El microbiólogo español Francisco J. M. Mojica (Elche, 1963) fue el descubridor de CRISPR, un sistema que en los últimos años ha creado una revolución en la biomedicina debido a sus potenciales y numerosas aplicaciones. Mojica, que recientemente recibió el premio Jaime I de Investigación Básica, vino recientemente al Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB) a contar la historia del descubrimiento de CRISPR y lo que significa.
¿Cómo descubriste CRISPR?
En 1993, durante mi doctorado, estudiaba cómo las arqueas halófilas sobreviven a las altas salinidades de sus hábitats cuando descubrí en su genoma algunas secuencias de ADN que se repetían hasta quince veces seguidas, con espacios entre ellas. Les pusimos de nombre CRISPR, por el inglés de repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas (Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats). Esta distribución era muy extraña: ¡debían ser importantes! Así que, al terminar la tesis, me puse a estudiarlas más a fondo. Diez años más tarde, mientras estaba de vacaciones en las salinas de Santa Pola en Alicante – justo donde las arqueas habían sido aisladas por primera vez -, me pasé por el laboratorio para analizar el ADN y entonces me di cuenta de que algunos de los «separadores» entre las repeticiones eran secuencias de virus que, aparentemente, darían inmunidad a las bacterias contra estos virus. Inmediatamente fui a explicárselo a mi mujer y le dije que un día esto recibiría un premio Nobel. Aun así, no imaginé nunca lo que vendría…
«Me di cuenta de que algunos de los «separadores» entre las repeticiones eran secuencias de virus que, aparentemente, darían inmunidad a las bacterias contra estos virus. Inmediatamente fui a explicárselo a mi mujer y le dije que un día esto recibiría un premio Nobel»
¿Cómo funciona CRISPR?
Imagínese que las bacterias mantienen un álbum de fotos de los virus que los atacan (cada «espaciador» es una foto). Cuando son atacados por un virus, estas fotos se utilizan para reconocer el virus y guiar una proteína Cas (proteína asociada a CRISPR) a cortar el genoma viral de forma precisa.
¿Por qué es tan importante?
¡Esta especificidad y capacidad de cortar la convierte en una herramienta brillante para la edición del genoma! No se me ocurrió en ese momento, porque yo pensaba sólo en las bacterias, pero una vez que otros lo hicieron funcionar en células de mamífero, las aplicaciones no han parado de llegar. ¡Se puede utilizar para mil cosas, como estudiar la función de genes o incluso corregir las mutaciones que causan una enfermedad!
¿Cómo te ha afectado a ti la revolución CRISPR?
Muchas personas con problemas genéticos ahora me llaman para preguntar cómo puedo ayudar. Yo no soy médico, por lo que no puedo decir mucho, excepto que esto tardará años… ¡Pero la verdad es que las cosas van tan rápido! Apenas el mes pasado se dió luz verde al primer ensayo clínico en humanos de CRISPR, que modificará linfocitos T para combatir el cáncer. Es realmente increíble. Me hace sentir muy orgulloso de haber sido parte de este descubrimiento.
«(Hay que reconocer) el valor de este tipo de investigación básica abierta, no dirigida, del saber por saber, que a veces puede tener resultados más sorprendentes que aquella aplicada o dirigida a un objetivo concreto»
¿Has pensado en cambiar tu investigación para estudiar las aplicaciones de CRISPR?
No; yo soy microbiólogo. Estoy interesado en comprender cómo funciona el sistema. Todavía no sabemos cómo las bacterias adquieren esta inmunidad o cómo distinguen entre el ADN del virus y el suyo propio. Y esta investigación básica es importante, como la historia de CRISPR ha demostrado. Por eso me ha hecho especial ilusión recibir el premio Jaime I de Investigación Básica, porque reconoce el valor de este tipo de investigación básica abierta, no dirigida, del saber por saber, que a veces puede tener resultados más sorprendentes que aquella aplicada o dirigida a un objetivo concreto. Por ejemplo, CRISPR-Cas es un sistema inmune adaptativo, con la capacidad de «hacer fotografías» de nuevos virus. Imaginemos que pudiéramos trasplantarlo a una persona y hacer que funcionara como lo hace en las bacterias. ¡Sería una inmunización a la carta! Pero, para que esto ocurra, tenemos que entender cómo funciona en bacterias. Éste es mi trabajo.