Edgar Garriga es un estudiante de tercer año de doctorado en el laboratorio de Cédric Notredame, en el Centro de Regulación Genómica (CRG). En marzo se unió a los coronamakers, miles de personas en todo el país que, de forma voluntaria, han puesto sus medios y sus conocimientos para imprimir en 3D el material necesario para proteger al personal sanitario en su lucha diaria contra la pandemia causada por el coronavirus SARS-Cov-2.
El CRG ha ofrecido una de sus impresoras 3D a este doctorando, que desde su casa fabrica las piezas para respiradores, viseras protectoras y demás material. La UPF ha hecho lo mismo con sus cuatro impresoras 3D, que ahora están en casas de estudiantes de ingeniería biomédica.
Edgar nos cuenta su experiencia como CoronaMaker y como, con la ayuda de la impresora del CRG y otras dos que tiene en casa, está poniendo su grano de arena en esta lucha contra la COVID-19.
¿Cómo has acabado siendo parte del movimiento coronamakers?
Cuando estudié ingeniería informática, en la facultad creamos una impresora 3D: la compramos por piezas y la montamos. Me gustó y después me monté una para mí, que en los últimos años he ido usando para arreglar alguna que otra pieza rota del móvil o de la nevera, pero poca cosa. Hasta que vi la noticia sobre los makers en Italia.
¿Qué noticia?
En Italia faltaban válvulas para respiradores en los hospitales. Eran muy caras (11.000 €), pero el problema sobre todo era la falta de stock. La comunidad de makers de Italia salió al rescate y empezaron a crearlas, unas 500 al día – ¡y por 1 dólar cada una! Cuando la noticia llegó a España, donde aún no habíamos llegado a la situación límite de Italia, contactamos con gente del sector sanitario y les preguntamos qué es lo que iban a necesitar… Nos dijeron que los respiradores eran esenciales: “tendremos que decidir quien vive y quien muere por falta de respiradores”.
Así que os pusisteis manos a la obra.
Hablé con mis compañeros de facultad, con los que había creado mi primera impresora 3D. Algunos sabían de gente en Madrid que estaba empezando a diseñar respiradores… nos pusimos en contacto y encontramos la comunidad de los coronamakers.
¡Y a imprimir respiradores!
Bueno no fue tan fácil. Tardamos casi un mes en tener el visto bueno de Sanidad; los respiradores que diseñamos tuvieron que pasar pruebas clínicas y, aún así, solo se pueden usar en caso de emergencia, por motivos más legales que técnicos. Pero lo que me emociona es que los diseños están hechos, publicados y validados y pueden ser útiles en otros lugares. Por ejemplo, estamos en contacto con gente en Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay…
¿Cómo funciona una impresora 3D y cómo hacéis los respiradores?
No queremos reinventar la rueda…. aprovechamos objetos que ya existen, sobre todo para la parte médica. Por ejemplo, en el caso de los respiradores, lo único que hacemos nosotros con la impresora 3D es una especie de palanca, el mecanismo que aprieta el ambú (una especie de bolsa que hay que inflar para proporcionar ventilación).
En realidad, la impresora 3D es muy simple. El plástico que usamos son unas bobinas de plástico (PLA) de distinto diámetro (las mías son de 2,85mm). La impresora funde el plástico a 2150C, y éste sale por un agujero de 0,04mm – al salir se enfría y se ‘regenera’ el plástico, mucho más fino. Así puede ir imprimiendo, como si fuera tinta, pero poniendo capa sobre capa, en tres ejes.
La impresora 3D funde el plástico de las bobinas iniciales y lo usa para imprimir, como si fuera tinta, pero poniendo capa sobre capa, en tres ejes.
¿Qué habéis hecho además de respiradores?
Hemos hecho viseras protectoras. Al igual que con los respiradores, hacemos sólo la pieza de arriba que sujeta el plástico, una especie de diadema. El plástico transparente, que es una hoja de acetato, ahora lo compramos, pero al principio ¡cogíamos las portadas de manuales o cuadernos que teníamos por casa!
