Se obtienen los resultados preliminares de un estudio liderado por personal investigador de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y en el que ha participado el Centro de Investigación en Salud Laboral (CiSAL: UPF-IMIM). Los resultados confirman que casi la mitad de la población infantil ha visto deteriorada su salud emocional durante el confinamiento.
También se han identificado asociaciones significativas entre el confinamiento y emociones negativas como el miedo, la tristeza o el nerviosismo. Estos efectos adversos podrían darse incluso hasta 3 años después del confinamiento.
Estudios efectuados en el contexto de otras epidemias han demostrado que el confinamiento puede producir estrés postraumático, depresión, insomnio, irritabilidad y agotamiento.
No obstante, hay varios elementos que han hecho que los efectos adversos del confinamiento se expresen de manera distinta entre la población infantil:
- El nivel educativo de los progenitores.
- El acceso a un espacio exterior. Un cuarto de la población no dispone de balcón, terrraza o jardín.
- La presencia de humo de tabaco.
- La falta de luz natural.
- Las horas delante de la pantalla. Un cuarto de la población ha estado 6h o más delante de una pantalla.
- El ejercicio físico. El 20% de la población no ha realizado ejercicio físico.
- La dieta.
En primer lugar, el personal investigador ha llevado a cabo el estudio con profesionales del ámbito de la salut y socioeducativo que trabajan con población infantil. Después, han realizado 11500 encuestas a padres y madres con hijos entre 3 y 12 años.