internos de eliminación de desechos a medida que maduran.
Todas las células necesitan reciclar proteínas para mantener el orden, pero hacerlo también crea especies reactivas de oxígeno (ROS), que pueden causar daños. Usando sondas fluorescentes en más de 100 óvulos de 21 donantes sanas, el equipo investigador rastreó la actividad de los lisosomas, el proteasoma y las mitocondrias en los óvulos vivos, y encontraron que era más baja que en las células circundantes.
Junto con un estudio anterior del mismo laboratorio, este trabajo muestra cómo los óvulos inmaduros con los que nacen las mujeres (alrededor de uno a dos millones) logran mantenerse lo suficientemente saludables durante más de cincuenta años como para posibilitar el embarazo, al mantener su metabolismo, y los efectos secundarios dañinos, bajos.
Gabriele Zaffagnini, Miquel Solé, Juan Manuel Duran, Nikolaos P Polyzos, Elvan Böke. The proteostatic landscape of healthy human oocytes. EMBO J. 2025 Aug;44(16):4611-4630. doi: 10.1038/s44318-025-00493-2. Epub 2025 Jul 16.