Otra cosa que hemos hecho son salvaorejas – una pequeña banda de plástico con diferentes posiciones que se usan para proteger las orejas del personal sanitario, porque las máscaras quirúrgicas puestas durante tantas horas, días, meses… provocan heridas.
Nos han pedido también abrepuertas, una especie de llavero para apretar botones y abrir puertas evitando el contacto físico con éstas.
En estos tres casos los diseños no han tenido que ser certificados por sanidad, porque no son considerados EPIs oficiales. Con que sean útiles para quienes los usan, ya está bien.
¿Cuánto material habéis generado?
Desde que comenzamos, hemos generado más de 110.000 piezas (más de 70.000 viseras y 40.000 salvaorejas). Para hacer una visera se tarda 1’30h aproximadamente, si todo va bien. Al inicio tardábamos más, pero hemos ido haciendo el proceso más eficiente, buscando como usar menos plástico, menos tiempo… Ahora estamos algo más tranquilos, pero hemos estado semanas con las máquinas trabajando 24h sin parar – y las tres que tengo yo, incluida una del CRG, están en mi habitación, así que ¡el ruido se añadía al insomnio provocado por el confinamiento!
¿Y cuántos coronamakers sois?
A nivel de toda España somos más de 15.000, en Catalunya unos 3.000. Nos comunicamos todos por Telegram, tenemos grupos a nivel estatal, a nivel comarcal… Estamos todos en contacto, pero trabajamos a nivel local; cada grupo subministramos a nuestros hospitales locales.
Pero además de los makers, hay mucha gente distinta involucrada en este proyecto; ingenieros, diseñadores, sanitarios… Éstos nos dicen lo que necesitan y nos dan un feedback continuo, lo cual agradecemos enormemente, porque se reúnen virtualmente con nosotros después de guardias de 12 horas. Cada uno tiene un conocimiento específico, y entre todos, un compendio de mucha gente, en muchos lugares distintos, con distintos backgrounds, lo hacemos posible. Es muy enriquecedor.
En toda España hay más de 15.000 makers que se han unido a la causa para producir material protector frente al coronavirus para el personal médico. En total, han construido más de 110.000 piezas.
¿Cómo os organizáis?
Vamos poniendo en un Excel común lo que generamos. Cuando tienes por ejemplo 10 viseras, alguien de la organización viene a recogerlo y a darte nuevo material. Al principio usábamos plástico que teníamos en casa, pero gastamos mucho… ahora hemos conseguido que empresas que venden el plástico hagan donaciones o nos lo den más barato.
A veces hemos llevado nosotros mismos el material a los hospitales; en ese caso necesitábamos un permiso especial del propio hospital, porque claro, ¡no podíamos salir de casa! Y otras veces ha sido de película… Por ejemplo, hay una vecina mía que es enfermera y trabaja en un hospital donde querían material y yo no se lo podía llevar. Yo antes no la conocía, pero entramos en contacto y como ambos tenemos perros, nos encontrábamos en la calle al salir a pasearlos y yo le pasaba el paquete, sin ni siquiera hablar ¡como si fuéramos espías o traficantes de drogas! Al final, con mucha voluntad, las cosas salen.
¿Qué ha representado para ti formar parte de este movimiento?
Me alegro de poder poner mi granito de arena, aunque me ha costado aceptar que es mejor quedarme en casa que estar afuera, en el campo de batalla. Yo había conducido ambulancias antes, y me ofrecí de voluntario por si necesitaban. Pero me dijeron que desde casa soy más útil, haciendo todo este material. Además, también estoy involucrado en proyectos de investigación (NextFlow) donde esperamos que, cuando haya suficientes datos sobre la COVID-19, podremos ayudar a analizarlos. Así que, aunque me gustaría estar con mis amigos y amigas ahí fuera, al pie del cañón, entiendo que soy más productivo aquí. Una vez me enviaron una foto de todo el equipo de emergencias en el Hospital Joan XXIII con los salvaorejas puestos, dándonos las gracias. Me hizo mucha ilusión, porque trabajan muchísimo por todos nosotros, y me alegra saber que podemos ayudar a hacer su vida un poco más fácil.
Podéis ver un extracto de la entrevista, así como la impresora 3D en acción, en este vídeo: