Margarita Puig fue la primera mujer Catedrática de Farmacología en España. Hoy dirige la Cátedra Extraordinaria de Dolor de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y el Grupo de Investigación en Fisiopatología y Tratamiento del dolor del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM). Este grupo, junto con el Grupo de Investigación en Anestesiología, forma parte del Servicio de Anestesiología y Reanimación del Hospital de Mar, del cual fue jefa durante 10 años. Desde entonces, esta anestesista se dedica a la investigación en dolor, tanto a nivel básico con modelos experimentales de laboratorio, como clínico, con enfermos que sufren dolor y voluntarios sanos. Su responsabilidad docente se despliega tanto en el pregrado (estudiantes de Medicina de la UAB) cómo en el posgrado (Doctorado y Máster en Dolor).
“Nuestra investigación es exclusivamente translacional. Al laboratorio llevamos problemas clínicos”, enfatiza Puig. El grupo estudia la transformación del dolor agudo en crónico, sobre todo en el post-operatorio. En un 35% de las intervenciones quirúrgicas el dolor agudo postoperatorio se convierte en dolor crónico, que puede durar más de seis meses y es de difícil tratamiento. Uno de los ejemplos más extremos de transformación de un dolor agudo traumático ligero a un dolor crónico grave son los síndromes de dolor regional complejo (CRPS), que pueden durar toda la vida.
Para estudiar los factores determinantes que podrían estar implicados en el paso de dolor agudo a crónico el grupo participa en un consorcio europeo, PAIN-OUT, del cual Puig es la coordinadora española. También han recibido fondos de la Marató de TV3 para hacer una base de datos de pacientes españoles recogiendo muestras para investigar mutaciones genéticas relacionadas con el dolor y la analgesia. Este proyecto está liderado por Antonio Montes. En el laboratorio, por otro lado, David Cabañero, Anna Campillo, y Carolina Zamora, utilizan técnicas de biología celular y molecular, inmunohistoquímica y microPET para estudiar la cronificación del dolor. Recientemente han podido demostrar que la terapia génica con un vector vírico que libera encefalinas es capaz de prevenir la sensibilización al dolor en el postoperatorio.
Falta de tratamiento
“Casi no existen medicamentos nuevos para el dolor, puesto que su desarrollo es muy lento, así que hay que optimizar la eficacia de los existentes”, resalta Puig. Por eso, uno de los otros proyectos del grupo es encontrar qué combinaciones de medicamentos son más beneficiosas para prevenir el dolor agudo post-operatorio. Susana Fernández y Enriqueta Barrera se encargan de estudiar este tema en enfermos y Asunció Romero y Christian Dürsteler lo hacen en modelos experimentales en los cuales prueban diferentes combinaciones de fármacos. Así pueden establecer la relación óptima de las dosis en la combinación y qué tipos de interacción se da entre los medicamentos.
«Hay una inexistencia de formación en dolor (…) Por eso en el 2005 empezamos un Máster en Fisiopatología y Tratamiento de Dolor para médicos, el único en España de estas características”
El coste social y humano que representa el dolor es inmenso. Aún así, los médicos no reciben una formación en dolor, ni durante la carrera ni durante la residencia. “Hay una inexistencia de formación en dolor”, dice Puig. “Por eso en el 2005 empezamos un Máster en Fisiopatología y Tratamiento de Dolor para médicos especialistas en la UAB, el único en España de estas características”. Este máster de dos años instruye a 30 médicos en cada edición.
“El hecho que no haya una educación formal en dolor hace que en España haya muy pocos grupos consolidados de investigación en dolor tanto a nivel clínico como básico”, comenta Puig. “Esperamos que a partir de este Máster se estimule la investigación en este campo tan importante”.