Adaptaciones al cambio climático: la resiliencia de un coral con una dieta flexible

Un estudio del CRG ofrece una visión única sobre la forma en que las especies marinas están adaptándose al cambio climático. El estudio ha combinado la secuenciación del genoma con análisis de células individuales.

Colonia medio blanqueada de Oculina patagonica. Cuando suben las temperaturas, este coral expulsa las algas que aloja y pierde su color. Crédito de la foto: Hagai Nativ.

Un proyecto liderado por Arnau Sebe Pedrós en el Centro de Regulación Genómica (CRG) ha mostrado los mecanismos genéticos y celulares que explican como el coral pétreo (de esqueleto duro) Oculina patagónica es capaz de alimentarse tanto con algas como sin ellas, adaptándose así a la vida en un alto abanico de temperaturas.

Originario del Mediterráneo, este coral se alimenta generalmente gracias a una relación simbiótica con algas fotosintéticas. Pero cuando las temperaturas suben más allá de los 29 ºC, expulsa las algas. Sin embargo, a diferencia de otros corales, para los cuales esto es letal, es capaz de sobrevivir el tiempo suficiente para recuperar las algas cuando las aguas se enfrian en otoño.

Para entender esta resiliencia a nivel molecular, los investigadores e investigadoras secuenciaron el genoma de la Oculina patagonica y analizaron decenas de miles de células individuales para determinar qué genes se activan cuando el animal marino contiene o no algas simbióticas. Además, crearon atlas celulares de otros dos corales tropicales que dependen por completo de las algas, para hacer una comparación directa entre especies.

Así, descubrieron que, cuando las algas desaparecen, Oculina reajusta sus programas celulares y, entre otras cosas, expande sus células glandulares y digestivas para poder capturar y digerir partículas directamente del agua.

«Esta capacidad de sobrevivir sin las algas es una enorme ventaja en un Mediterráneo transformado por la actividad humana, y una de las razones por las que decidimos estudiar esta especie», explica el doctor Xavier Grau Bové, coautor del estudio e investigador postdoctoral en el CRG.

Al ser un mar, las aguas del Mediterráneo experimentan variaciones más bruscas de temperatura, salinidad y aportaciones de nutrientes que el océano abierto. «Los corales y otros organismos que viven aquí ya afrontan fluctuaciones extremas, por lo que el Mediterráneo nos ofrece una especie de avance de cómo podría desarrollarse la vida marina bajo un cambio climático acelerado», afirma la doctora Shani Levy, primera autora del estudio.

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