Dos estudios recientemente publicados por equipos investigadores del Instituto de Salud Global Barcelona (ISGlobal) concluyen que la exposición a temperaturas excesivas deriva en una menor conectividad cerebral y cambios en el comportamiento en jóvenes. Con enfoques complementarios, los estudios llevados a cabo en el grupo de Mònica Guxens quieren dar visibilidad a las consecuencias del cambio climático en adolescentes.
El frío desgana y el calor desconcentra
En uno de los estudios, donde se analizó el comportamiento, se vio que los adolescentes que estaban más de dos meses expuestos a temperaturas de alrededor de 5 °C presentaban problemas de interiorización como la depresión y la ansiedad. En cambio, aquellos que estaban expuestos durante dos meses a altas temperaturas (21,7 °C) sufrían problemas de atención. Sin embargo, no se vieron casos en los que se presentaran los dos tipos de problemas. Esto es porque en ningún caso los participantes estuvieron expuestos a altas y bajas temperaturas durante largos periodos de tiempo.
El análisis se nutrió de los datos de los proyectos Generation R e INMA (Infancia y Medio Ambiente) que aglutinaron a casi 4000 adolescentes de los Países Bajos y 900 de España. Los comportamientos se determinaron a través de formularios, mientras que las temperaturas de sus zonas residenciales fueron determinadas con el modelo de alta precisión UrbClim. Cabe destacar que los problemas asociados al frío solo se vieron en las cohortes de Países Bajos, mientras que los asociados al calor, solo se detectaron en España.
“La salud mental y el cambio climático no han sido una prioridad de las políticas.”
Esmée Essers
Estudios anteriores ya habían visto que las temperaturas extremas disparan las hospitalizaciones y otros marcadores de salud mental en adultos. Sin embargo, según la primera autora del artículo, Esmée Essers, este estudio indica que hay síntomas previos y menos severos que también se ven afectados por estas temperaturas y, además, en personas jóvenes, cuando los efectos todavía pueden ser reversibles. Esto podría ayudar a reaccionar ante casos de problemas de salud mental antes de que sean demasiado graves.
El calor desconecta las redes cerebrales
El segundo proyecto estudió los efectos de la temperatura a nivel neurológico y observó cambios en las redes neuronales medial parietal, de la saliencia y el hipocampo.
La red medial parietal está asociada a la autopercepción y la memoria autobiográfica. Por su parte, la red de la saliencia se encarga de detectar los estímulos internos y externos y de procesar su información. En este sentido, es una red muy importante a nivel cognitivo. Por último, el hipocampo tiene que ver con la memoria, el aprendizaje y las emociones.
El estudio mostró que en los y las preadolescentes, las tres redes estaban menos conectadas cuando habían sido expuestos a temperaturas de entre 18 y 24 °C en los días previos al análisis. La pérdida de conexión se acentuaba si el calor era justo el día anterior. Sin embargo, si la exposición había sido a temperaturas por debajo de los 18 °C, estas redes no sufrían cambios.
Igual que en el estudio anterior, se utilizaron los datos de temperatura del modelo UrbClim que tiene una resolución de 100 metros. Es decir, informa de temperaturas cada cien metros en un área determinada. Este estudio contó con 2229 participantes del proyecto Generation R de los Países Bajos que se sometieron a resonancias magnéticas funcionales (fMRI por sus siglas en inglés) cuando tenían entre 9 y 12 años. En estas se puede medir el consumo de oxígeno de diferentes regiones cerebrales; a mayor consumo, más actividad neuronal en esa región. Esto permite saber qué regiones están funcionando de manera sincronizada. Se vio una menor sincronización de la actividad neuronal en las tres redes señaladas tras exponerse al calor en los días previos.
“Nos gustaría que estudios como los nuestros ayuden a promover políticas de mitigación del cambio climático tanto a nivel europeo como local”
Laura Granés
Una de las hipótesis que la primera autora Laura Granés y el resto del equipo investigador barajan es que la deshidratación juegue un papel fundamental en los resultados obtenidos. Está comprobado que los niños y las niñas son más propensos a deshidratarse con las altas temperaturas que los adultos. La pérdida de líquido podría ser una de las causas de la pérdida de conectividad funcional en las redes neuronales.
Estudios anteriores ya habían visto que una baja conectividad en la red de saliencia en los adolescentes acentuaba algunos síntomas de la depresión. Este análisis ha encontrado una de las posibles causas, lo que ayudará paliarlo.

Datos para afrontar el cambio climático
Esmée señala que la investigación podría ayudar a promover nuevas políticas de mitigación del cambio climático que acentúen la exposición a temperaturas extremas. Por su parte, Laura dice que sus datos “muestran la importancia de evitar que los niños y niñas sufran estrés térmico”. Su trabajo se centró en la exposición a las temperaturas en casa y resalta que muestran la importancia de construir de manera sostenible y aislar bien. Añade que eso no significa que haya que abusar del aire acondicionado, sino que hay buscar maneras de contrarrestar los efectos del calor.
Seguir con estas líneas de investigación es imprescindible para paliar los efectos del cambio climático. Ver si los resultados se repiten en otras partes del mundo o si la diferencia de temperatura afecta a otros aspectos de la vida dará una visión global del problema y herramientas para luchar contra él.
Las dos investigaciones son parte de las tesis doctorales de las autoras. Laura, que ya ha entregado su tesis, la defiende en abril, mientras que Esmée espera presentarla en julio.
Essers E, Kusters M, Granés L, et al. Temperature exposure and psychiatric symptoms in adolescents from 2 European birth cohorts. JAMA Netw. Open. 2025;8(1):e2456898. doi: 10.1001/jamanetworkopen.2024.56898
Granés, L, Kusters, M, Ballester, J, et al. Exposure to Ambient Temperature and Functional Connectivity of Brain Resting-State Networks in Preadolescents. JAACAP. 2025. doi: 10.1016/j.jaac.2024.11.023
