La salud mental de la población se ha convertido en una prioridad de salud pública. Con el fin de conocer la situación actual de la salud mental a nivel poblacional y su evolución, es fundamental poder medirla y monitorizarla. Una de las herramientas principales para hacerlo son las encuestas de salud, que habitualmente realizan entidades oficiales y que recogen información directamente de la población mediante entrevistas personalizadas.
Estas encuestas no sólo incluyen información de salud mental sino también otros aspectos relacionados con la salud en general: variables socio-demográficas (nivel educativo, situación laboral, …), enfermedades crónicas auto-reportadas, estilo de vida (alimentación, actividad física, consumo de sustancias), estado de salud general o uso de servicios sanitarios.
Pero, a pesar de su utilidad, la gran diversidad y heterogeneidad de estas encuestas a menudo limita la comparabilidad y aplicabilidad de los resultados.
La diversidad y heterogeneidad de las encuestas sobre salud mental a menudo limita la comparabilidad y aplicabilidad de los resultados. El proyecto INSTRUMENTAL intenta hacer frente a este reto.
Por ello el Grupo de Investigación en Servicios Sanitarios del Hospital del Mar Research Institute lidera el proyecto INSTRUMENTAL con el objetivo de analizar y optimizar los instrumentos utilizados para medir la salud mental en estudios poblacionales.
El proyecto, financiado por el Instituto de Salud Carlos III e iniciado en el año 2024, cuenta con la participación de la Subdirección General de Adicciones, VIH y Hepatitis Víricas. Los resultados se compartirán con actores clave del sector sanitario para llegar a consensos sobre las mejores prácticas de monitorización de la salud mental.
Hablamos con Gemma Vilagut, una de las coordinadoras de los proyectos junto con Jordi Alonso, ambos investigadores en el HMRIB.
¿Cuántas encuestas de salud mental existen?
Hay una gran variedad de encuestas oficiales que incluyen estos contenidos, tanto a nivel local, como nacional e internacional.
- A nivel español, la Encuesta Nacional de Salud en España (ENSE), impulsada por el Ministerio de Sanidad y el Instituto Nacional de Estadística (INE), se lleva a cabo desde 1987 cada 2 a 7 años y recoge datos representativos de todo el estado.
- La Encuesta Europea de Salud (EHIS, European Health Interview Survey), también coordinada por el INE y el Ministerio, es cada 6 años, como parte de un proyecto armonizado entre los países de la UE.
- A escala autonómica la Encuesta de Salud de Cataluña (ESCA), que elabora anualmente el Departamento de Salud de la Generalitat – así como otras realizadas en otras comunidades.
- A nivel internacional, muchos países realizan sus propias encuestas poblacionales, para evaluar la salud mental a menudo con instrumentos y enfoques diversos. Algunos utilizan cuestionarios de cribado de trastornos mentales comunes, como el GHQ-12, el PHQ-9, o el CES-D, o también escalas de bienestar mental, com el WHO-5.
Esto genera una gran diversidad de cuestionarios y métodos, ya que no hay un instrumento estándar para evaluar salud mental. Incluso, dentro de un mismo país o región, los instrumentos que se utilizan para medir la salud mental cambian a lo largo del tiempo. Esta heterogeneidad dificulta mucho la comparación de resultados entre países, comunidades autónomas, así como la valoración de la evolución de la salud mental poblacional a lo largo del tiempo
Por eso habéis empezado el proyecto INSTRUMENTAL – ¿cuál es el objetivo exactamente?
Con el proyecto INSTRUMENTAL, estamos revisando los cuestionarios o escalas que se utilizan (o se podrían utilizar) en estas encuestas para evaluar la salud mental de la población. El objetivo es doble: a) Identificar qué instrumentos hay disponibles y qué dimensiones de la salud mental miden (depresión, ansiedad, bienestar, etc.), y b) evaluar qué instrumentos tienen mejores propiedades (fiabilidad, validez, comparabilidad entre países o grupos sociales).
