Desde el mes de mayo de este año, el Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB) cuenta con una litera adaptada en los baños de las salas de seminarios, en la plaza interior, gracias a la colaboración del Servicio de Infraestructuras del parque, el Comité de Igualdad, Diversidad e Inclusión del PRBB y, especialmente, de Beatriz Calvo Serra, una estudiante de doctorado del Departamento de Medicina y Ciencias de la Vida, Universitat Pompeu Fabra (MELIS-UPF) que tristemente nos dejó en enero de 2024.
Bea, que estaba realizando su tesis doctoral en el grupo de genómica funcional dirigido por Robert Castelo, contribuyó a mejorar la inclusión y accesibilidad para personas con diversidad funcional tanto en el entorno del PRBB como en la UPF.
Una alumna brillante desde el principio y apasionada por la biología, Bea era muy consciente de las dificultades que podía encontrar debido a una miopatía congénita que la obligaba a depender de una silla de ruedas eléctrica.
«Cuando Bea estaba en 2º de bachillerato, La Marató de TV3 fue sobre enfermedades neurodegenerativas y su madre, María José, siempre tan activa, me pidió si podía encontrar un investigador del PRBB que quisiera venir a Calella a dar una charla», recuerda Miquel Àngel Serra, tío de Bea y quien trabajó durante diez años en el PRBB. “Hablé con Paco Muñoz y él aceptó», continúa.
“Al final de la conferencia los presenté, y le dije que Paco era profesor en la titulación de Biología Humana en la UPF. Bea comentó que a ella le gustaría estudiarla, pero que no sabía si sería posible. Paco, que había contribuido al diseño adaptado de los laboratorios de la facultad, le preguntó si era capaz de hacer el gesto de pipetear, mientras lo hacía. Cuando ella repitió el gesto, él le dijo que, sin duda, podía ser alumna”, añade Serra.
Después de obtener un 9,4 en la selectividad y recibir la Distinción de la Generalitat, Bea decidió estudiar Biología Humana en la UPF. Pero primero tenía que verificar si todo estaba adaptado a sus necesidades.
Trabajando por la inclusión y por cumplir un sueño
Este proceso, en el que participaron el servicio de inclusión de la UPF (Mireia Oliver), la dirección del Campus del Mar (Fina Lorente y su equipo) y el Decanato de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Vida (Quim Gea y su equipo), se realizó de manera muy eficiente, y Bea pudo empezar la carrera en septiembre de 2014.
Así se convirtió en la primera estudiante con más del 90% de discapacidad física en el campus de ciencias de la vida de la UPF, y desde entonces frecuentó las aulas y los laboratorios, integrada perfectamente con el resto del alumnado.
Beatriz Calvo Serra fue la primera estudiante con más del 90% de discapacidad física en el campus de ciencias de la vida de la UPF.
Al terminar la carrera, Bea cursó el Máster en Análisis de Datos en la Universidad de Vic, para luego comenzar su doctorado en el laboratorio de Robert Castelo, profesor titular del MELIS-UPF, en el PRBB. También en ese momento, Bea asesoró al Comité de Diversidad, Igualdad e Inclusión del PRBB sobre cómo adaptar los espacios del edificio para personas con discapacidad física. La litera instalada recientemente fue la última de las aportaciones de Bea, y va acompañada de una placa en su memoria y en reconocimiento a su contribución para mejorar la inclusión y accesibilidad en el edificio.
Legado científico y resiliencia: premio póstumo Bioconductor
Pero las contribuciones de Bea no han sido solo en el ámbito de la accesibilidad e inclusión. No solo su resiliencia, sino también su legado científico ha merecido su reconocimiento reciente por parte de la comunidad científica.
Este verano, durante la conferencia norteamericana de Bioconductor —un proyecto internacional para desarrollar software de código abierto en el lenguaje de programación R con el objetivo de facilitar el análisis riguroso y reproducible de datos biológicos, donde Bea contribuía activamente— se le otorgó a título póstumo un nuevo premio creado en su honor, llamado “Premio Bioconductor Athena”.
La responsable del «Community Advisory Board (CAB)» de Bioconductor, Aedin Culhane, catedrática de ciencias biomédicas en la Universidad de Limerick, Irlanda, introdujo y justificó el premio. La hermana de Bea, Isabel, intervino remotamente por videollamada con unas palabras de agradecimiento.
«Bea nos ayudó a comprender que puede haber miembros de nuestra comunidad con problemas logísticos relacionados con el transporte y la participación presencial. El acceso virtual le permitió participar y presentar su trabajo en las conferencias virtuales de 2021 y 2022. Tenemos la voluntad de garantizar de forma continua el acceso virtual a nuestras conferencias, siempre que sea posible, para que la participación y la contribución a Bioconductor sean más inclusivas», dijo Culhane durante la conferencia.
“Nos sentimos honrados de crear este premio en reconocimiento a las destacadas contribuciones de Bea y a la inspiración que su fortaleza y resiliencia para superar retos y su espíritu colectivo ofrecen a la comunidad”, añadió.
“El nuevo Premio Bioconductor Athena, creado en honor a las contribuciones de Bea, homenajeará a los miembros de nuestra comunidad que superen retos para participar y contribuir a Bioconductor”
Aedin Culhane, Bioconductor
El premio lleva el nombre de uno de los paquetes de software que Bea desarrolló y contribuyó a Bioconductor: atena. Atenea era la diosa griega de la sabiduría, conocida por su valentía frente a la adversidad. “El Premio Bioconductor Athena homenajeará a los miembros de nuestra comunidad que superen retos para participar y contribuir a Bioconductor”, explicó la representante del proyecto.
Aquí podéis ver el vídeo de este emotivo momento:
Más tarde, se hizo entrega del premio físicamente durante la conferencia europea de Bioconductor en Oxford, una reunión anual que el año próximo se celebrará en el PRBB (17-19 septiembre 2025). El premio fue recogido por María José y Víctor, la madre y el hermano de Bea, en un momento muy emocionante y sentido entre las más de 100 personas asistentes.
Desde aquí queremos rendir nuestro pequeño homenaje a Bea, quien nos dejó demasiado pronto, pero no sin perseverar hasta conseguir su sueño de ser investigadora. Sus esfuerzos han dejado un legado duradero a todos los niveles.
En el ámbito de la accesibilidad, con aulas, salas de ordenadores, baños y otras instalaciones adaptadas tanto en la UPF como en el PRBB, que ahora benefician a futuros estudiantes en la universidad y residentes del parque.
Y en el ámbito científico, con su contribución de dos paquetes de Bioconductor: atena, para cuantificar la expresión de ARN de los elementos genéticos móviles, y gDNAx para diagnosticar y corregir la presencia de contaminación de ADN genómico en datos de secuenciación del ARN. Además, Bea también participó en un estudio publicado recientemente en colaboración con el grupo de Mar Albà en el Hospital del Mar Research Institute, en el que identificaron microproteínas que podrían jugar un papel clave para generar vacunas contra el cáncer de hígado.
¡Gracias por todo, Bea!