La memoria constituye una función cerebral fascinante. De ella depende, en buena parte, lo que somos y lo que hacemos. Cada hemisferio cerebral está relacionado con el registro de formas específicas de la memoria:
- el hemisferio derecho registra las memorias más visuales y espaciales (dibujos)
- el hemisferio izquierdo registra más las memorias verbales (listas de palabras)
En las partes más profundas del cerebro existen unas estructuras de especial relevancia para la memoria, el hipocampo derecho y el izquierdo. Ambos actúan como una puerta de entrada que permite la grabación de la memoria en la corteza cerebral. Cuando estas estructuras se lesionan de manera permanente, la persona deja de crear nuevas memorias, pero es capaz de recordar las que ya estaban grabadas anteriormente. Este hecho llama mucho la atención, ya que es difícil de entender cómo es posible que el paciente sea capaz de recordar sucesos de su juventud, pero incapaz de recodar lo que hizo el día anterior.
El hipocampo, en las partes más profundas del cerebro, tiene especial relevancia para la memoria. Si se lesiona, dejan de crearse nuevas memorias.
La memoria pone de relieve un principio biológico fundamental: cualquier conducta de un organismo es el resultado de una organización jerárquica: moléculas, sinapsis, neuronas, circuitos neuronales, conexión entre circuitos y, finalmente, el comportamiento. Todo este conjunto se modifica a través de las experiencias vividas; la creación de nuevas memorias es el resultado de determinadas conexiones sinápticas en la corteza cerebral
Con tantos agentes actuando podemos decir que, igual que pasa con la memoria, la investigación sobre la memoria requiere de la misma cooperación para funcionar; debe ser necesariamente multidisciplinar.