El producto final no será una nueva encuesta, sino una guía de recomendaciones, basadas en la evidencia y consensuadas entre investigadores, autoridades de salud y ciudadanos. Esta guía identificará los instrumentos más útiles, fiables y comparables para medir la salud mental y hará recomendaciones consensuadas sobre los aspectos de salud mental a medir (como bienestar mental, malestar psicológico, síntomas de depresión y/o ansiedad) y qué escalas son más útiles para hacerlo.
El objetivo final sería ayudar a investigadores, responsables de salud pública e instituciones encargados de elaborar las encuestas de salud, a que las encuestas futuras utilicen unos mínimos indicadores comunes.
¿Qué retos os estáis encontrando a la hora de analizar datos de fuentes tan diversas?
Uno de los principales retos es precisamente la heterogeneidad de las encuestas. A menudo, para evaluar un mismo constructo –como la depresión o el bienestar psicológico– se utilizan cuestionarios diferentes según la encuesta, la región o el momento temporal. Esta diversidad implica que los resultados obtenidos pueden variar en su sensibilidad, en los criterios diagnósticos subyacentes o en la manera en que operativizan el constructo. Por ejemplo, mientras que el PHQ-8 mide síntomas depresivos según criterios del DSM, otras escalas como el GHQ-12 se focalizan en malestar psicológico general. Los dos instrumentos utilizan límites propios para catalogar a las personas como “un posible caso de depresión mayor” o de “alto riesgo de una mala salud mental”. Esta situación limita la capacidad de comparación de la salud mental a lo largo del tiempo o entre territorios, y puede llevar a conclusiones sesgadas si no se tienen en cuenta las diferencias entre instrumentos.
Para facilitar la comparabilidad entre medidas, el proyecto INSTRUMENTAL pretende aplicar técnicas específicas, como la equiparación por percentiles o la calibración conjunta basada en modelos de teoría de respuesta al ítem (IRT), que permiten establecer correspondencias entre las puntuaciones obtenidas con diferentes instrumentos. Esto nos ayuda a crear una escala común, o permitiría pasar de las puntuaciones de una escala a otra, posibilitando así comparaciones más rigurosas y consistentes. Esto contribuirá a mejorar la utilidad de las encuestas para la vigilancia de la salud mental y la toma de decisiones en salud pública.
¿Tenéis previsto hacer algo para que las recomendaciones del proyecto tengan una aplicación real en las políticas públicas de salud?
Sí, desde la concepción del proyecto INSTRUMENTAL hemos tenido muy presente la transferencia efectiva de los resultados a la práctica y a las políticas públicas de salud. En este sentido, una de las estrategias clave del proyecto es el proceso de co-creación de las recomendaciones, que se llevará a cabo con la participación activa de un panel diverso de personas con experiencia relevante: responsables de encuestas de salud, profesionales de salud pública, de gestión sanitaria, gestión política o de investigación, así como personas con experiencia vivida en salud mental. Esta participación directa permite garantizar que las recomendaciones sean aplicables, realistas y adaptadas a las necesidades reales del sistema de salud.
El proyecto cuenta con una estrategia de diseminación activa orientada específicamente a responsables de políticas, que incluye la elaboración de materiales divulgativos, como informes ejecutivos o sesiones informativas, y la colaboración con instituciones.
Uno de los puntos fuertes del proyecto es que los miembros del equipo investigador forman parte de diferentes instituciones clave tanto en el ámbito de la investigación como de la administración sanitaria, incluyendo: el Hospital del Mar Research Institute (HMRIB), el CIBERESP – Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), la Universidad Pompeu Fabra (UPF), la Universidad de León, el King’s College London, el Ministerio de Sanidad, la Generalidad de Cataluña (Departamento de Salud y ASPCAT), la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) o la Escuela Andaluza de Salud Pública. Esta diversidad institucional facilita la alineación de las recomendaciones con las necesidades reales de las administraciones públicas y de los sistemas de información sanitaria y es un factor facilitador para la traslación efectiva de los resultados a las políticas públicas.




