Marc Güell (DCEXS-UPF): “La materia viva es la maquinaria más avanzada que existe”

Marc Güell nos habla sobre la terapia génica y como afrontar el reto de hacer ingeniería en sistemas vivos para crear nuevas terapias.

Marc Güell, lider del grupo de investigación en Biología Sintética Traslacional del DCEXS-UPF.

Marc Güell, lider del grupo de investigación en Biología Sintética Traslacional del DCEXS-UPF.

Marc Güell nació en Olot y se trasladó a Barcelona para estudiar química y posteriormente ingeniería técnica de telecomunicaciones. Después de su doctorado en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL) y en el Centro de Regulación Genómica (CRG) se fue a Boston, al Instituto Wyss de la Universidad de Harvard, donde desarrolló nuevas tecnologías para la edición genética y la biología sintética. Desde el verano de 2017, lidera el grupo de investigación en Biología Sintética Traslacional del Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud, Universidad Pompeu Fabra (DCEXS-UPF), donde trabaja para aplicar los avances en ingeniería genética en terapias.

 

Has vuelto de Harvard para instalarte de nuevo en Barcelona. ¿Por qué?

Me siento muy europeo, quería volver aquí. La calidad de la ciencia en Barcelona es muy alta. Quizás destacamos más en la investigación básica; pero, aun así, existen todos los ingredientes para hacer muy buena investigación y la ciudad atrae talento internacional. He tenido la oportunidad de ir a otros sitios, pero he querido volver.

 

«(En Barcelona) hay todos los ingredientes necesarios para hacer muy buena investigación y la ciudad atrae talento internacional»
Marc Güell

 

¿Qué diferencias hay entre la investigación de Estados Unidos y la de aquí?

El precio por fallar en Estados Unidos es mucho más bajo. Los americanos apuestan fuerte por el riesgo. Eso les permite llegar a descubrimientos que en Europa nos cuestan más. Es cierto que hay proyectos de gran riesgo que acaban fallando; pero, muchas veces, los grandes descubrimientos vienen de este tipo de proyectos. Estas iniciativas, en Europa, a menudo cuesta financiarlas.

 

De estudiar química e ingeniería en telecomunicaciones a dedicarte a la biología sintética…

Siempre me ha gustado mucho la ciencia experimental y el desarrollo tecnológico. Podría haber hecho cualquier carrera de ciencias experimentales. Por otro lado, las telecomunicaciones me aportaron la formación en computación. Al final, acabé haciendo biología sintética porque me gusta mucho crear tecnologías que nos permitan solucionar problemas. Y como la materia viva es la maquinaria más avanzada que existe, me motivó el reto de hacer ingeniería en sistemas vivos para crear nuevas terapias.

 

«Me gusta mucho crear tecnologías que nos permitan solucionar problemas»

 

¿Cómo funciona la terapia génica?

Hay dos maneras. Una es el método ex vivo, cuando se extrae todo un tejido, se modifica genéticamente y, una vez funciona bien, se vuelve a introducir. Es el caso de los niños burbuja, a los que se les extrae las células hematopoyéticas, se modifican genéticamente y se les vuelven a implantar. En otros casos, esta opción no es viable y se tiene que introducir el material genético de interés en las células sin sacarlas del cuerpo. Por tanto, se trabaja con virus u otras nanopartículas que puedan introducir los genes dentro de las células del tejido.

 

A parte de tu investigación, has creado el spin off eGenesis. ¿Cómo surgió?

Durante mi estancia en Harvard me dediqué a la edición de genomas de células de mamífero. Avanzamos bastante y nos preguntamos cómo podíamos materializar nuestros descubrimientos para solucionar un problema médico importante. La falta de tejidos para hacer trasplantes es uno de los grandes problemas médicos en la actualidad y parece no tener una solución fácil: cada vez envejecemos más y somos mejores a la hora de mantener pacientes críticos vivos, por lo que hay pocas perspectivas de aumentar la cantidad de órganos disponibles para trasplantes. Una posibilidad para producir órganos de manera ilimitada es usando animales, como el cerdo.

 

¿Qué dificultades tiene este proceso?

A priori tenemos que romper dos barreras: la compatibilidad con nuestro sistema inmune y los virus endógenos. Casi todos los mamíferos tienen dentro de su ADN virus endógenos que se trasmiten de padres a hijos. En el caso de los humanos, casi no les hacemos caso porque son muy antiguos y prácticamente inactivos. Pero en el caso de los cerdos, son una adquisición más moderna y pueden infectar células humanas. Al tratarse de virus endógenos, por muy limpias que mantengamos las células, los virus continuaran transmitiéndose. La única solución parece ser aplicar ingeniería genética para hacer animales más compatibles y sin virus endógenos activos.

 

«La terapia génica ya es real (…), pero a largo plazo genera un gran debate»

 

¿Cuáles son las implicaciones principales de vuestros descubrimientos?

A corto y medio plazo, trabajamos para crear herramientas que nos permitan curar enfermedades. La terapia génica ya es real: se acaba de aprobar su uso para tratar la leucemia, que se une a una lista creciente de enfermedades. Pero a largo plazo, se genera un gran debate. La trascendencia de modificar la especie humana de manera dirigida tiene unas implicaciones que van más allá de los laboratorios.

 

«La investigación que hacemos solo tiene sentido si llega a todo el mundo»

 

¿Dónde está el límite?

El límite lo tenemos que ir aprendiendo. De momento, hay un amplio consenso en el uso de la ingeniería genética en células somáticas para finalidades terapéuticas (hay ya miles de ensayos clínicos en marcha). Así mismo, hace poco se ha demostrado la viabilidad técnica de modificar embriones humanos. Estas modificaciones que afectan la línea germinal seguramente tardarán más en salir del laboratorio.

La tecnología está yendo muy rápido y el debate no solo es ético, hay un componente económico poco menospreciable. Cuando tengamos disponible un tratamiento contra la leucemia pero este tratamiento cueste más de medio millón de euros, ¿cómo lo gestionaremos? Al final, la investigación que hacemos solo tiene sentido si llega a todo el mundo. No es una decisión que tengamos que tomar los científicos, pero es importante que informemos que la terapia génica ha llegado a la sociedad para quedarse y expandirse.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *